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Por qué el fracaso de taquilla de Furiosa revoluciona a la industria del cine

Furiosa es la quinta película que sufre el colapso de la taquilla en la temporada más alta del cine. 2023 fue un muy buen año en recaudación para la industria, pero los números de 2024 no son buenos. Cuáles son las causas y las consecuencias para el cine.

La película que terminó primera en la taquilla fue Furiosa: De la Saga Mad Max, que terminó muy por debajo de las proyecciones.
La película que terminó primera en la taquilla fue Furiosa: De la Saga Mad Max, que terminó muy por debajo de las proyecciones.
Pablo Planovsky 03 junio de 2024

Hay una frase histórica que repiten en California como un mantra: "En Hollywood nadie sabe nada". Pero mucho menos saben qué está pasando en este momento con el cine. Más allá de Estados Unidos, todo el mundo cree saber quién es el culpable de que la gente no esté yendo al cine: el streaming, TikTok, YouTube, la pandemia, la economía y una larga lista con los sospechosos de siempre. 

El análisis de los números muestra, por supuesto, una realidad algo más compleja. Ni el apocalipsis inmediato ni la entrada a Valhalla, el cine está atravesando un proceso de transformación que va a redefinir a la propia industria por los próximos años.

La recaudación de este fin de semana largo (en Estados Unidos, por el Memorial Day, que da comienzo a la temporada) fue catastrófica. Para poner en contexto, la película que terminó primera en la taquilla fue Furiosa: De la Saga Mad Max, que terminó muy por debajo de las proyecciones menos optimistas: recaudó un poco más de US$ 60 millones en sus primeros cuatro días en todo el mundo. A Garfield le fue peor.

La temporada alta para el cine está siendo catastrófica, no solo en Estados Unidos. Profesión Peligro, con Ryan Gosling y Emily Blunt, fue un fracaso. A El Planeta de los Simios: Nuevo Reino le va a alcanzar para cubrir los gastos de producción y marketing, pero también va a terminar debajo de las expectativas comerciales. Amigos Imaginarios es otro título que tampoco va a ser rentable. Por más que haya películas exitosas, este año no va a ser bueno en términos económicos para el cine.

El fracaso de Furiosa encendió tantas alarmas, que hasta el creador del videojuego God Of War, David Jaffe, opinó sobre el estado del cine: "Para los que somos gamers de la Generación X es fácil ver qué está causando estos fracasos. Es como la desaparición de los arcades en la década de 1990. Al instante, cuando las consolas para el hogar tuvieron buenos juegos, la necesidad de los arcades desapareció. Lo único que ofrecen los cines es el tamaño de la pantalla. Es como los discos de vinilos y el sistema de sonido prístino, para la mayoría de la gente es más fácil escuchar una canción en YouTube. Tengo buenos recuerdos de la experiencia colectiva en 1970 o 1980, pero a la mayor parte de la audiencia no le importa".

¿Qué pasó con Furiosa?

El caso de la nueva película protagonizada por Anya Taylor-Joy es fascinante. La película tiene promedios bastante altos en IMDb (8.0/10), Letterboxd (4.0/5), Metacritic (79/100) y RottenTomatoes (90% de aprobación de la crítica y 90% de aprobación del público). Leyendo estos números, se podría decir con seguridad que, en general, la película que fue ovacionada en el festival de Cannes gusta mucho. ¿Entonces por qué nadie la va a ver?

Tal vez el dato más revelador lo ofrezca CinemaScore, el servicio de medición de audiencia que, en Estados Unidos, evalúa las respuestas del público no cinéfilo. Por supuesto, no es infalible, pero es el único que apunta necesariamente al espectador fanático o cinéfilo. El método es el de la encuesta a la salida del cine. Furiosa tuvo una muy buena calificación promedio, B+, pero no la mejor de todas, que es A+. Es decir: la película gusta mucho, pero no resulta extraordinaria.

