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Un ejercicio escenográfico

Un acuerdo con el FMI, imprescindible para poner la economía en marcha, requiere un programa que corte de raíz el círculo vicioso de la pobreza en el que estamos hace 46 años

Un ejercicio escenográfico
Carlos Leyba 28 enero de 2022

Con el apoyo de Alberto Fernández se realizará una marcha para exigir renuncia o destitución de los miembros de la Corte. Convocan el Ministerio de Justicia, el dirigentes sindical triunviro de la CGT –Pablo Moyano-, Cristina Kirchner –a través de la Dra. Graciana Peñafort- y la AFI –la ex SIDE, sus agentes, formales y encubiertos (¿Quebracho?)-. 

Orden germánico en la manifestación o un somatén de la barrabrava de Independiente. 

El mamarracho tiene una sola posibilidad de éxito: que alguno de los supremos renuncie. 

Si no hay flaqueza de los jueces, la jugada, además de inútil, puede ser contraproducente para los propósitos paralizadores de la Justicia que, velando por prestigio o bienes o libertad, persigue con lógica Cristina. 

Sin renuncia de los jueces no habrá posibilidad de mayoría parlamentaria especial y la Corte continuará como está.

Y, no hay que desestimarlo, tal vez ante tanta incontinencia y riesgos institucionales, la escribanía del Frente de Todos puede comenzar a deshilvanarse. 

Hoy y el martes próximo vencen cuotas con el FMI. 

Cuando escribo estas líneas no sé si pagaremos u obtendremos una espera. O si declararemos el primer default con el FMI: es lo que, en Honduras, sugirió CFK.  

Estos cinco días presentarán dos escenarios básicos. Tal vez cuando esto se publique ya la cuestión FMI esté decidida: pago o pedido de espera, o lisa y llanamente default. 

Estilizar dos escenarios extremos ayuda a comprender la circunstancia nacional. 

El escenario “I” es el de “riesgo interno”. Es aquél en que el 1° de febrero ya le habremos pagado al FMI, nos quedamos sin dólares, pero “amigos”. Siguen las conversaciones para un acuerdo apoyado ahora, según parece, por el mismo Joe Biden (obra de Jorge Argüello). O bien obtenemos una espera, pero comprometemos una Carta de Intención. En ese caso las finanzas se calman. 

Pero el martes ocurre la marcha en Tribunales. ¿Será suficiente, para los K duros, gritar contra la Corte? 

Sume condena a Venezuela (derechos humanos) y fallido pedido de captura al iraní en Rusia (¿pavimenta el camino al acuerdo?). ¿No dirán nada en Tribunales? 

Sin duda la protesta, si está en marcha el acuerdo con el FMI que el Instituto Patria entiende innecesario (Alejandro Bercovich) e inconveniente, es un riesgo interno de ruptura dentro del Gobierno. 

¿Alguien imagina Luis D'Elía, cantando “acuerdo, acuerdo, pi pi pi, el pueblo con el FMI”?

A la protesta contra la Corte se sumará la rechifla a Martín Guzmán (no me animo a escribir la rima futbolera), pasando por Fernández, por haber pagado o por el acuerdo que implica encaminarse, en algún momento, a un orden fiscal que permita, en el tiempo, no necesariamente superávit primario para pagar, pero sí un orden para acceder al crédito (interno o externo) a tasas de interés menores a la de crecimiento del PIB y de las exportaciones. 

Una economía más ordenada y en crecimiento. “Todo taller de forja es un mundo que se derrumba” (H.Y.). Pero un mundo que se derrumba no es un taller de forja. “El orden” sin crecer no es un taller de forja sino provocar el derrumbe. 

Ordenar la economía sin crecer es una quimera. El sueño de los locos. Los locos de tipo uno (hay del tipo dos) son los que creen posible “ordenar la economía” dejando de lado el diseño del crecimiento, desarrollo y progreso, que no son lo mismo. 

Un acuerdo con el FMI,  imprescindible para a economía en marcha, requiere un programa, global y simultáneo, que ponga en acto el potencial productivo del que disponemos (desarrollo), que corte de raíz el círculo vicioso de la pobreza en el que estamos instalados hace 46 años (que habilite el progreso social) y que dispare el crecimiento de los sectores productivos que le permitan agregar valor a nuestras exportaciones (exportar creciendo). 

No existe la viabilidad del orden estacionario. O la economía crece, se desarrolla y progresa (las tres dinámicas) o inexorablemente declina, torna regresiva en esas tres dimensiones y prologa una catástrofe. 

El mayor peligro que afronta, en esta coyuntura, la necesaria búsqueda del orden fiscal es pretenderlo fuera del contexto de un programa global y simultáneo que permita ordenar creciendo y crecer ordenando. 

Ese programa requiere condiciones de consenso  (que no están) y licuación de los liderazgos tóxicos (que abundan) y además de ese saneamiento, una visión sistémica de largo plazo, para la que la dirigencia (política, económica, social, intelectuales) es hoy absolutamente ajena. 

Hay excepciones que los medios excluyen. “Pensar” no tiene rating. Tiene mas rating una pelea estúpida entre personajes que una reflexión profunda acerca de nuestros males. 

No hay diagnóstico sin reflexión conversada. Sin diagnóstico no hay cura. 

Los discursos en los medios navegan la superficie: describen lo que se ve. No las raíces.

