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5 series y películas para ver este fin de semana en Netflix, Flow y cines

Una selección con las series y películas recomendadas para este fin de semana.

Las 5 mejores películas y series para ver este fin de semana.
Las 5 mejores películas y series para ver este fin de semana. El Economista
Oscar Mainieri 11 abril de 2024

Una selección especial con las mejores series y películas, que incluye también estrenos en salas de cine.

Estas son las series y películas para ver en el fin de semana en Netflix, Flow y Cines.

1. Película para ver en cines: Siempre habrá un mañana

Este film de Paola Cortellesi rescata la política como la gran posibilidad de cambio de un estado de cosas. Difunde un mensaje de esperanza, y quizás ahí radique la razón de su éxito en cada país en que es exhibido.

En la Roma de la inmediata posguerra, Delia lleva una vida rutinaria como ama de casa, atendiendo a los hijos, al suegro que está postrado en cama y al marido, que no termina jamás de maltratarla física y emocionalmente. Los hijos ven el abuso constante y también los vecinos; es algo naturalizado.

Viviendo una situación de gran carencia, aplicando inyecciones a domicilio, haciendo tareas de costurera para una mercería, aparte de mantener el hogar en condiciones, Delia aporta dinero. Pero todo va para la familia. Cuando recibe de regalo de un soldado estadounidense un par de tabletas de chocolate no piensa en ella, sino en sus hijos.

Marcella, la hija, se compromete con el hijo de los dueños de un café, que tienen un buen pasar. La hija anhela no ser como su madre, alguien que no tiene conciencia de su propio valor, alguien que de tan menospreciada por su marido se ha despersonalizado.

Pero una serie de eventos, el apoyo de una amiga verdulera y la admiración que siente por ella un viejo amor de juventud alientan una llama de rebeldía que Delia siempre tuvo. El suegro, tan cuadrado como el marido, dice que su defecto es haber sido siempre tan respondona.

Esta tragedia está contada como una comedia. Aún las golpizas son desdramatizadas por ser encaradas como números de un musical. La fotografía es en un matizado blanco y negro que ayuda a crear ambiente y trae el recuerdo de la época de gloria del cine italiano, con el neorrealismo y su derivación en la comedia de costumbres y apuntes sociales que dio paso a directores como Dino Risi, Mario Monicelli, Ettore Scola, entre otros.

Cortellesi, que interpreta a Delia y también es responsable del guion y de la dirección, maneja los recursos de los que dispone como si tuviera una gran experiencia. La película es su opera prima.

La labor del elenco es uniformemente lograda y, el final del relato, toda una sorpresa

Muy recomendada.

2. Miniserie para ver en Netflix: Ripley

El famoso estafador devenido asesino creado por Patricia Highsmith es el protagonista de esta adaptación de la primera de las novelas dedicadas al personaje, que ya ha tenido dos versiones cinematográficas previas: A pleno sol (Rene Clement, 1960) y El talentoso señor Ripley (Anthony Minghella, 1999).

Highsmith ha sido celebrada como el mejor exponente del thriller psicológico. Un aguzado y detallado retrato de Ripley es lo que se obtiene en esta ocasión, escrito y dirigido por Steven Zaillian, de gran talento como guionista (La lista de Schlinder, Pandillas de Nueva York, El irlandés).

A través de 8 episodios, veremos cómo Ripley (Andrew Scott), de ser un pequeño estafador en Nueva York termina viviendo como un sibarita en Venecia. Lo que posibilita tal transformación es el encargo que le hace un empresario de la industria naviera de que convenza a su hijo Dickie (Johnny Flynn), que vive en Atrani, un bello pueblo costero italiano, para que regrese a los Estados Unidos a sentar cabeza y hacerse cargo de los negocios familiares.

Dickie, que es un bueno para nada, está dedicado a la pintura y a juguetear con su amiga Marge (Dakota Fanning), bancado por los dólares del padre. Con su presencia, Tom cambiará radicalmente la situación. Su necesidad de ser otro y de gozar la vida de los ricos impulsará un accionar que lo llevará a usurpar la identidad de Dickie.

A partir de allí, comenzará un juego de gato y ratón entre el criminal y el inspector Ravini (Maurizio Lombardi) y, en última instancia, con Marge.

Para los que hayan visto las versiones anteriores encontrarán novedades: el atractivo sexual de Tom ha sido disminuido y la producción está fotografiada -magistralmente- en blanco y negro por Robert Elswit, lo que suma en atmósferas inquietantes, reminiscentes del film noir.

