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A24: así es la productora de cine independiente que crece gracias al éxito de películas como Háblame

Con apenas 11 años en la industria, A24 se erigió como el mayor sello de producción y distribución de cine independiente. Y no para de crecer día a día. Negocios multimillonarios y películas exitosas lograron establecer una marca reconocida por cinéfilos.

A24: así es la productora de cine independiente que crece gracias al éxito de películas como Háblame
Pablo Planovsky 28 agosto de 2023

La premisa puede sonar básica: un grupo de adolescentes se juntan en una casa para jugar con una mano embalsamada que puede contactar ánimas atormentadas. La sesión de espiritismo que comienza como algo divertido se convierte en una pesadilla. Los jóvenes son perseguidos por espíritus que no descansan en paz. La película se llama Háblame, es australiana, no tiene estrellas como protagonistas y costó US$ 4,5 millones.

Para los distribuidores, hay algo más importante que las críticas positivas que recibió: los US$ 47 millones que lleva recaudados en todo el mundo. Y en especial para A24, la productora y distribuidora de cine independiente que no para de crecer en Hollywood.

Para contextualizar el suceso de Háblame hay que entender que en 2023 los tanques de Hollywood colapsaron en la taquilla de todo el mundo. El cine de terror, en cambio, prueba desde 2022 que es la mejor inversión posible.

Costos de producción ínfimos en comparación con las grandes franquicias de Hollywood con un margen de ganancia elevado. El Teléfono Negro, Evil Dead: El Despertar, Bárbaro y Scream 6, por nombrar algunos títulos recientes, probaron que el éxito no es casual.

Háblame se estreno en octubre 2022 en el festival de Adelaide. Pero recién después de su paso por el festival de Sundance 2023 llamó la atención de Universal, el gigante de las películas que quiso adquirir los derechos para distribuir la película. La pulseada, en otra demostración de fuerza de un "pequeño" gigante que crece, la ganó A24. La historia de la productora es un caso de estudio para comprender los movimientos adecuados en los momentos correctos para crecer en una industria como la del cine.

A24 fue fundada en 2012, la época en la que empezaba a crecer las franquicias de superhéroes en las salas de todo el mundo de la mano de El Caballero de la Noche Asciende, de Christopher Nolan, y (en especial) Los Vengadores de Marvel. La década empezaba a mostrar signos de cambios que todavía no se hacían sentir del todo. Las series vivían una nueva época de oro y, como frutilla del postre, Netflix empezaba a ser conocido como algo más que un servicio de streaming.

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Frente a los vientos de cambio, los grandes estudios decidieron apostar a lo seguro. Superhéroes, franquicias y secuelas: una burbuja que parece estar a punto de estallar, si es que ya no estalló; costos de producción cada vez más altos que exigen recaudaciones multimillonarias si no quieren ser fracasos comerciales. De lado quedaban las producciones independientes que, con suerte, podían ganar algún Oscar pero no movían el interés del público general, que las esquivaba cuando pasaban por los cines. Había otro problema: las películas que podían ser premiadas en la Academia de Hollywood o en festivales como Cannes eran historias más bien "conservadoras" en cuanto a géneros y autores.

Con películas inusuales, como Spring Breakers, de Harmony Korine, o Adoro la fama, de Sofia Coppola, A24 empezó a asociarse con nuevos "autores" de la industria del cine. Ni Korine ni Sofia Coppola iban a llenar las salas solo con sus nombres, pero el plan era a largo plazo: construir una marca reconocida, nueva y arriesgada para el público más cinéfilo. El primer batacazo lo tuvo con una película de ciencia ficción: Ex Machina.

La película que reimagina la historia del Dr. Frankenstein (esta vez con un androide y la inteligencia artificial como el rayo que le da vida) costó US$ 15 millones y recaudó más de US$ 30 millones en todo el mundo. Lo más impresionante fue que en 2016 derrotó a dos titanes como Mad Max: Furia en el Camino y Star Wars: El Despertar de la Fuerza, en el rubro que se suponía que esas películas iban a ganar: el que premia a los mejores efectos visuales. David venció a Goliath. El cine independiente de ciencia ficción y fantasía ganaba en la meca del cine.

Mientras A24 crecía, financiada con préstamos de J.P. Morgan y Bank Of America, al mismo tiempo tendía puentes con gigantes como Amazon, Apple y hasta BitTorrent. Con cada uno tenía distintos acuerdos: ceder los derechos de los títulos para streaming, producción de contenido o simplemente publicidad.

En cine, A24 construía más senderos dentro de géneros que no gozaban con la mejor reputación de parte de los críticos o de la industria en general. Robert Eggers, con La Bruja y El Faro, y Ari Aster, con El Legado del Diablo y Midsommar, redefinían el concepto sobre el cine de horror. No eran los únicos jóvenes talentos que crecían bajo el apadrinamiento de la nueva empresa. Jonathan Glazer (con Under The Skin), Bo Burhnam (Eight Grade), los hermanos Safdie (Diamantes en Bruto, el primer gran éxito comercial de A24, protagonizado por Adam Sandler) y, años antes de conquistar la taquilla con Barbie, Greta Gerwig (Lady Bird). No es casual que en las redes algunos cinéfilos hayan querido acusar a la directora por "venderse" al sistema, al dirigir una película financiada por Warner Bros. y Mattel.

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También se afianzó con directores legendarios como Paul Schrader (el guionista de Taxi Driver dirigió películas como El Reverendo, distribuidas por A24) y Martin Scorsese. El afamado realizador elogió varias veces películas de terror de A24, como Pearl, El Legado del Diablo y Midsommar. Ambos participaron además de la serie de podcasts que la distribuidora produjo para fomentar el cine independiente.

Después de Ex Machina, A24 consiguió otra hazaña: ganar el Oscar a mejor película con Luz de Luna, la historia de un joven negro y homosexual que crece en Miami. Se coronó con una calificación casi perfecta de parte de los críticos (99/100 en Metacritic, cuando se estrenó) y le ganó el Oscar a películas como La La Land, Hasta el Último Hombre, emblema de un modelo (industrial y narrativo) de esos que "ya no se hacen". En California lo novedoso triunfaba frente a lo más tradicional.

La pulseada que A24 le ganó a un titán como Universal, por los derechos de distribución de Háblame, muestra que la empresa ya no es tan David y está convirtiéndose en un nuevo Goliath. En 2023 arrasó con los premios Oscar: Todo en Todas Partes al Mismo Tiempo se llevó 7 estatuillas algo que no sucedía desde 2009 y A24 hizo historia al ser la primera distribuidora independiente en ganar en todos los rubros principales con una sola película. Además, La Ballena, el drama sobre el personaje obeso que interpreta Brendan Fraser, ganó premios y tuvo un gran desempeño comercial.

En su crecer todavía sin frenos, A24 sumó nuevos accionistas como el inversor deportivo Todd Boehly. Boehly, con su compañía Eldrige Industries, es accionista minoritario de dos de los medios más influyentes de cine en California (y por extensión, en Estados Unidos): The Hollywood Reporter y Variety.

El multimillonario crece a pasos pesados pero silenciosos en Hollywood: también posee acciones en la HFPA (también conocida como la institución que otorga los Globo de Oro) y A24. Los mismos Globo de Oro que, en su última edición, también decidieron premiar a Todo en Todas Partes al Mismo Tiempo. Como si fuera un hecatónquiro, los brazos de Boehly empiezan a tomar posiciones en Hollywood. Que A24 haya sido valuada en más de US$ 2.500 millones, no es casualidad.

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