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One Piece, la nueva serie de Netflix que parece haber encontrado la clave para adaptaciones de animé

La historia de Hollywood adaptando animé está llena de fracasos: Dragon Ball, Cowboy Bebop, Ghost In The Shell, Avatar y Death Note, entre otras. Pero Netflix asegura tener un éxito entre manos que puede cambiar la industria: cómo lo logró.

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Pablo Planovsky 13 septiembre de 2023

Mientras navega las turbulentas aguas de la probable implosión del mundo del streaming (que algunos expertos en la industria, como James Cameron, advirtieron hace algunos años) Netflix apostó por aventurarse en las extrañas mareas del mundo del animé. Los dibujos japoneses que hace unas décadas parecían ser un consumo cultural de nicho, de unos pocos entendidos que se juntaban en convenciones para fanáticos, ahora descubre un público más amplio. One Piece, la adaptación live action del extenso manga creado por Eiichiro Oda, es el nuevo intento de conseguir el preciado botín de las propiedades intelectuales que todavía pueden ser explotadas.

Es decir, por más que el animé haya crecido (y los números lo confirman), todavía puede llegar a un público todavía más extenso: trascender las fronteras del prejuicio contra los dibujos animados (sean o no japoneses) de ciertos espectadores.

Cowboy Bebop fue uno de los primeros intentos de Netflix por conseguir que más personas se suban al barco del "animé": entre comillas porque también era una adaptación live action. Como señalaron algunos medios de Estados Unidos, como IndieWire, los intentos por capitalizar dibujos animados con "personas reales" no es nuevo: Disney explotó con éxito todas las remakes de sus clásicos animados de los noventa. La Sirenita fue un traspié. La más exitosa para la casa del ratón fue El Rey León: la remake que era tan animada como la original, pero se vendía como una remake "live action".

Hollywood y animé, ¿asunto separado?

Cuando las embarcaciones del mundo de los superhéroes de los multiversos de Marvel y DC parecen estar naufragando, los estudios se vuelcan hacia otras propiedades intelectuales. Warner sonríe con Barbie, la película más taquillera del año, porque cree haber descubierto la clave para el oro: películas basadas en juguetes, que apelen a la nostalgia de un público adulto, pero al mismo tiempo se sientan como sentencias relevantes sobre problemas modernos. Barbie explotó las urgencias y ansiedades del post feminismo. Mattel ya prepara una versión adulta de Barney, el dinosaurio violeta, protagonizada por Daniel Kaluuya.

El traslado del manga al animé es más "sencillo" de realizar, por la naturaleza del medio, que las adaptaciones del animé al cine o la televisión live action. Hay varias razones por las cuales Dragonball Evolution todavía se sostiene como un manual de todo lo que está mal en el paso de un animé muy querido hacia Hollywood: el elenco, la idiosincrasia, la estética, etc. Se puede hacer una lista larga sobre todo lo que convirtió a esa película en una de las menos queridas de la historia, incluso más allá del amor (u odio) que puedan sentir los fanáticos de Dragon Ball al ver el producto que ideó Hollywood.

Dragonball Evolution ni siquiera tuvo el visto bueno de Akira Toriyama, productor ejecutivo de esa película y creador de las aventuras de Goku y compañía. Toriyama quedó tan decepcionado por esa película que revitalizó la máquina de ganancias (que incluye juguetes, películas, videojuegos y series) que es Dragon Ball con Dragon Ball Super.

Dragon Ball no fue la única víctima de Hollywood. El Último Maestro del Aire (el título Avatar del original quedó para James Cameron después una breve disputa) naufragó bajo el capitanazgo de M. Night Shyamalan. Cowboy Bebop fue un fracaso para Netflix de la misma manera que lo fue el live action de Death Note. La estrategia de la N roja parece ser la siguiente: ofrecer en su catálogo los animé originales, como para construir una audiencia, y después intentar capitalizar en un público más amplio la explotación mayor de los títulos.