Una verdad molesta: la lectura de todos estos datos estadísticos nos hace caer en la trampa del sesgo de supervivencia. Todos los sitios mencionados están dedicados al cine. Al público cinéfilo le encanta la Furiosa. Quizás al público no tan cinéfilo también le guste, pero no le genera el interés necesario para ir al cine. 

Mad Max: Furia en el Camino es considerada una de las mejores películas de la década pasada por casi toda la industria, los críticos y los espectadores. Ganó seis Oscar. Fue elegida como una de las mejores de la historia en la última encuesta de Sight & Sound. Sin embargo, nadie recuerda que fue un fracaso cuando se estrenó en 2015 en salas de cine. Recaudó US$ 385 millones en todo el mundo, contra un presupuesto de US$150 millones (sin contar publicidad). Fue una película que perdió plata.

Los números de Furiosa son tan malos que alcanzar la recaudación de Furia en el Camino sería un milagro para Warner Bros. El boca a boca tendría que ser extraordinario y la película debería mantenerse varias semanas en cartel. Hoy lo más probable es que Furiosa ni siquiera supere los US$ 200 millones a nivel global. Hacer la película costó US$ 168 millones. A Furiosa le está yendo pésimo, pero sin embargo es la primera vez que una película de la franquicia Mad Max comienza primera en el podio de recaudación. A Furiosa le va mal, pero al cine le va peor.

2023, ¿el oasis en el desierto?

No todo debería ser desesperación para la industria. Hay números que reflejan que hay algo más grande sucediendo detrás de escena. 2023 fue un gran año para la taquilla global. Es cierto, el cine nunca se recuperó del todo de la pandemia, pero en 2023 el total de recaudación mundial fue 15% menor al de los mejores años de la década pasada. Nada mal si se tiene en cuenta que 2019 fue uno de los mejores años, en términos de recaudación, de la historia del cine. Por más que Deadpool & Wolverine y Joker: Folie à Deux arrasen, algo que es probable, queda claro que 2024 va a terminar más cerca de años malos para la industria, como 2021 y 2022, que de 2023. 

¿Cuáles son las consecuencias de este panorama económico?

Se puede pensar que fue mala suerte la racha de fracasos de cuatro películas creadas para llenar las salas. Pero hay algo más que eso: si la recaudación de todas las películas es tan baja, teniendo en cuenta la inflación (que no es exclusiva de Argentina) y la venta de entradas premium (de cines como IMAX) entonces hay una verdad más cruda. Está yendo menos gente al cine. 

Las posibles razones las explicó Tom Rothmann cuando dijo que el precio de una entrada de cine es caro para una familia promedio o para los jóvenes que tienen que pagar alquiler. En otras palabras, el CEO de Columbia Pictures reconoció que el cine es caro porque el costo de vida es caro en todo el mundo. 

Bajar el precio de las entradas podría traer consecuencias no deseadas para los exhibidores. Hay películas que no llevan gente al cine ni con entradas (literalmente) regaladas. No se trata de que sean buenas o malas películas: simplemente no generan interés. Y esto es importante destacar: no generan el interés del público general, el público que no es cinéfilo. El público que la industria debería buscar. Por supuesto, el cine no debería descuidar a sus devotos fieles, pero sería un error concentrase en ellos solos.

Reconquistar al público no-cinéfilo

Un ejemplo de esta división entre el público cinéfilo y el no-cinéfilo se ve con claridad cada vez que se estrena una película de un cineasta querido y reconocido. 

Steven Spielberg tuvo dos fracasos comerciales seguidos: Amor sin Barreras y Los Fabelman, el peor de su carrera. George Miller con Furiosa va camino a terminar estrellado en la taquilla. Paul Thomas Anderson no consiguió ni siquiera tener ganancias con una película independiente como Licorice Pizza. Martin Scorsese desde hace más de diez años no puede hacer una película que recupere los costos: Silencio, El Irlandés y Los Asesinos de la Luna fueron ignoradas por las masas. Damien Chazelle fracasó con Babylon.

