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El estreno de Argentina, 1985 divide a la industria del cine en la pelea contra el streaming

En su primer fin de semana, la película de Prime Video se quedó con poco menos de la mitad de todas las entradas de cine vendidas en el país. Pero la exclusividad en salas, por solo tres semanas, es cuestionada por Cinépolis, Cinemark Hoyts y Showcase.

El camino de Argentina 1985 para convertirse en una de las películas más populares en su paso por el cine está difícil.
El camino de Argentina 1985 para convertirse en una de las películas más populares en su paso por el cine está difícil.
Pablo Planovsky 05 octubre de 2022

El estreno de Argentina 1985 reavivó una batalla que no es nueva: los cines contra los servicios de streaming. La exhibición de la película que representa el histórico juicio a las juntas militares no contó con las salas de las principales cadenas de cine que operan en Argentina: Cinépolis, Cinemark Hoyts y Showcase. La primera empresa es mexicana, líder en cantidad de pantallas en toda América Latina. Las otras son empresas de Estados Unidos. La razón de todas para no proyectar Argentina 1985 en sus pantallas es la misma: la ventana de exhibición.

En la negociación entre las distribuidoras de cine y los dueños de las salas intervienen varios factores. La “ventana de exhibición” hace referencia al tiempo que una película tiene exclusividad en las salas antes de llegar a otros medios, como discos (DVD o Blu-ray, en otra época era videocassette), video on demand o streaming. Por supuesto, los dueños de los cines en todo el mundo argumentan que cuanto más corta es la ventana de exhibición más perjudicado se va a ver su negocio. 

Del otro lado, para las empresas de streaming (Netflix, Disney, Amazon, etcétera) el modelo de exhibición en salas representa un obstáculo o inconveniente, en el mejor de los casos, para su propio modelo de negocios. 

Argentina 1985 (una producción de Amazon Studios y una de las pocas películas nacionales que no tienen el logo animado del proyector que muestra la bandera celeste y blanca antes de cada película) tiene una ventana de exhibición en salas de tres semanas. Pasado ese tiempo, los cines pueden seguir proyectándola, pero ya estará disponible para todos los que tengan Prime Video (inevitablemente, ese mismo día, también estarán al alcance online las copias piratas). 

La película protagonizada por Ricardo Darín y Peter Lanzani se proyecta en más de 200 salas independientes en todo el territorio argentino y también en otros países como Colombia, España y Estados Unidos, gracias a contar con el poder de la empresa del segundo hombre más rico del planeta, Jeff Bezos.

Aunque la narrativa social interprete al estreno de Argentina 1985 como una gesta heroica de una película argentina contra las empresas multinacionales dueñas de los mayores complejos de exhibición del país, la pelea tiene otros matices (es cuestionable poner a Amazon como si fuera David contra Goliath). La distribución local de Argentina 1985 era de Sony hasta que la empresa decidió, en una movida inusual, salir de ese acuerdo. 

Pese a las declaraciones en redes sociales del director y productores de Argentina 1985, que aseguraban que el estreno de la película en salas no estaba en peligro, la realidad era que desde antes las mayores empresas de cine estaban en una disputa contra Amazon por la ventana de exhibición. 

Aunque en redes se trató de minimizar el problema, puertas adentro las conversaciones estaban muy complicadas. Amazon no estaba dispuesto a negociar más de tres semanas de exclusividad y los cines no querían bajar el piso de los 45 días de exclusividad que tienen con las majors (las principales productoras de cine). Es cierto que Argentina 1985 llegó a los cines, pero a muchas menos pantallas de las que tenían planeadas.

Una guerra que empezó con Netflix

Este no es el primer caso de una película entre los cines y los servicios de streaming. Netflix, en 2018, estrenó Roma, la película mexicana con la que apostaba a ganar el Oscar. El gigante del streaming invirtió más dinero en publicidad que lo que costó la película en sí (US$ 15 millones fue el costo de la producción, pero más de US$ 60 millones puso Netflix en publicidad). Los cines entraron en guerra contra Netflix, que tampoco quería negociar una ventana de exhibición. 

En una ceremonia privada, semanas antes del cierre de la votación del Oscar, Steven Spielberg pidió “no premiar películas hechas para la televisión” y, se especula, fue uno de los mayores artífices de la derrota que Roma sufrió contra Green Book en la noche del Oscar.

Algo similar sucedió un año después con películas como El Irlandés e Historia de un Matrimonio. En todos los casos Netflix estrenó en Estados Unidos sus películas en ciertas salas de cine independientes para cumplir con el requisito mínimo de exhibición para poder hacer que sus películas compitan por el Oscar. Aún con los millones invertidos en más de cinco años de campaña para ganar el premio, Netflix todavía no logró  “hacer historia” ganando el premio mayor. Esa carrera se la ganó este año otra empresa con mayor poder económico: Apple, con CODA.

El estreno en simultáneo, experimento fallido

Durante la pandemia los servicios de streaming lograron torcer el brazo de las cadenas de cine. Después del peor año en la historia para las salas, los dueños de cines en todo el mundo se vieron obligados a aceptar un modelo de exhibición en el que algunas películas llegaban al mismo tiempo a las salas y al streaming. 

Películas que tuvieron un estreno simultáneo en streaming y salas (aunque fuera solo en Estados Unidos, el mismo día llegaba a todo el mundo a través de la piratería) se vieron muy perjudicadas en su paso por el cine. Los números fueron, en los mejores casos, discretos. Y los directores o productores involucrados en esas películas con estrenos simultáneos amenazaron con juicios contra las empresas de streaming.

Casi todas las empresas, finalmente, abandonaron ese modelo de distribución simultáneo que no ayudaba a ninguna de las dos partes. Acordaron reducir la ventana de exhibición de tres meses (que regía previo a la pandemia) a 45 días. Se puede argumentar que, aún con 45 días, muchos tanques de Hollywood (como la última iteración de Batman con Robert Pattinson) se vieron afectados en la recaudación si se los compara con otros que tuvieron más tiempo en pantalla. Algunos cineastas, como Quentin Tarantino, argumentan que el “piso” deberían ser tres meses. El éxito descomunal de una película como Top Gun: Maverick, que respetó esos tres meses en salas parece darles la razón.

El camino de Argentina 1985 para convertirse en una de las películas más populares en su paso por el cine está difícil. Aunque los números son impresionantes y las salas se llenaron, por ahora la hazaña que podría lograr la película es el de superar la cantidad de espectadores de la película de Adrián Suar que vendió más de 800.000 entradas. 

Si Argentina 1985 puede vender esa cantidad, o más, será sin dudas una hazaña más que notable. Pero con críticas muy favorables, una ovación en el Festival de Venecia y la posibilidad de ser nominada al Oscar en el futuro, es llamativo que los números finales puedan quedar muy lejos de los que tuvieron las otras películas nominadas como La Historia Oficial (más de 1.700.000 de espectadores en un año) y El Secreto de sus Ojos (más de 2.500.000). Habría que pensar si la “victoria”, cuando lleguen los números finales, es para el cine o el streaming.

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