No fue un éxito de la noche a la mañana. No hubo un golpe de suerte o giro increíble del destino, como sucede en las películas. El éxito de Nvidia, la empresa que en junio fue reconocida como la compañía de más valor en Estados Unidos, superando a Apple y Microsoft, se construyó con más de 30 años de trabajo ininterrumpido, genios de la computación y visionarios que se animaron a construir el futuro.
La década era 1980. Eddie Murphy, Ronald Reagan, Volver al Futuro, Los Cazafantasmas, Los Simpson, el transportador Columbia y otros hitos políticos, culturales, sociales, que transformaron el mundo, como muestra el montaje inicial de Air, la película que protagonizó Ben Affleck sobre las zapatillas de Nike. En esta nueva revolución, también crecieron los videojuegos: como Tetris y Super Mario Bros.
En esa década, las computadoras eran unos armatostes inmensos, caros y solo pensados (y diseñados) para empresas millonarias que se pudieran dar el lujo de comprarlas. Había una carrera que solo los ingenieros de más alto nivel conocían: la carrera por diseñar los chips de computadora más sofisticados posibles.
Hay una película de James Bond sobre esto: se llama En la Mira de los Asesinos. El villano (Christopher Walken) quiere quedarse con la industria de los chips para computadoras. Una clave que solo los cinéfilos pueden entender: la película en esa época ya sugería que los chips eran el nuevo "oro" que los villanos de turno querían controlar.
Volviendo al mundo real: Jensen Huang (actual presidente y CEO de Nvidia) trabajaba con Chris Malachowsky (hoy, vicepresidente de Nvidia) en Sun Microsystems. Ambos sabían que solo IBM tenía los recursos para crear sus propios chips.
Esta es una diferencia importante: la diferencia entre CPU y GPU. Los primeros reciben las siglas de Central Processing Units, que eran el foco de la mayoría (o todas) las empresas en esa época. Chips de propósito general para ejecutar comandos en una computadora. A Huang, Malachowsky y Curtis Priem se les asignó una tarea especial: desarrollar GPU (Graphic Cards Units) para renderizar gráficos en pantalla.
Jensen Huang, que antes trabajó lavando platos en Denny's, le preguntó a sus compañeros si querían formar su propia empresa. En un local de esa franquicia de comidas citó a sus compañeros: un lugar al que siempre le tuvo aprecio, porque sentía que había empezado a crecer ahí. Pasaba largas horas de la tarde y la noche charlando con sus dos compañeros de trabajo sobre las infinitas posibilidades del desarrollo de las computadoras. Fantasías que solo parecían existir en las novelas y el cine de ciencia ficción.
La revolución de las computadoras llegaría de la mano de Bill Gates, con Windows, una década más tarde. Steve Jobs también haría su aporte. Pero antes de Windows, antes de Apple, nadie pensaba en algo más que una terminal de texto y datos cuando tenía que pensar en una computadora. Una computadora carecía de sonido y gráficos complejos. Ellos pensaron en videojuegos: ¿por qué no jugar en una computadora?
En 1993 el mercado de los chips para gráficos tridimensionales de computadora era, literalmente, cero. Existían empresas que fabricaban chips para gráficos en 2-D, pero ninguna lo hacía para 3-D. El mercado de los juegos ni siquiera tenía prestigio: en la década anterior casi había quedado como un recuerdo, después del crash de 1983. Solo Nintendo y Super Mario pudieron salvar a una industria que estuvo a punto de desaparecer.
Es decir, estos tres ingenieros, que ni siquiera sabían programar en DOS, pensaron en desarrollar chips para un mercado que no existía, para consumidores que eran un nicho, y para un producto que casi había desaparecido diez años antes.
En dos años hicieron el primer chip, el NV1, que fue un fracaso. La tecnología era avanzada (un chip que procesaba gráficos y video en 3-D), pero fue visto como algo demasiado complejo por toda la industria. El fracaso estuvo por dejar el emprendimiento fuera del mercado, pero los tres arquitectos de Nvidia tenían un as bajo la manga: una alianza con SEGA.
SEGA, que amenazaba el reinado de Nintendo en el mercado de las consolas de videojuegos para el hogar, empezaba a invertir en los gráficos en 3-D. Sonic pasaba de ser un personaje bidimensional a uno tridimensional. Los luchadores de Virtua Fighter se podían mover en escenarios tridimensionales, a diferencia de Street Fighter o Mortal Kombat. Y Daytona, el juego de autos, revolucionaba los locales de arcades.
Pero la industria puso otro escollo en el camino. Empezaban a aparecer otras compañías que desarrollaban chips para gráficos en 3-D. Nvidia estaba en una situación donde todos los escenarios eran malos: si se quedaban con SEGA, perdían una carrera para desarrollar chips para Windows. Si no se quedaban con SEGA, iban a la bancarrota.