Esta crisis colosal que arrastra una decadencia de 46 años, y a la que el equipo de Mauricio Macri ha colocado al borde del abismo, depende de lo que hagamos ahora. No el futuro del país, sino si el país tiene futuro o comenzamos un período de deshilachamiento a girones. 

Las proyecciones sociales, de seguir la actual improvisación en el tratamiento de la pobreza, son catastróficas. Estamos cerca del punto de no retorno. 

El crecimiento, la estrategia de atracción de inversiones -copiando lo que hace el planeta- es condición necesaria para evitar la catástrofe social. Pero no suficiente. Gobernar es atraer inversiones que generen trabajo. Pero el desarrollo es aprovechar el potencial productivo dónde está. No se trata sólo de crecer sino de desarrollar y acelerar el progreso social: 60% de los niños van camino a la exclusión. 

La celeridad con la que el Gobierno (extinguiendo sus liderazgos tóxicos) busque un consenso para un diagnóstico sistémico es la única garantía que el camino del acuerdo pueda ser transitado.         

Pero el 1° de febrero puede que estemos en el Escenario “II” que sería el de celebración de la ruptura con el FMI porque no le hemos pagado y no buscamos una espera para “seguir las conversaciones”. Si conversamos estaríamos en el Escenario “I”: no tenemos la plata, queremos pagar, nos tiran una soga. 

El escenario “II” es “no pago” y rompo las conversaciones. Muchos sostienen que “dejar de pagar” no tiene consecuencias internas (nadie retira los dólares del banco) ni externas (nadie nos corta las líneas de crédito) o que si todo eso ocurre existen países amigos que nos brindarán la ayuda necesaria para sortear el mal trago. Son los “locos de tipo 2”.

Cavilaciones inevitables: ¿será para demostrar cómo se puede sortear el mal trago que Alberto Fernández viaja a Rusia (¿amenaza de invasión a Ucrania?) y China? ¿Será hacer pito catalán internacional a las gestiones de Argüello ante el Gobierno de EE.UU.?  De verdad no lo creo: en todo es más torpeza que astucia. 

Si se diera el escenario “II”, presenciaríamos “estallido popular” frente a Tribunales, los cánticos que embelesaban a Cristina en el Patio de las Palmeras: “Aquí están, estos son, los pibes de la Revolución”. 

Ese escenario “II” necesita una aclaración. El embajador político ante China, Sabino Vaca Narvaja, que en la práctica actúa como si fuera un lobista chino en Argentina (extraño caso, todos los embajadores políticos en China actúan igual), aclaró que la República Popular de China no apoyaría un default con el FMI y que no sería el “prestamista de última instancia” al que podría recurrir Argentina. 

Una afirmación que ningún embajador de Argentina debe hacer invocando una suerte de representación del Gobierno chino. Pero, como decía Jacobo Timmerman, “la ideología antes de la noticia”. 

Vaca Narvaja nos dice: “Los chinos dicen 'no lo hagas'”. 

Pero, producido el descalabro, con la autoridad moral de “yo te dije que no lo hagas”, ¿no abundarán las ofertas de usinas nucleares, trenes, la infraestructura necesaria para profundizar la primarización de las exportaciones argentinas, en el marco del acuerdo y sin licitación? 

En esa dirección estructural no hay diferencias de partido, Cristina, Franco y Mauricio, han avanzado entusiastas en esa vía. Las palabras se las lleva el viento. Los contratos no.   

Memoranda: Cuando Fidel Castro, cuya revolución y fusilamientos fueron celebrados en la Plaza San Martín por Américo Ghioldi mientras la tapa de “Life” en español, mostraba a Fidel comulgando de rodillas, nacionalizó los ingenios y propuso pagarlos en un plazo, digamos, infinito, EE.UU. le cortó el chorro y lo bloqueó. 

La URSS decidió “bancar” a la Revolución y el PC, que hasta el último momento apoyaba a Fulgencio Batista, y  se cobró por adelantado aquella ayuda: en La Habana con 40° a la sombra las librerías sólo ofrecían libros de Ediciones Pueblos Unidos y novelas con el título, por ejemplo, “Botas de nieve en Moscú” (sic).

La desesperación es mala consejera. Siempre. De ambos lados.

Mauricio, luego de los errores horribles de su equipo de inexpertos, que recitaban “ortodoxia de manual” sin entenderla, terminó aplicando cepo, retenciones a todo lo que camina, reperfiló la deuda en pesos y nos endeudó en US$ 45.000 millones a pagar mañana. Todo para remontar una elección. ¿Indigno?

Ante la certeza que las cosas vienen mal, y que es extremadamente difícil levantar esta hipoteca sin llamar a toda la familia y ver que pone cada uno y sentarse a conversar para la profundidad de un diagnóstico y para el compromiso de aplicar los remedios, sin que ocurra la iatrogenia a la que estamos acostumbrados, no vaya a ser que el Gobierno decida, como Macri, acudir, en la desesperación, al favor del Celeste Imperio y a cambio renunciar a forjar el proyecto propio consensuado y adoptar el ajeno, que es conveniente para el que, en la desesperación, te ayuda, pero que dada las relaciones de poder, necesidad y tamaño, te garantiza la dependencia que nunca deja desarrollarte aunque, por un tiempo, te ayude a crecer.  

Gran paradoja: “Los pibes para la Revolución terminan vivando la dependencia”.

Los escenarios sugieren. Por ahí ayudan antes que sea demasiado tarde.

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