No encontrarán tampoco el atractivo salvaje de Alain Delon ni la blanca sonrisa estadounidense de Matt Damon, pero sí la maestría actoral de Scott (el curita simpático de la segunda temporada de Fleabag), que construye un psicópata cínico y siniestro, que cambia de humor y expresión como si estuviera accionado por un dispositivo mecánico.

Ripley es magnética por sus atractivos, pero puede resultar morosa para los ansiosos. Hay numerosas escenas en que se suben y bajan escaleras, ascensores. Los procederes del estafador son minuciosos... Pero los paisajes italianos (también Ripley pasea por Roma, Palermo), las referencias artísticas, el suspenso sostenido, el gran diseño de producción y la labor de un elenco notable cooperan para hacer del envío una experiencia estética seductora y satisfactoria. Recomendada.

3. Serie para ver en Flow: Lucky Hank

Hank (Bob Odenkirk) encuentra difícil disfrutar de la vida. Es el jefe del departamento de literatura inglesa de una universidad de Pensilvania y tiene que tomar decisiones sobre el personal, ya que se avecina un recorte de gastos. En su casa, su esposa Lily (Mireille Enos), recibe una oferta de trabajo de una escuela neoyorquina, dirigida por un viejo amor de juventud. La hija (Olivia Welch), enfrenta sus primeros sinsabores como recién casada.

Lo cierto es que Hank se encuentra imposibilitado para decidir. Puede pelear con un ganso en el patio de la universidad, pero no puede comunicarles a sus subalternos nada sobre su futuro. Tampoco sabe si apoyar o no a Lily en su nueva aventura. Para peor, su padre, William Henry Devereaux, acaba de jubilarse de su alto cargo en la universidad de Columbia y amenaza venirse a vivir a su barrio. Hank y su progenitor no se ven desde hace 15 años...

Con el humor agridulce y áspero de mucho film estadounidense independiente, los guiones de Lucky Hank, a lo largo de 8 episodios, producen situaciones cómicas y reflexivas por igual, desarrollando un puñado de personajes interesantes que rodean al protagonista.

Odenkirk dibuja con pocos trazos a este maestro de la evasión, frustrado como novelista y apagado bajo la sombra de un padre abandónico y egocéntrico. Enos desborda encanto y, el resto del elenco se desempeña con lustre. Una pléyade de directores reconocidos se hacen cargo de los episodios: Peter Farrelly, Daniel Attias, Nicole Holofcener, Jude Weng.

Con sus luces y sombras, vale la pena acompañar a Hank.

4. Película para ver en Flow: Hermanos, una historia de sangre

Este documental dirigido por Carlos de Elía tiene como protagonista a otro realizador, Mariano Cohn, responsable junto a Gastón Duprat de films como El artista, El Hombre de al lado, El ciudadano ilustre. Y narra el caso de su hermano, Alejandro, fallecido en 2015 en oscuras circunstancias tras ser internado en el Hospital de San Isidro "Melchor Ángel Posse". 

Mariano busca justicia. Su hermano ingresó lucido y caminando al hospital, víctima de un malestar ligero producto de la diabetes, y terminó muerto a las 48 horas, tras estar demorado en la guardia y pasar por la terapia intensiva.

La autopsia determinó, entre otras cosas, que tenía varios huesos fracturados y completamente cortada la conexión entre el cerebro y el resto del cuerpo.

Desde el intendente de San Isidro hasta el personal involucrado se han lavado las manos. La hoja de ruta de lo que se hizo ese día en el hospital se encuentra desaparecida...

De Elía mantiene un tono altamente emotivo durante casi todo el film, que recopila home movies de la infancia de los hermanos, testimonios de Mariano, sus padres, abogados y médicos. Mariano explica las alternativas del caso con voz clara y sentida, alternando con las voces de Guillermo Francella, Luis Brandoni, Oscar Martínez y Antonio Banderas. 

La familia aún no se recupera de la perdida. Y Mariano sigue buscando justicia por el homicidio de su hermano. 

Recomendada

5. Película para ver en Netflix: El irlandés

Martin Scorsese es un claro ejemplo de quien ha realizado maravillas con sus imposibilidades. De aquel chico asmático que observaba desde la ventana de su departamento las actividades de los pequeños criminales de su barrio a El irlandés, hay un largo camino recorrido que, en sus mejores postas, ha sabido plasmar como nadie las banalidades del mundo del crimen organizado de los Estados Unidos. A diferencia de Francis Ford Coppola - que con su saga de El Padrino revitalizó el cine de gánsteres y ofreció una versión magna, romántica y perdurable de la familia Corleone -, Scorsese, con la minucia de un entomólogo, se ha dedicado a narrar los menesteres de personajes marginales o segundones dentro de la estructura mafiosa, retratando un microcosmos urdido con lealtades, traiciones y un pragmatismo amoral.

