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Old Boy: la película cumplió veinte años de su estreno

Es la obra que permite entender el inicio del fenómeno de la industria cinematográfica y audiovisual coreana en todo el mundo. Una oda cinéfila con eje en la venganza. Fue premiada en el Festival de Cannes por el mismísimo Quentin Tarantino.

La película Old Boy del director Park Chan-wook fue el Big Bang para el cine coreano.
La película Old Boy del director Park Chan-wook fue el Big Bang para el cine coreano. .
Pablo Manzotti 13 julio de 2023

"Un sonido como el que podría hacer un reloj envuelto en algodón. Yo jadeaba, tratando de recobrar el aliento, y, sin embargo, los policías no habían oído nada. Hablé con mayor rapidez, con vehemencia, pero el sonido crecía continuamente".

-Edgar Allan Poe "El Corazón Delator"

Hace unos meses, en esta misma sección, se comentaba el éxito de una nueva semana del ciclo de cine coreano en Buenos Aires. Cualquier consumidor habitual de contenidos en plataformas de streaming observa una oferta creciente de propuestas audiovisuales que llegan de la factoría asiática, particularmente de Corea del Sur. 

Dramas, aventuras, telenovelas, películas y series. 

El éxito de El Juego del Calamar de la mano de Netflix habilitó la posibilidad de que la empresa apostase fuertemente a lo que ofrece la industria de ese país. Los contenidos coreanos se multiplicaron. El Oscar que ganó la película Parasite terminó de confirmar lo que ya era evidente 

Para rastrear este fenómeno de la industria coreana hay que retroceder a los primeros años del siglo XXI, dónde era ya una industria a la que convenía prestar atención. Había logrado una identidad que se basaba en la multiplicidad de temáticas abordadas, en su notable acercamiento al cine de género y su efectiva convivencia entre el cine de autor y el industrial. Como en todo proceso que se desarrolla poco a poco hay un punto de quiebre, una expresión destacada. En este caso hay una película en particular que ofició como Big Bang para que suceda todo lo comentado. 

La película es Old Boy del director Park Chan-wook y se acaban de cumplir 20 años de su estreno. Precisamente esos 20 años que permiten entender el auge del cine coreano a nivel mundial

Old Boy es inagotable. Uno de esos discursos fílmicos que conviene repasar y repasar para descubrir guiños y formas narrativas diferentes en cada visionado. La premisa es atractiva y adictiva para perderse de lleno en el relato: ¿por qué un hombre es secuestrado y encarcelado durante 15 años para ser puesto en libertad de un día para otro sin explicación alguna? 

Park Chan-wook produce y articula el discurso definitivo del posmodernismo cinematográfico para abrir el nuevo siglo. Va dejando pequeñas pistas para que el espectador trate de armar un rompecabezas perverso y alucinante. 

Por supuesto su obra abreva en el manga pero dialoga constantemente con el corazón cinéfilo de Hitchcock (el director ha confesado su admiración por el maestro del suspenso). En este rompecabezas que propone Chan-wook se altera el relato lineal: el sujeto que es liberado renace con sed de venganza y con la curiosidad extrema de entender el motivo de su encarcelamiento. 

Lo interesante es que su prisión fue el resultado de una venganza con germen en un hecho clave precedente. Park Chan-wook articula un relato concéntrico que opera sobre círculos narrativos que van del pasado al presente, un flashback oculto entre líneas que determina la lógica perversa de la acción y que invita al espectador a transitar un laberinto. 

Como si se tratara de Hansel & Gretel, el realizador deja pistas, migajas cinéfilas para que la obra cobre forma y la intriga se corte abruptamente con actos de violencia extrema, tanto explícita como simbólica. 

En esa línea de análisis en dónde se sustenta la importancia de Park Chan-wook, su primer arco cinematográfico y, particularmente, Old Boy. Una de las escenas más conocidas de la película tiene como eje el quiebre definitivo en la persona de Oh Dae-su. 

Es un plano secuencia (un plano sin cortes que narra una misma acción), punto de vista recto, movimiento de cámara lateral (travelling) lateral y dónde el protagonista se enfrenta solo con un martillo a una banda en un corredor estrecho. Es una escena de violencia explícita que molesta, perturba, pero que determina simbólicamente la personalidad del sujeto: nadie lo va a detener en su sed de venganza. 

Pero hay un detalle que complementa esa narrativa. La sed de venganza es, a su vez, sed de entendimiento. De conocer el porqué de su cautiverio. Y, en ese plano, la violencia explícita pasa al plano simbólico, perverso y perturbador. Park Chan-wook trabaja sobre los instintos básicos y articula un proceso narrativo que va del acto tabú al amor, atraviesa la violencia visceral y, finalmente, a la venganza como motor de todo lo anterior. 

El camino de la venganza 

Luego de un recorrido inicial en la década del noventa con películas que daban cuenta de una búsqueda de identidad narrativa, Park Chan-wook logra un impacto local y mundial con el film JSA: Joint Security Area (2000). 

En este caso la acción se ubica en la frontera entre las dos Coreas y un crimen en esa zona conocida como Área de Seguridad es el disparador de este thriller militar en que despliega sus temáticas favoritas y aprovecha elementos del lenguaje cinematográfico como planos largos y travellings, además de giros narrativos apoyados en flashbacks que resignifican la acción. 

Las películas que sucedieron a JSA se conocen como su "trilogía de la venganza". Sympathy for Mr. Vengeance (2002), Old Boy (2003) y Sympathy for Lady Vengeance (2005).

En el año 2004 fue Quentin Tarantino quien entendió que había que era hora de un gran reconocimiento mundial al cine asiático y, particularmente, al cine coreano. Ese año fue  presidente del jurado del Festival de Cannes y con su influencia impuso su mirada: la muestra cinéfila por antonomasia reconoció al director Park Chan-wook con el Gran Premio del Jurado por Old Boy. Precisamente por el éxito de la película, varias veces el director fue criticado por presentar relatos demasiado "occidentales". 

Y ahí es dónde radica el punto de discusión más interesante: el género ofrece una estructura reconocible, Park Chan-wook dota a esa estructura de una identidad, de un estilo propio que permite establecer un relato diferente abordando temáticas desde puntos de vista nunca antes transitados.

Los 20 años del estreno de Old Boy son una excelente excusa para volver sobre ella y descubrir algún elemento más, algún detalle significativo que se haya escapado de ese caleidoscopio visual que propone el director con notable maestría. 

 

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