La lista de directores aclamados por críticos y cinéfilos que están fracasando a nivel comercial podría seguir. El único que tuvo éxito en los últimos años fue Christopher Nolan. El caso de Denis Villeneueve es más errático. Pero Nolan es uno de los pocos nombres que empezó a ser reconocido en este siglo y fue creciendo en popularidad hasta exceder el nicho. Es una hazaña que no logró casi ningún otro cineasta en estas últimas décadas.

Hay un dato todavía más interesante: algunas películas sí triunfaron en los últimos meses. Con presupuestos muy, muy modestos. Para comprender mejor el panorama, fue la primera vez en más de 15 años en las que ocho de las diez nominadas al Oscar como mejor película triunfaron en salas de cine. Solo Los Asesinos de la Luna y Maestro fracasaron vendiendo entradas. Por supuesto, el éxito de Barbie y Oppenheimer es obvio. Pero es más interesante notar que las producciones de presupuesto mediano (como Pobres Criaturas) o pequeño (como Zona de Interés) recuperaron la inversión. 

Incluso a las películas que no recibieron ninguna nominación al Oscar, como Todos somos Extraños y La Garra de Hierro, les fue bien en cines. Es un dato extraordinario. Si esta tendencia se mantiene, aunque 2024 sea un año malo, es un indicio de que la cultura está cambiando.

¿Cómo va a acompañar la industria ese cambio? Una posibilidad es que las grandes producciones empiecen a reducir los costos. El modelo económico que exige gastar más de US$ 200 (o incluso 100) millones para tener que recaudar mínimo US$ 600 millones parece estar agotándose. ¿Les interesará a los grandes estudios, ahora parte de conglomerados como Disney, Apple o Amazon, seguir produciendo para este nuevo posible panorama?

Cuando ganó el Oscar, el director y guionista de Ficción Estadounidense pidió en su discurso: "En vez de financiar una película de US$ 200 millones, empiecen a financiar 20 películas de US$10 millones". Recibió aplausos, pero algunos que estaban presentes en la ceremonia se sintieron incomodados.

Reducir el precio de las entradas de cine, como pide el CEO de Columbia Pictures, o reducir el costo de las producciones, como pide Cord Jefferson, son maniobras que pueden traer beneficios a largo plazo, pero también pueden traer consecuencias indeseadas. Beneficio a largo plazo porque pueden generar lo que se perdió: el hábito de ir al cine. Pero no es una jugada que no implique riesgos. 

¿El fin de las estrellas?

Más que George Miller, quienes deberían estar preocupados por estos fracasos son los actores de Furiosa. Anya Taylor-Joy es querida en redes sociales, ganó premios por Gambito de Dama, pero no consigue protagonizar una película exitosa en taquilla. El hombre del Norte, Emma. Y ahora Furiosa. Peor es la situación de Chris Hemsworth: salvo Thor y las películas de Marvel, parece estar encadenado a títulos que no venden entradas. Una experiencia similar a la que vive Tom Holland fuera de Spider-Man.

Esta situación reafirma la hipótesis de Quentin Tarantino, que sugirió que ya no hay más estrellas de cine, porque el público va a ver a los personajes, no a los actores. Esto podría suponer un problema para quienes deseen hacer carrera delante de cámara. Si los estudios consiguen hacer rentables a los personajes ficticios sobre los que ejercen pleno control, sean simios o Gollum, van a preferir hacerlo antes que contratar a personas humanas.

Precuelas, secuelas y... ¿el fin de las franquicias?

Cuando se estrenó El Despertar de la Fuerza, Hollywood creyó haber encontrado una mina de oro. La película era, en espíritu, una remake de La Guerra de las Galaxias. No ofrecía casi nada nuevo y vendía la nostalgia de ver a los actores legendarios, como Harrison Ford, una vez más en pantalla. Arrasó con las boleterías.

2024 es un año dominado por secuelas, remakes y precuelas. Las franquicias, que parecía que iban a dominar el cine en ausencia de los superhéroes, que vienen a capa caída desde 2020, ya no estarían siendo tan rentables. 

