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La industria de los videojuegos se reinventa mientras caen las ventas de las consolas

Los talentos detrás de los juegos Baldur's Gate 3, Alan Wake 2 y Tekken 8, revolucionaron el mercado de los videojuegos haciendo algunos de los mejores títulos de esta generación fuera de las grandes empresas que gastan miles de millones. El futuro se encamina a la eliminación total de las consolas.

El hardware parece encaminarse hacia su extinción en el futuro.
El hardware parece encaminarse hacia su extinción en el futuro. .
Pablo Planovsky 22 febrero de 2024

Sony anunció que la Playstation 5 está por debajo de las expectativas de ventas y ya están pensando en la Playstation 6, que posiblemente salga al mercado en 2025 o 2026. 

Se podría esperar que Microsoft anuncie su próxima Xbox para alguno de esos años.

En la semana se rumoreó en redes sociales que Game Pass, el mejor servicio de videojuegos (por la cantidad, calidad de títulos y el precio que tiene), iba a llegar a todas las consolas. 

La realidad no fue esa: Microsoft mantendrá Game Pass en Xbox, aunque adaptará 4 títulos exclusivos de la consola, como Sea Of Thieves, para Nintendo Switch y Playstation 5.

Game Pass también funciona en PC y televisores Samsung. 

La idea es que el servicio crezca todavía más para conquistar la industria como una suerte de Netflix de los videojuegos. La estrategia del gigante informático parece enfocarse en algo novedoso con el que le saca ventaja a la competencia: quién ofrece el mejor servicio digital, no ya la mejor consola. 

El hardware parece encaminarse hacia su extinción en el futuro.

Se suele decir que las críticas de videojuegos parecen ser demasiado positivas con la mayor parte de los títulos, especialmente si son AAA (los más caros) y de empresas grandes. Si la inflación crítica es real o no, dependerá de cada uno. 

También es cierto que algunos videojuegos ostentan un nivel de calidad muy alto. Larian y Remedy, un estudio belga y un estudio finlandés, probaron ser los mejores de 2023 contra empresas titánicas con muchísimos recursos, pero no el mismo nivel de talento.

La industria crece, pero los precios de los juegos se encarecen al mismo tiempo que se llenan de micropagos y contenido descargable. Una peligrosa espiral inflacionaria que, si no corrige rumbo, podría llevar a un nuevo colapso en la industria.

Si bien no son independientes ni baratos, Baldur's Gate 3, Alan Wake 2 y Tekken 8 son de empresas ajenas los mega juegos que la mayoría de la gente posee (las franquicias de deportes o los Call of Duty) y alejados de Estados Unidos supieron conseguir competir de igual a igual para en algún caso superar en ventas y crítica a los ya establecidos. 

Alan Wake 2, excepcional relato de terror 

La mente de Sam Lake (o Sami Järvi, su nombre finés original, que podría traducirse como "Sam Lago") es una de las más creativas en la industria de los videojuegos. Junto con nombres como Hideo Kojima, se puede afirmar que Lake es uno de los pocos autores en la industria. Tenía apenas 26 años cuando fue contratado como guionista en Remedy Entertainment, la empresa finlandesa dedicada a los videojuegos. Ahí ideó franquicias exitosas como Max Payne, Control y Alan Wake.

Alan Wake 2 es uno de esos raros exponentes donde la secuela supera en todo sentido al original. En el sentido más convencional, es un juego de terror en tercera persona con elementos sobrenaturales. 

Comparado con sagas como Resident Evil, Silent Hill o Dead Space, no tiene nada de innovador en cuanto a la jugabilidad o el diseño de los enemigos. Distintos títulos de esas franquicias son mejores en esos aspectos. El gran acierto de Alan Wake 2 es la narración, que licúa gran parte de la cultura pop contemporánea en un mix irresistible de referencias más o menos evidentes.

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Por un lado, Saga Anderson es una agente del FBI detective que investiga homicidios provocados por un culto siniestro, en un pueblo rural bastante particular. Intercalada en esa aventura está la historia de Alan Wake, un escritor atormentado por una presencia oscura. 

El jugador, linterna en una mano y arma en la otra, recorre con esos dos personajes distintos escenarios clásicos (o atípicos) del terror: un hotel siniestro, un asilo de ancianos, un estudio de televisión y hasta una sala de cine. Uno de los mejores niveles prueba el encanto (y el riesgo) que hay detrás de este videojuego: una secuencia musical con una banda de heavy metal, Old Gods Of Asgard, que se integra al relato con mucha gracia.

No es casual que algunas de estos lugares o tropos narrativos remitan a otras obras de ficción: Twin Peaks, The Shining, True Detective, Adaptation., Joker, Get Out, Control, entre otros títulos. Se nota que Lake es un apasionado por la literatura, el cine y las series, además de los videojuegos, distintos medios que Alan Wake 2 conjuga con lucidez y gracia. 

Como Quentin Tarantino, Sam Lake encuentra la originalidad en un mar de referencias metatextuales sobre aquellas cosas que ama en distintos medios a los que rinde homenaje. 

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En el juego, algunos capítulos son escenas live action con actores frente a cámara. Como dijo Sam Lake cuando ganó el premio por mejor narrativa en The Game Awards: "Este es un juego orientado a la narrativa". 

En las 17 horas promedio que dura la aventura (o el doble, si se quiere completar al 100%), abundan secuencias donde no interviene el jugador. Cuando el jugador toma el control, el terror se expresa en el monumental diseño sonoro y artístico: Alan Wake 2 inquieta mucho más cuando sugiere que cuando atacan distintos monstruos. El único punto en contra son los jumpscares: el relato abusa de ese recurso que pierde eficacia cada vez que se repite. Innecesario: la atmósfera que logra el juego no tiene nada que envidiarle al de los mejores Silent Hill, Resident Evil o Dead Space.

