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De puente a potencia regional: Turquía cumple 100 años

La República de Türkiye (Turquía) cumple su primer centenario y, mirando al pasado reciente, el país tiene varios motivos para festejar, a pesar de los importantes desafíos económicos y geopolíticos que tiene que afrontar en los próximos años.

De puente a potencia regional: Turquía cumple 100 años
Ariel González Levaggi 29 octubre de 2023

La República de Türkiye (Turquía) cumple su primer centenario y mirando al pasado reciente el país tiene varios motivos para festejar, a pesar de los importantes desafíos económicos y geopolíticos que tiene que afrontar en los próximos años. Turquía está experimentando una etapa de renacimiento que combina un gran dinamismo económico posicionándose como la economía 11° del mundo (a valores de paridad de poder adquisitivo) y una óptima instrumentalización de su posición geopolítica central en el espacio afro-euroasiático en un entorno de alta volatilidad regional.

Hace un siglo, la desintegración del Imperio Otomano dio lugar al ascenso entre sus cenizas de la República de Turquía, formalmente declarada el 29 de octubre de 1923 bajo el liderazgo de Mustafá Kemal Atatürk. A raíz de la derrota en la Primera Guerra Mundial, la humillante firma del tratado de Sevrès y la presencia de fuerzas extranjeras conducirían a un grupo de oficiales otomanos, liderados por el héroe de la Batalla de Gallipoli, Mustafá Kemal, a establecer un gobierno paralelo respaldado por un ejército nacional. La Guerra de Liberación Nacional (1919-1923) expulsaría a los extranjeros de la península anatólica y sentaría las bases para el Tratado de Lausana en reemplazo de Sevrès y finalmente la instauración de una República laica y secular, la República de Turquía. 

Aunque el Tratado de Lausana formalmente reconoce a la República de Turquía como entidad independiente con continuidad jurídica derivada del Imperio, la tradicional élite republicana desestimaría la herencia cultural otomana como decadente. Recién surgiría una nueva élite con un perfil más conservador en la segunda mitad del siglo XX con una lectura diferente del pasado otomano que combinará nostalgia y emulación. Estas dos elites se pueden reflejar en las dos figuras políticas centrales turcas del Centenario, Mustafa Kemal, quien fuera el fundador de la República, además de reformista modernizador y hombre de estado, y  Reccep Tayyip Erdogan, actual presidente y figura central de la política turca en las últimas dos décadas, quien impulsó un retorno al legado conservador, promovió el protagonismo de Türkiye como actor global y logró un salto del desarrollo económico, especialmente en materia de infraestructura. 

Desde su instauración como una República secular en 1923 hasta el presente, Turquía ha atraído la atención de los observadores externos gracias a la intrincada interacción de factores geográficos, históricos, culturales y políticos. 

En el imaginario colectivo, Turquía es presentada con un puente que une Oriente y Occidente, un ejemplo de democracia y secularismo dentro del mundo islámico, además de fungir como modelo económico e institucional para otras naciones del Medio Oriente y el mundo post-soviético. No obstante, esta trayectoria tan singular ha generado una miríada de malinterpretaciones y estereotipos en torno al país, su población heterogénea y sus vínculos con la región y el resto del mundo.

El suelo turco se asienta en una confluencia geográfica entre Europa y Asia, albergando una rica diversidad de suelos, topografías, climas y especies. Desde la amplitud de los variados entornos geográficos hasta la heterogeneidad regional de su población, el país despliega un panorama multifacético que abarca desde vastas zonas fértiles en el interior costero del Mar Egeo hasta los paisajes desérticos de Capadocia, así como áreas montañosas de acceso arduo en las fronteras orientales y sureñas colindantes con Irán y Armenia. Si bien la simbiosis entre elementos europeos y asiáticos está impresa en la geografía misma de Turquía, es esencial evitar sacar conclusiones precipitadas acerca de la relación entre esta geografía y la identidad del país.