Los Cazafantasmas: Imperio Helado fue un fracaso. Indiana Jones y el Dial del Destino también. Transformers: El Despertar de las Bestias se unió al mismo club de las perdedoras en cuanto a venta de entradas. Hasta Misión Imposible: Sentencia mortal - Parte 1 quedó muy debajo de lo que se esperaba, y no solo porque en la relación costo/recaudación tenga uno de los peores promedios de la saga. ¿Qué significa esto? Que el público parece haberse agotado de tanta secuela, remake y precuela. 

Sí, a películas como Top Gun: Maverick y Avatar: El Camino del Agua les fue extremadamente bien. Pero son las excepciones que confirman la regla. Son dos casos de películas que suceden a otras exitosas. En ambos son dos casos de películas que tienen más de diez años una de la otra. Con la mayoría de las franquicias no sucede esto: apenas hay un par de años entre cada nuevo título.

A Furiosa le jugó todo en contra. Para empezar, Mad Max no es popular como Avatar ni Top Gun. Ni siquiera al videojuego que salió en 2015 le fue bien en ventas. A las precuelas o spinoffs tampoco les suele ir bien: Lightyear fue uno de los pocos y raros fracasos comerciales de Pixar. Hobbs y Shaw no pudo hacer los números que en ese entonces solía mantener la franquicia de Rápido y Furioso. Algo tienen en común todos estos casos: desde el título parecen indicar que no son eventos. Y eso, hoy, es mortal para la taquilla.

Si el hábito de ir al cine se perdió, pero todavía hay películas que pueden recaudar miles de millones y estar meses en cartel, tiene que ver con que el público masivo entiende que son eventos dignos de pagar una entrada y salir de la comodidad del hogar para ir a un cine.

George Lucas, en su recibimiento honorífico en el festival de Cannes, no se mostró impresionado por la situación actual. Dijo que en veinte años las cosas van a seguir igual, con los grandes estudios produciendo remakes, secuelas y precuelas, como lo vienen haciendo hace 40 años, porque ya no hay imaginación ni riesgos. También aprovechó para destacar por qué su generación, la de los directores de 1970, marcó una época dorada: "Hacíamos películas sin pensar en la taquilla".

Un cambio inevitable

Para bien o para mal, la cultura con relación al cine va a cambiar durante los próximos años. Si no se producen cambios en la producción y exhibición, sobre todo en (y desde) Hollywood, se va a profundizar el modelo económico que depende de que a un puñado de películas les vaya bien para salvar el año, llámense Top Gun: Maverick, Super Mario, Oppenheimer, Barbie, Joker, o Deadpool.

Si se cambia de estrategia, los resultados no van a ser inmediatos ni se va a poder mantener el modelo al que estamos acostumbrados. No es la primera vez que pasa algo así en la historia del cinematógrafo. Las salas de cine dejaron de estar en la calle para encerrarse en los shoppings. Parece un cambio menor, pero eso hizo que cambiar de manera radical la oferta y la demanda. Por supuesto, también cambiaron los capitalistas dispuestos a invertir en un cine. Se podría escribir (y de hecho, se hizo) un libro entero sobre cómo los hábitos culturales son producto del contexto material e histórico. 

La industria del cine no es la única que enfrenta cambios. Los servicios de streaming no están creciendo y, como auguran algunos como James Cameron, podrían estallar como una burbuja. Los videojuegos enfrentan su propia crisis, una que podría ser más grave que la del cine. En criollo: la que están en un intenso proceso de cambio es toda la industria audiovisual de entretenimiento.

Ningún escenario es tan terrible como se augura, ni tan beneficioso como se podía creer hace un año. Lo único que es seguro es que vendrá un cambio, se quiera o no. Si será mejor o peor, es un misterio. Difícil saber si en diez años los cines seguirán siendo multipantallas encerrados en centros comerciales. Quizás a futuro alguien filme una versión moderna de Cinema Paradiso pensando, con nostalgia, en esta época.

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