Un mercado que se abrió paso más allá de Asia

Aunque antes existió Heidi, en América Latina el animé interpeló a la generación que creció frente a la pantalla de la televisión tradicional en los noventa. Importaciones culturales que calaron hondo en jóvenes que descubrían otro tipo de dibujos animados, que no necesariamente eran las melodías animadas de ayer y hoy de Warner Bros. Magic Kids, el extinto canal argentino, compraba los enlatados de Dragon Ball (y Z y GT), Caballeros del Zodíaco, Slam Dunk, Sailor Moon, Digimon y Pokémon, para ofrecer un producto distinto. Funcionó. Señales como Cartoon Network hicieron lo propio en países como Brasil.

Demon Slayer: El Trren Infinito se coronó como el estreno internacional cinematográfico más taquillero de 2020 en medio de la pandemia. Sin dudas, ya no se trata de algo de nicho: sino de un mercado en expansión. En ese abanico más amplio de títulos que ofrecen las historietas japonesas está One Piece, el shōnen (enfocados en jóvenes hasta 15 años) sobre el pirata Luffy en sus aventuras por conseguir un tesoro soñado. One Piece es el manga más vendido en la historia, con más de 500 millones de volúmenes comprados en todo el mundo.

A diferencia de un animé como Ghost In The Shell (que bebe, a su vez, de Blade Runner), adaptar One Piece es más difícil: no solamente porque los personajes desafíen las leyes de la física. En One Piece los personajes pueden estirarse, contraerse, realizar muecas imposibles: leyes que gobiernan la estética y dinámica del manga. Animar esos dibujos es una cosa. Intentar que lo puedan hacer actores es otra: es imposible. Hay una delgada línea que separa el kitsch del camp del ridículo. La adaptación live action para cine de Meteoro, que suma amores y odios, prueba que no se puede dejar a todo el mundo contento.

Si las métricas de Netflix (anunciadas por Netflix) son de creer (imposible auditar o cotejar si es tan así como el servicio de streaming asegura), con One Piece parece haber encontrado el mapa hacia el éxito. El estreno de la serie sumó más espectadores en todo el mundo que Merlina. El éxito de Jenna Ortega bailando en pose dark ahora es sucedido por un elenco multicultural que se visto como Luffy y compañía, persiguiendo botines y enfrentando peligros por donde sea.

Akira Kaneto, streamer y creador de contenido de animé en Argentina, explica las razones del fenómeno. En su opinión, algunos de los puristas de la versión original de One Piece, que critican el live action de Netflix "creen que el público son ellos solos. Es imposible adaptarlo todo de manera idéntica. El equilibrio ideal para una adaptación live action es respetar la obra original en el lenguaje cinematográfico. Hay cambios, pero el corazón de One Piece está ahí. Oda supervisó la serie, mandó a reescribir y regrabar escenas que no lo conformaron, por eso la producción demoró un año más de lo previsto".

¿Es One Piece el caso de una adaptación exitosa "a otro medio" (el live action) o una adaptación exitosa a "otro modelo productivo" (el de Hollywood)? Para Akira el éxito es la segunda: "Ruroni Kenshin y Parasyte fueron producciones japonesas exitosas. Lo único que Hollywood hizo bien fue Alita: Battle Angel, pero no le fue bien en taquilla", dice sobre la producción para cine respaldada por Robert Rodríguez y James Cameron. "El éxito de One Piece puede significar para el animé lo que pasó con las adaptaciones de videojuegos al cine. Durante muchos años esas adaptaciones fueron pésimas. Pero con películas como Sonic, Super Mario Bros. o series como Arcane, The Last Of Us o Castlevania, parecen haber encontrado la fórmula para hacer algo entretenido para el público general, respetando la obra original".

La opinión del público en IMDb es inusualmente alta para un live action basado en animé: 8.5/10. No fue tan favorable la opinión de la crítica (67/100 en Metacritic). Pero Netflix no piensa en ganar Emmys con One Piece: quiere construir una embarcación capaz de navegar durante años juntando el oro del bolsillo de los espectadores. Si esta adaptación consigue aunque sea tener la mitad del éxito del manga, entonces Netflix tiene motivos para celebrar.

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