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Borges explicaba la diferencia entre "labyrinth" y "maze" cuando decía que uno de los dos tenía una salida. Una idea similar, entre un bucle y una espiral, recorre el espíritu de Alan Wake 2, uno de los mejores videojuegos de 2023.

Baldur's Gate 3, obra maestra de los juegos de rol

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En el mundo de los videojuegos, cada tanto aparece algún título que revoluciona la industria por sus cualidades técnicas o narrativas. Se puede argumentar que así lo hicieron The Elders Scroll: Skyrim, The Witcher 3: Wild Hunt, Elden Ring o Mass Effect 2, títulos que tienen en común ser juegos de rol. La vara, entonces, estaba muy alta para Baldur's Gate 3, que nace del juego de rol de mesa más importante y esencial de todos, Dungeons & Dragons. Difícil que un videojuego esté a la altura de ese juego de rol porque compite, por supuesto, contra la imaginación de los propios jugadores. En esencia, siempre va a estar limitado.

Baldur's Gate 3 parece no tener límites. Después de 100 horas de juego, se pueden seguir descubriendo historias, personajes, artefactos y poderes nuevos. Hay un relato central con la densidad narrativa que parece imitar a las mejores novelas de literatura fantástica, rica en detalles y situaciones que coquetean con distintos géneros embebidos en un cuento de fantasía. 

Si Baldur's Gate 3 parece abrumador es porque, en efecto, lo es. Cuando la industria de los videojuegos encarece el precio de los títulos y ofrece cada vez menos (cobrando cada vez más), Larian Studios, desarrollador de software de Bélgica, da cátedra frente a otros estudios que invierten miles de millones de dólares en productos que no logran representar lo mejor de los videojuegos.

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Como las mejores obras del cine o los videojuegos, no se puede plasmar en un texto las virtudes de Baldur's Gate 3, porque es una experiencia única. Uno puede sospechar que va a descubrir las típicas limitaciones propias del desarrollo de cualquier videojuego de esta envergadura, o que va a encontrarse con los típicos bugs o falencias técnicas de una producción masiva como esta, pero la realidad es otra: Baldur's Gate 3 nunca deja de sorprender por lo bien hecho que está. 

Baldur's Gate 3 se inspira en otros juegos (hasta emulando el combate por turnos de juegos tipo XCOM y las tiradas de dados de cualquier mesa de D&D), pero logra la excepcionalidad en todas las mecánicas. No es cine, no es literatura, no es una serie: es un videojuego, con muchísima honra. 

Es, merecido, el mejor de 2023 y sin dudas uno de los mejores de la década.

Tekken 8, otro gran exponente de un género que atraviesa una era dorada

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Es cierto que los videojuegos de pelea están viviendo una edad de oro después de casi desaparecer hace algunas décadas. El género es sinónimo de los videojuegos tanto como ver a Super Mario recorriendo la pantalla de izquierda a derecha en la primera consola hogareña de Nintendo. Pero los fighting games nacieron junto a los arcades: fichitas, palanquitas, botones y a desafiar a otro jugador, humano o controlado por la máquina.

Para algunos jugadores, quizás los que todavía no cayeron en los encantos del género, los juegos de pelea no tienen la profundidad o complejidad de otros géneros más enfocados en la narrativa. Es un error muy común: basta tratar de aprender la jerga de los torneos de pelea o entrenar al modo práctica de Tekken 8 para descubrir que, al contrario, son de los más complejos, ricos en jugabilidad y propensos a motivar la creatividad de los jugadores.

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Para encantar a los que no sean entendidos del género, tanto Street Fighter como Mortal Kombat (sobre todo, en sus más recientes versiones) ofrecieron contenido adicional como experiencias robustas para un solo jugador: modo historia con secuencias cinematográficas, contenido adicional, o minijuegos. 

Tekken 8 tiene todo eso como si fuera una de las mejores producciones de Hollywood con sensibilidad oriental: en la historia hay peleas extraordinarias por el nivel de creatividad y destreza tecnológica puesta en pantalla. Los personajes, que representan distintas culturas y nacionalidad, están tan bien diseñados que logran tener un carisma arrasador. 

Tekken es una franquicia que se caracteriza, a diferencia de Street Fighter o Mortal Kombat, por tener peleas en espacios tridimensionales. Uno no puede dejar de maravillarse por la animación que hay en cada uno de sus personajes, que se mueven con una fluidez impresionante. Hasta los "button mashers" (los jugadores que apretan todos los botones, sin la práctica de aquellos que memorizan los combos) pueden dar combates vistosos y entretenidos, algo que no suele suceder en este tipo de juegos. Cualquiera puede jugar y divertirse con Tekken 8: no cualquiera puede dominar la técnica para convertirse en uno de los mejores.

En espíritu, como Soul Calibur, Tekken 8 recupera lo mejor de los clásicos arcades con lo mejor de la llegada de las consolas hogareñas. Está lleno de contenido extra como música, escenarios, opciones de customización de personajes, e incluso arte de los juegos anteriores. 

Pero nada de eso sería suficiente si no resplandeciera donde tiene que hacerlo: en la jugabilidad. "Compite" contra Mortal Kombat 1 y Street Fighter 6 solo porque los 3 son juegos de pelea, pero cada uno tiene un estilo muy diferente del otro. Tekken 8 es, junto a Tekken 3 y Tekken Tag Tournament, el mejor de la franquicia. Se podría argumentar que es el mejor, a secas. El único punto en contra es que adolece de un problema que tienen muchos videojuegos: las microstransacciones.

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