Los Imperios Bizantino y Otomano también ejercieron control sobre ambas orillas continentales, a pesar de carecer de las mismas características étnicas o religiosas. No obstante, lo que prevalece como de vital relevancia estratégica y que ha moldeado el devenir histórico es la existencia de dos estrechos que separan estos dos continentes y, al mismo tiempo, conectan el Mar Negro con el Mar Mediterráneo: los estrechos del Bósforo y los Dardanelos. 

Desde las épicas historias narradas en la Ilíada, donde la Liga Aquea procuró dominar la ciudad de Troya cercana a los Dardanelos, hasta los esfuerzos de la Federación Rusa por lograr una hegemonía naval en el Mar Negro, se perfilan ejemplos de la importancia geoestratégica de estos estrechos, bajo control de Turquía y regulados por la Convención de Montreux sobre el paso por los Estrechos (1936). El dominio de estos estrechos se mantiene como un elemento de continuidad, enlazando la geografía con la trayectoria política de la región.

La vecindad turca está lejos de ser estable. Dos de sus vecinos se encuentran en estados de extrema fragilidad (Siria e Irak), otro mantiene una relación de no reconocimiento y fronteras cerradas (Armenia), también existen tensiones militarizadas recurrentes con un "aliado" de la OTAN (Grecia) y vínculos  que combinan cooperación y competencia (Irán). De todos modos, el resto de los vecinos - como Georgia, Bulgaria y Azerbaiyán - cultivan relaciones amistosas con Ankara. 

Sin embargo, la inestabilidad regional también inflama turbulencias internas debido a la intersección de identidades culturales en la región mesopotámica. La población turca, compuesta por más de 80 millones de habitantes, exhibe una significativa heterogeneidad étnica y religiosa. Además de la minoría kurda (que se calcula que representa entre el 15 y 20% de la población) se ha observado un incremento marcado en los últimos años de migrantes provenientes de Irak, Afganistán y Siria, debido a los conflictos de las últimas dos décadas. También coexisten pequeñas comunidades circasianas, judías ladinas, armenias y lazuríes, entre otras, además de una creciente comunidad de origen ruso. 

Los conflictos de gran envergadura en el Gran Medio Oriente y el Mar Negro han dado lugar regularmente a la acogida de refugiados y migrantes que han elevado progresivamente a Turquía al rol de un actor clave en el intrincado dilema de seguridad que abarca la región.  Como en el Acuerdo de Granos del Mar Negro jugando un rol de mediador entre Rusia y Ucrania junto a las Naciones Unidas, Turquía apuesta por la estabilidad regional en base a sus intereses nacionales, porque eso además permite una mayor armonía a nivel interno. Atatürk, el fundador de la Turquía Moderna acuñó el lema "paz en casa, paz en el mundo" para referirse al modo que Turquía necesitaba relacionarse con el mundo. 

En su dimensión internacional, Turquía es miembro de la OTAN desde 1954 y fue un aliado central en el flanco oriental durante la Guerra Fría, aunque la disolución de la Unión Soviética le quitó importancia en tema de seguridad global pero, al mismo tiempo, permitió que Ankara tenga una mayor autonomía estratégica en el espacio afro-euroasiático donde ha ido reconstruyendo lazos e influencia en zonas como el Medio Oriente, el Cáucaso y Asia Central. 

Además, Ankara mantiene la aspiración de incorporarse a la Unión Europea, aunque su candidatura ha sido relegada de manera sistemática y ha diversificado sus vínculos como un actor global desarrollando una gran red diplomática en el Sur Global, particularmente en Africa Subsahariana y América Latina. Por último, Turquía forma parte de una serie de instituciones que colaboran con el desarrollo económico y la gobernabilidad regional y global como la Organización de la Cooperación Económica del Mar Negro, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y el G-20, entre otros. 

Más allá de estos desafíos, la emergencia de la 'nueva' Türkiye como una potencia regional, que combina elementos de un país moderno con una fuerte identidad islámica e imperial, se ha vuelto cada vez más visible en los últimos años debido a su rol geopolítico en la región y su crecimiento económico. 

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