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Llegó el día ansiado para los fanáticos de la obra del filólogo sudafricano J.R.R. Tolkien
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El Señor de los Anillos: Los Anillos del Poder, o cómo renacer bajo la sombra de las películas, pero siendo original

Los showrunners Patrick McKay y J.D. Payne plantean un regreso a la Tierra Media en Amazon Prime

Sebastián Tabany 02 septiembre de 2022

La trilogía de El Señor de los Anillos, el magnus opus de Peter Jackson, ya ha cumplido 21 años. La primera de las películas, La Comunidad del Anillo, se estrenó en 2001 y los años subsiguientes sus continuaciones: Las Dos Torres y El Retorno del Rey, que arrasó en los Oscars con once premios de tres nominaciones, equiparando a Ben-Hur y Titanic. 

La obra de Jackson filmada durante varios años en su tierra natal Nueva Zelanda, sentó las bases estéticas y de tono de la fantasía épica en el cine. Las pocas que vinieron después, dado que inherentemente crear un mundo de fantasía es carísimo, se subieron a lo que Peter Jackson inventó. Y también gracias a él, el género fue aceptado y hasta alabado. Lo que antes era considerado un divertimento menor, de nicho y de fantasía, ahora es elogiado. Gracias a Jackson no existiría Game of Thrones, por ejemplo. 

El filólogo sudafricano J.R.R. Tolkien publicó en 1937 el libro infantil El Hobbit (hay una película sobre la vida del escritor con Nicholas Hoult como Tolkien que se puede ver en Star+). Después del éxito, el profesor universitario se abocó a un volumen de historia de la Tierra Media, algo que la editorial rechazó y sería publicado póstumamente bajo el nombre de El Silmarillion. Mientras era testigo de la Segunda Guerra Mundial, Tolkien creó una aventura sobre seres de diferentes razas y culturas que se unen para combatir el mal: El Señor de los Anillos. 

En la historia, la comunidad se embarca hacia Mordor para destruir el anillo de Sauron, el mal encarnado. En el camino, Tolkien describe paisajes, ruinas y restos de civilizaciones y batallas que habían sucedido hace miles de años. Sauron, era parte de esa historia, el mal que había vuelto después de siglos de quietud. 

Después de la publicación de los dos primeros tomos en 1954, los lectores se convirtieron en fans obsesivos. "La gente quiere más (y mejores mapas)", Tolkien le escribió a un amigo en 1956. "Los músicos quieren los pentagramas de las canciones, los arqueólogos preguntan sobre la cerámica, la metalurgia y las herramientas. Los historiadores, detalles sobre la estructura política y social". 

En una carta a su editor, Tolkien comentó que todo eso "requeriría un libro de por lo menos el tamaño del primero tomo".

Para eso, el escritor recurrió a su rechazado Silmarillion y comprimió miles de años de historia en unas 150 páginas de epílogo, que se han hecho conocidos como Los Apéndices. Estas líneas de tiempo, genealogías, explicaciones de los lenguajes y cultura se tornaron tan importantes que retrasaron la salida de El Regreso del Rey, el tomo final. 

Después de la muerte de Tolkien en 1973, su hijo Christopher se hizo cargo de la herencia y fue muy celoso, si no intransigente, de las adaptaciones del trabajo de su padre. Famoso por su rechazo a cualquier tipo de comercialización y glorificación de la violencia Tolkien Jr. rechazó la obra de Jackson, vendida antes por su padre para pagar impuestos cuando estaba vivo en 1970 al productor Saul Zaentz que creó Middle-earth Enterprises para explotar la IP.

En los últimos años Christopher se negó a vender los derechos que le quedaban pero en 2017, ya avanzado en años (había nacido en 1924), su familia ofreció Los Apéndices al mejor postor, junto con otras obras refiriéndose a El Señor de los Anillos y al El Hobbit gracias a una triquiñuela en los contratos. 

