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Kreatópolis: pilares creativos para la resiliencia urbana

Llegó el momento de que la inteligencia de cada agente creativo se divierta buceando por soluciones sostenibles para todos con una visión global. Esta marea sólo puede ser eficaz en conjunto y para ello los creativos necesitan conectarse con los gestores públicos y los ciudadanos.

Kreatópolis: pilares creativos para la resiliencia urbana
Alejandro Orozco 21 junio de 2023

El crecimiento y complejidad de las necesidades en las áreas metropolitanas es un estímulo paradójico. Al mismo tiempo que detonan la polarización política y la inestabilidad económica, producen una explosión creativa sin igual enfocada en la generación de resultados transformadores para las millones de personas que las padecen. 

Al encontrarnos inmersos en la "década de acción" para el desarrollo sostenible, se vuelve crucial aprovechar dicho potencial transformador de la cultura para asegurar que las ciudades conviertan sus inequidades actuales en fuentes de empleo, regeneración ambiental, cohesión social y nuevas formas de vida. 

Para atravesar este camino, son necesarios pilares creativos con base en la experiencia internacional, la historia local y las expectativas de cada comunidad. 

El futuro global está en constante ebullición y su epicentro se encuentra en la capacidad innovadora de las ciudades. Como señala el BID, son las ciudades creativas o kreatópolis las que enriquecen espiritual y materialmente a sus comunidades, a la vez que integran ideas y contenidos en torno a un proyecto de desarrollo social y económicamente sostenible. 

Si bien pueden concebirse diversos escenarios para el porvenir urbano, su realidad se verá condicionada por la pobreza, inequidad, gestión deficiente, digitalización acelerada y una crisis climática persistente. 

El fermento necesario para superar estas circunstancias está en potenciar "una cultura que fomente la creatividad, celebrando a los innovadores, admirando a los emprendedores y tolerando sus fracasos". 

De allí la relevancia de forjar alianzas institucionales para dotar de contexto y contenido cultural a los Objetivos del Desarrollo Sostenible y la Nueva Agenda Urbana como guías de creatividad con sentido ciudadano.

Si la creatividad es la inteligencia divirtiéndose, entonces existe un terreno amplio y fértil para lograr que ese potencial se traduzca en soluciones duraderas para cada ciudad en función de sus ideas, costumbres e invenciones. En efecto, este potencial ha sido reconocido por la UNESCO, al señalar la capacidad habilitadora de la cultura para forjar canales hacia la sostenibilidad ambiental, social y económica. 

Como muestra de ello, los conocimientos y habilidades ancestrales ayudan a construir resiliencia comunitaria frente a desastres climáticos, así como también la educación en artes y diversidad cultural equipan a los jóvenes para convertirse en líderes ciudadanos. 

Para tomar dimensión de su contribución, el sector cultural y creativo representa actualmente el 3% del PIB global, el 6,2% del empleo (48% femenino) y sus productos son considerados un bien público global por parte de Naciones Unidas. La magnitud de los desafíos que enfrentan las ciudades requieren de enfoques de política pública centrados en las personas y conscientes de la interrelación entre todas las dimensiones del desarrollo. 

Sin embargo, la creatividad y la cultura presentan bajos niveles de inversión y son sólo 13% de las agendas de desarrollo que reconocen su rol en la transformación social.

Esta misión se vuelve mucho más desafiante al adentrarnos en las ciudades argentinas. Desde la Puna a las tierras australes, cada urbe cuenta con un ecosistema particular en el cual el sector privado, la academia y el gobierno interactúan constantemente y, cuando lo hacen de forma sinérgica, generan atracción, alrededor de 1 millón de empleos, desarrollo tecnológico y difusión de conocimientos. 

De forma ilustrativa, esta dinámica ha posicionado a Resistencia (Chaco), como la capital nacional de las esculturas, ha permitido el crecimiento de Mendoza como plaza audiovidual y ha ubicado a la ciudad de Buenos Aires como un centro de diseño. La extensión de la actividad, no obstante, reproduce también la concentración del talento y las oportunidades. En este sentido, como indica el Indice de concentración regional de industrial culturales, la Ciudad y provincia de Buenos Aires concentran el 60% de la actividad creativa del país, especialmente en música, publicidad y editoriales. 

Si buscamos que cada urbe se transforme en un laboratorio de soluciones para su población, se vuelven cada vez más importante valorizar iniciativas de formación en gestión cultural como las del Consejo Federal de Inversiones y de difusión de experiencias exitosas como el Mapa de Soluciones Locales de la Red de Innovación Local. 

¿Cómo identificar el potencial, mitigar las dificultades y aprovechar la explosión creativa para un futuro resiliente? Ello conlleva construir cooperativamente pilares creativos para la sostenibilidad. El primero de ellos está constituido por la generación e integración de datos para la toma de decisiones

A nivel global, los indicadores de cultura 2030 de las Naciones Unidas proveen un marco para que cada ciudad y país monitoree el progreso de los mecanismos habilitantes de la cultura a la agenda de sustentabilidad. A nivel nacional, ello se ve complementado por el Sistema de Información Cultural de Argentina (SINCA) e iniciativas como el Observatorio de Industrias Creativas de Buenos Aires. 

El segundo está marcado por la institucionalización del ecosistema creativo de la ciudad, a través de asociaciones público - privadas que permitan la interacción física y virtual de los actores locales como el Distrito 33 en Mendoza. 

El tercer pilar implica integrar las políticas públicas locales a través de un marco coherente de acción. Aquí, el Banco Mundial y la UNESCO ofrecen una orientación para que las diferentes ciudades sean atractivas para el desarrollo de recursos creativos, para que sean escenarios de innovación y para que se incentive el crecimiento económico local. 

Ello supone enfocar la acción pública en 6 factores habilitantes: infraestructura urbana, capital humano, redes sociales, instituciones y regulaciones, una marca local y el ambiente digital. En su conjunto, estos pilares abren la posibilidad de crear valor al reconocer el potencial intrínseco de cada comunidad para resolver cooperativamente sus necesidades.

En tiempos turbulentos como los actuales, Honoré de Balzac supo afirmar que "no hay nada más poderoso que una idea a la que le ha llegado su momento". Como un reflejo de este pensamiento, las ciudades son una fiesta en donde el talento se encuentra ante desafíos antiguos como la pobreza y contemporáneos como el cambio climático. 

Como nunca antes, ha llegado el momento de que la inteligencia de cada agente creativo se divierta buceando por soluciones sostenibles para cada vecino con una visión global. 

Más allá del potencial individual, esta marea naranja sólo puede ser eficaz en conjunto y para ello los creativos necesitan conectarse con los gestores públicos y los ciudadanos en un ecosistema virtuoso. Los datos, vínculos formales y un mapa compartido son los elementos indispensables para consolidar kreatópolis resilientes. 

Para que estos pilares estén unidos en el largo plazo, es necesario que las acciones públicas se centren en los ciudadanos y que tengan en cuenta el papel transversal de la cultura en cada momento. En resumidas cuentas, la resiliencia de las ciudades tiene una exigencia: la función debe continuar. 

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