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La semana pasada fue buena para las acciones y los bonos, sobre todo para los argentinos.
Escenario

Los toros siguen con bríos en un reino que parece de osos

El viernes se conoció que el empleo en EE.UU. sigue firme y ese es un mal dato para la inflación. En Argentina, el paredón de deuda en pesos se acerca cada vez más.

Luis Varela 05 diciembre de 2022

La semana pasada fue positiva para la Bolsa de Nueva York y un momento extraordinario para los títulos argentinos. En promedio Wall Street subió 1%, el índice S&P Merval saltó 6,3% en dólares y 3,6% en pesos, y los bonos argentinos fueron una cosa seria, con un brinco del 11,7%, en lo que fue la mejor semana desde el canje de deuda que realizó el exministro de Economía, Martín Guzmán, en agosto de 2020.

Sin embargo, este buen momento de los activos financieros terminó el viernes pidiendo la hora: se venían manteniendo erguidos hasta mediodía pero desde ese momento hasta el cierre volvieron a colocarse en un tobogán, tanto que en esas tres o cuatro horas finales los precios retrocedieron 1% de la cumbre semanal que venían logrando. ¿Qué fue lo que pasó? Salió el dato mensual de creación de empleo en EE.UU, con 263.000 empleos no agrícolas más que el mes pasado (un número muy superior a los 200.000 esperados), y eso volvió a mover las agujas de lo que esperan los analistas para la suba de la tasa corta que aplicará la Fed el miércoles de la semana próxima.

Hasta conocerse el dato de empleo, los toros de Wall Street seguían con bríos, empinando el índice S&P 500 de 3.572 a 4.078 puntos, con una recuperación del 14% en las últimas ocho semanas, pero a partir del mediodía, con el dato de empleo tan firme adentro, el reino de los osos recordó que la inflación norteamericana seguirá elevada, por lo que Jerome Powell, número uno de la Fed no podrá ser tan benévolo como se esperaba. Hasta antes del mediodía del viernes los analistas esperaban que Powell subiría la tasa base norteamericana en medio punto el miércoles 14 de diciembre y que bajaría la escalera a un cuarto de punto en febrero. Pero el buen dato de empleo volvió a ubicar a las dos subas otra vez sostenidas, en 50 puntos básicos tanto la próxima semana como en febrero.

Pero lo particular y bien diferente del cierre del viernes no estuvo ligado sólo a los índices bursátiles, sino también a las monedas. Al final del día las tasas largas de EE.UU. terminaron completamente invertidas, más altas las más cortas y más bajas las más largas (4,7% anual a 1 año, 3,6% a 5 años, 3,5% a 10 años y 3,5% a 30 años), lo cual según el consenso de los especialistas la economía norteamericana (al igual que Europa, Japón y una China que se desacelera) va rumbo a una recesión, y esa es una condición que denota para el futuro un mercado bajista.

La expectativa de recesión en EE.UU. con una inflación pegajosa que tardará en bajar recuerda la letra chica que hizo retumbar Powell y que los toros no quisieron escuchar: "no es tan importante cuál será la suba de tasas que haya en diciembre, sino la tasa final que tendrá la tasa corta y cuánto tiempo se mantendrá arriba". Los inversores que embisten esperaban que el pico de la tasa corta se detuviera en 4,75% anual y que luego bajara rápido. Pero el consenso de los analistas cree que bien puede llegar al 5,25% y que se mantendrá en ese nivel todo 2023 y posiblemente parte de 2024.

El dólar global se desinfla

Y la luz amarilla desde el frente cambiario es que con esas tasas cortas tan altas, el súper dólar si sigue desinflando. La semana pasada el billete verde cayó 4,2% en Chile, bajó 3,5% en Brasil y en Japón, 2%, cedió 2% en China, 1,6% contra la libra, 1,3% contra el euro y 0,8% contra el franco suizo. El único lugar del mundo donde el dólar siguió subiendo fue en Argentina, aunque de manera parcial: los pequeños ahorristas que necesitan fondos para hacer compras de almacén hicieron que el blue bajara 2,5% en la semana, pero los que tienen pesos sobrantes (entre los que se destacan los productores agropecuarios que cobran el dólar soja) hicieron que en la semana el dólar MEP (que va a cajas fuertes o el colchón) subiera 0,8% y el contado con liquidación (capitales en fuga, que salen de Argentina) trepó 1,2%, completamente a contramano del mundo.

Habrá que esperar hasta las 16 horas del 15 de diciembre para que el Indec difunda cuánto midió de IPC para noviembre. Massa viene declarándose ilusionado con que empiece con 5, mientras que las consultoras lo ven otra vez en las zona del 6% (lo que llevaría la variación anual al 94%). 

Pero más allá del dato específico que largue el Indec dentro de diez días, la velocidad con la que corren los pesos está aumentando. Esto significa que cuando una persona recibe pesos los convierte rápidamente en otra cosa: compra productos (presionando la inflación) o termina comprando dólar (que es la reserva de valor por antonomasia que han tomado como refugio los argentinos, porque la moneda local pierde valor con gran rapidez. Y la mayor prueba de esto (un indicador ciertamente preocupante) es que el stock total de plazos fijos que hay en los bancos, que con la tasa de interés como multiplicador debería subir de manera automática en unos $750.000 millones por mes, quedó congelada en $8,5 billones en las últimas tres semanas, desde el 9 de noviembre, lo cual significa que los ahorristas no solo no colocan pesos a tasa de interés, sino que están retirando dinero, por temor a lo que viene.