Si bien la obra de Tolkien la tiene Warner Bros./New Line con acuerdo con el dueño de los derechos, la antes mencionada Middle-earth Enterprises (que a su vez fue comprada hace unas semanas por la empresa sueca Embracer por US$ 780 millones), los Tolkien pueden vender Los Apéndices para derechos de televisión mientras la temporada tengan más de cuatro episodios (Los Anillos de Poder tienen ocho). Gracias a ese vacío legal, Christopher Tolkien ofreció los derechos por US$ 200 millones en 2017. Una guerra comenzó con HBO y Netflix como pujadores, pero finalmente ganó Amazon con una oferta de US$ 250 millones. 

Los Apéndices cuentan principalmente el período llamado Segunda Era de la Tierra Media. En la primera se desarrolló una guerra contra Morgoth, un dios malvado. La Segunda es un periodo relativo de paz hasta que aparece Sauron, mano derecha de Morgoth y es derrotado (algo que es contada en los comienzos de La Comunidad del Anillo de Tolkien). La Tercera Era es la conocida por las películas de Jackson. 

Pero hay algo que puede desconcertar a los fans casuales de Tolkien: durante la Segunda Era los hobbits, tan famosos después, no tienen participación alguna y los magos famosos como Gandalf, Saruman y Radagast todavía no han llegado. O sea, salvo por un puñado de personajes secundarios, no hay personajes de referencia. 

"Es un fan de Tolkien y conoce toda su obra", comentó Jennifer Salke, la cabeza de Amazon Studios, sobre Jeff Bezos a la revista Vanity Fair. "Su deseo de ser ambicioso - y nosotros serlo con nuestro contenido - siempre ha sido claro desde que llegué. Esto encaja perfectamente con esa ambición, tomar algo que requiera que toda la empresa se alinea para ejecutar". 

Amazon no confirmó oficialmente el presupuesto, pero además de los US$ 250 millones por los derechos, el gobierno de Nueva Zelanda (donde se filmó) ha dado a conocer gastos por US$ 462 millones por solo la primera temporada. Ese número incluye infraestructura que será usada para las temporadas siguientes con un descuento de US$ 108 millones de incentivo fiscal. Si como dicen los productores, la serie está pensada para 50 capítulos en total (4 o 5 temporadas a confirmar), el costo total podría superar holgadamente los US$ 1.000 millones. 

El riesgo de Los Anillos de Poder no es tan financiero sino de prestigio. Bezos se puede dar el lujo de "perder" US$ 1.000 millones, pero Amazon necesita posicionarse como un estudio y plataforma capaz de producir contenido de calidad y exitoso al mismo tiempo. 

Meterse con Tolkien, dado la fanaticada que ha explotado en los últimos años, de nuevo gracias a Jackson, es jugar con fuego de la fragua de los enanos. La serie tiene 22 personajes principales y varias líneas narrativas desde las minas enanas de las Montañas de la Niebla, pasando por el reino elfo de Lindon y llegando a presentar la isla poderosa y mítica Númenor, que en esta Segunda Era es una potencia mundial. Dado el título de la serie, es esperable lo que va a suceder. 

"La creación de los anillos", contó Patrick McKay, uno de los showrunners junto a J.D. Payne. "Los anillos para los elfos, los anillos para los enanos, los anillos para los hombres y entonces el único anillo que utilizó Sauron parla engañarlos a todos. Es la historia de la creación de esos poderes, de dónde vinieron y qué le hicieron a cada una de esas razas". Y agregó: "¿Podemos crear una serie que sea megaevento basada en una novela que Tolkien nunca escribió?". 

La pregunta queda flotando en el aire ya que, vistos los dos primeros episodios, es difícil e inútil entender hacia dónde va la serie. Lo que sí se nota es la gran influencia de Jackson, desde la similitud del comienzo con la voz de Galadriel (Morffyd Clark, retomando el personaje que hiciera Cate Blanchett en la trilogía cinematográfica) hasta la fotografía, el vestuario y el diseño de producción. 

La impronta de Jackson marcó un estilo que es casi imposible despegarse de la estética de la fantasía medieval sin referirse a él. Por ahora, lo que hay es, semana a semana, una apuesta al género y una obra que gracias a la apuesta económica se puede realizar con todo el sentido épico que se merece. 

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