Jensen Huang no lo dudó. Voló a Japón y le explicó al CEO de SEGA, Shoichiro Irimajiri, que si cumplían el contrato que tenían que con ellos, Nvidia iba a desaparecer. Le hizo un pedido desesperado: rescindir el contrato con Nvidia, sin dejar de pagarles todo lo convenido. Es decir: pagar sin recibir nada a cambio. Algo sí recibió SEGA: el consejo de Huang, que les dijo que la industria iba a ir en la dirección que marcara Windows. Sucedió algo increíble: el CEO de SEGA les pagó todo lo acordado y los liberó del contrato.
A Nvidia le quedaba una sola vida. En apenas siete meses, el tiempo que le quedaba a la empresa para ser historia, hicieron historia. Fabricaron el chip RIVA 128, que revolucionó los alcances de la tecnología. En su primer cuatrimestre en el mercado, vendió más de un millón de unidades. Hacia fines de la década de 1990, los chips de Nvidia competían entre ellos mismos. Las computadoras podían correr juegos con gráficos en 3D, como Quake III Arena.
Microsoft vio cómo esta empresa empezó a despegar. El mercado de los videojuegos crecía a pasos agigantados. ¿Y si los videojuegos eran mucho más que un hobby para nerds? SEGA había perdido la batalla con Nintendo, pero Sony crecía con Playstation. Microsoft quería una porción de la torta. Le encargaron a Nvidia el chip para su nuevo proyecto, una consola llamada Xbox. Nvidia dedicó los recursos en la serie de chips GeForce, los primeros chips GPU.
Algunos quizás hayan visto el logo de Nvidia en computadoras de escritorio o notebooks. Distintos chips de Nvidia permiten correr algunos videojuegos en calidad baja, mediana, alta o extrema. Hoy, el mercado de los chips GPU vale millones. Las razones van más allá de los jueguitos.
Para empezar, la minería de las criptomonedas exige un rendimiento de GPU que es altísimo. Las "granjas" (como las llaman los mineros de criptos) también consumen muchísima energía (un tema que es bastante discutido entre los ambientalistas). La pandemia en 2020 aceleró la desesperación, cual fiebre de oro, por minar criptomonedas. Eso hizo que el precio de las tarjetas gráficas de Nvidia se disparara. Los gamers, por supuesto, fueron los más afectados.
Pero hay otra razón por la cual Nvidia es la compañía de mayor valor en el mundo. En 2008, la empresa dedicó especial atención a una idea revolucionaria: la inteligencia artificial. ¿Qué podía suceder si los chips GPU podían ser usador para formar redes neuronales capaces de aprender?
Al destino le agradan las repeticiones. El mercado para los chips dedicados a la inteligencia artificial, en 2008, era nulo. Nadie sabía muy bien de qué se trataba la inteligencia artificial, por más que ese mismo año una película como WALL-E llenara las salas de cine de todo el mundo. Se puede ir un poco más atrás: en 1968 una película como 2001: Una Odisea del Espacio, también trabajaba el concepto de "inteligencia artificial".
De nuevo, una decisión que podía torcer el rumbo de la historia. Nvidia se quedaba con el negocio de los videojuegos, que hace rato dominaba, sin mayor competencia que AMD, o apostaba al desarrollo de la IA.
Aunque algunos creen que la IA puede ser una moda pasajera, en algunos casos como lo fueron los NFT promocionados por figuras de Hollywood (NFT que se vendieron por cientos de millones y hoy no valen casi nada), o las criptomonedas, que para algunos expertos oscilan entre el mecanismo de acción de una estafa piramidal y el de una moneda virtual con valor real, el desarrollo de la IA es el futuro de la tecnología. Es imposible predecir cuándo y cómo sucederá: pero es un hecho.
Nvidia no se dedica solo a las tarjetas gráficas para videojuegos o al desarrollo de la IA. Mantiene frentes de batalla en los dispositivos móviles con sus chips Tegra, que sirven como procesadores para smarthpones, tables y vehículos (Toyota usará la tecnología de Nvidia para sus automóviles de conducción automática por IA).
En 2023, el 70% de las computadoras más avanzadas y rápidas de todo el mundo usaron chips de Nvidia. Nvidia hoy vale más de US$ 3 billones del mundo. Superó a Microsoft y Apple.
Nvidia puede darse el lujo, hoy, de ser la empresa que probablemente decidirá los grandes avances tecnológicos del futuro. "Futuro" no como un concepto abstracto y lejano, sino como una realidad inmediata que está a unos años de distancia.
Blade Runner, la película original de Ridley Scott, imaginaba un futuro oscuro habitado por humanos y androides, donde una de las mayores empresas del mundo era Atari.
Atari, la empresa de videojuegos, desapareció. Pero quizás la obra maestra de Ridley Scott no haya estado tan lejos en su predicción.
Quizás los androides sueñen con rascacielos de Nvidia.