Los vencimientos que vienen

¿Cuál es ese temor? En la licitación que se realizó el 28 de noviembre para renovar bonos en pesos el Gobierno no logró conseguir todo lo que necesitaba, a pesar de pagar una tasa del 118% anual. Y ahora, el miércoles de la próxima semana (14 de diciembre, el mismo día que Powell anunciará cuánto sube la tasa de la Fed), Massa deberá enfrentar vencimientos por $405.000 millones (casi el doble que en la última licitación) y todo está en manos privadas.

Y eso no es todo, a partir de enero y hasta setiembre hay vencimientos mensuales de deuda en moneda local que superan el billón de pesos cada 30 días. Y ese paredón de obligaciones viene con pagos por $1,5 billones en marzo (la mayoría ajustados por inflación, que las consultoras calculan a esa altura en la zona del 110% anual), casi $1,3 billones en junio y $1,8 billones en julio, todo antes de las PASO que se harán dentro de 37 semanas, con un agravante: la mayor parte de la deuda de junio, julio y luego en septiembre está en el denominado bono Dual, con el que los que lo tomaron en el último canje podrán elegir el mejor de dos rendimientos: inflación anual o ajuste del dólar oficial, con un crawling peg que ahora viaja al 7% mensual (que de mantenerse será 125% anual).

Ese paredón es el que está espantando a los que tienen pesos, que buscan resguardarse de cualquier manera. Muchos compran cosas pero la mayoría se dolariza. Y las entidades institucionales que están encepadas no tienen muchas salidas, por lo que se sumaron a comprar bonos en dólares, que no tienen muchos vencimientos hasta bien entrado 2024 y que actualmente tienen bonos basura. Por esa razón, la semana pasada fue para los bonos locales la mejor semana desde el canje de Guzmán en agosto de 2020. Y los que no compraron bonos baratos, compraron acciones locales, que todavía siguen con precios reducidos, aunque en los últimos 25 meses el S&P Merval en dólares sube nada menos que 136%, literalmente resucitaron desde el averno.

Las bolsas, mixtas

Y la semana pasada fue una repetición de lo que viene sucediendo desde mediados de octubre: los toros cornean y no se rinden ante los osos. En el balance semanal, el MerVal en dólares acaba de subir 6,3% en dólares y 3,6% en pesos, la Bolsa de San Pablo trepó 2,8%, el tecnológico Nasdaq de Nueva York mejoró 2,1%, Santiago de Chile subió 0,8% y el industrial Dow Jones neoyorquino pudo crecer apenas 0,2%. Otras bolsas sin embargo cedieron: Tokio bajó 1,8%, México cedió 0,7%, Madrid 0,4% y Frankfurt achicó 0,1%.

¿Permanecerán embistiendo los toros o los osos les mostrarán cuál es la realidad que viene? Con China abriéndose luego de manifestaciones masivas ante el encierro del Covid (pero con contagios aún en aumento) los commodities abrieron diciembre con enormes diferencias. La vuelta al ruedo del gigante asiático y la debilidad del súper dólar encumbraron a los metales, pero sostuvieron una realidad mucho más tranquila para el petróleo y el precio de los granos. Diciembre arrancó con un salto del 4,6% para la onza de plata y con subas del 4,3% para el níquel, del 3,1% para el aluminio, del 2,9% para el cobre y del 1,8% para el oro. En Chicago la soja cayó 2% y en Rosario la soja subió 1,1% (por el nuevo precio a 230 pesos) pero el girasol no se movió, el trigo cedió 1,6% y el maíz perdió 2,2%. Y los que huyen de todo buscando refugio en las criptomonedas, ven preocupados que el bitcoin achica otro 0,6% en el arranque del mes.

Por supuesto, todo este gran embrollo se desanudará cuando la inflación se aplaque. Y uno de los elementos que más está molestando es el precio de la energía, sobre todo ahora que está por empezar el invierno en el hemisferio norte, donde vive el 88% de la población mundial. Y este fin de semana la alianza Opep+, liderada por Arabia Saudita y Rusia, hicieron una teleconferencia para resolver si recortan aún más la oferta de petróleo a partir de enero, en medio de una gran incertidumbre sobre el impacto que tendrá el embargo europeo al crudo ruso y la evolución de la demanda energética de China. Los países petroleros tienen un gran riesgo, que vuelvan a recortar la oferta de barriles como hicieron en noviembre (cuando redujeron el bombeo en 2 millones de barriles por día) para sostener el precio, pero la cotización del crudo se desmoronó igual de US$ 124 a US$ 80. Si se resuelve otro nuevo recorte y en navidad el petróleo no vuelve a los US$ 100, el barril puede hundirse a partir de febrero, y eso obligará a reevaluar las tasas de los bancos centrales de todo el planeta y, sobre todo, las carteras de inversión de todas las personas. Ahí se verá si los osos reinan y cuál será el movimiento de los toros.

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