Aquí sigue las derivaciones de Frank Sheeran (Robert De Niro), un camionero que busca mejorar sus ingresos, lo que logrará al conectarse con Russell Bufalino (Joe Pesci), un capo mafia menor. Probada su lealtad, con las nuevas amistades vendrán los encargos como killer -para barrer toda basura que incomode o entorpezca los negocios de sus jefes- y una nueva esposa. Con el tiempo, probada su eficacia como profesional del asesinato, entablará amistad con el sindicalista Jimmy Hoffa (Al Pacino), una relación que puede llegar a tensar la cuerda entre Russell y Frank.

El film está narrado desde el punto de vista de un octogenario Sheeran, que desde una cómoda silla de ruedas le narra la historia al espectador, con la parsimonia de la edad, pero con un detallismo escalofriante. La experiencia como soldado en la Segunda Guerra es determinante para los logros en su posterior oficio: descubre allí que se puede matar limpia y económicamente, sin remordimientos. Siendo de procedencia irlandesa y teniendo ojos azules, Sheeran no tiene a la religión como una referencia.

Historia de varones, donde las mujeres sólo buscan un espacio para fumar y ser mantenidas, permite asomarse al examen de los vínculos que entablan, de una puerilidad absoluta. En un punto, todo este devenir -que abarca cinco décadas- puede ser visto como un juego de niños, donde la pertenencia a pandillas o bandos se dirime en el respeto de ciertas reglas y códigos estrictos, donde hay cosas que no se dicen pero se deducen, transgresiones que se pagan con la vida, lealtades que pueden más que el vínculo amoroso más fuerte. Poco falta para que Frank comparta la cama con el sindicalista de los camioneros. 

Las anécdotas de Sheeran tienen un sabor parecido a la de los chicos que reseñaban qué honda resultaba mejor para voltear a un pajarito, aunque en su caso las hondas sean revólveres de distintos calibres, cuyas funciones y usos el ex camionero describe con didáctica frialdad (ecos de Taxi Driver, la escena en que el proveedor le detalla a Travis Bickle los vicios y virtudes de su mercadería).

A lo largo del extenso metraje, las misiones se suceden, el círculo de relaciones de Frank se amplía. Vamos conociendo a una variopinta gama de criminales, su estilo de vida, su "buen gusto" para el vivir y reposar, todo ambientado con la banda sonora de los temas musicales de cada época descripta, con esa sabiduría en la elección que pocos logran con tan buen tino como Scorsese. Tratándose de personajes de la vida real, la historia estadounidense desfila ante nuestros ojos de manera tangencial pero no descuidada. Veremos cómo la mafia tuvo que ver con la muerte del presidente Kennedy (algo que ya se decía en el JFK de Oliver Stone) y cómo la labor del fiscal Robert Kennedy empantanaba los negociados del todopoderoso Hoffa. 

Scorsese crea un universo laberíntico, pero nunca tenemos que recurrir al GPS porque se apoya en un guion que nunca se pierde en desviaciones innecesarias, y su maestría en el arte de narrar -un asesinato en un restaurante o el apagarse de la vida de Frank resueltos con un plano secuencia- no nos ahorra desplazamientos de cámara virtuosos o la exploración de nuevos efectos especiales para quitarle décadas a los rostros a sus actores. Todo está resuelto con una economía que parece contagiarse de la parquedad de su narrador, enemigo de las frases subordinadas y de la expresión de sentimientos, como muchos hombres de su generación. 

Sin embargo, Frank tiene una piedra en su zapato que le molesta más que otras. La mirada moral de su hija Peggy (Lucy Gallina de pequeña, Anna Paquin de mayor), que le recuerda a él y a los espectadores que su accionar no es bueno. Al fin y al cabo, Scorsese fue criado en el catolicismo, bajo unas normas que amenazan el pragmatismo de su juvenil alter ego en Calles peligrosas (Harvey Keitel, aquí como un parco capo mafia de mayor rango) y que el negado Frank abrazará -convencido o no, o porque es lo que debe hacerse, uno no sabe qué anida en esa envejecida masa gris- poco antes de partir.

Otro de los apoyos para el director radica en los actores. De Niro ha sido el gestor del proyecto, convenciendo a su amigo para que lo lleve a cabo como lo hiciera en ocasión de El toro salvaje. Si bien su imagen se ha desgastado en variedad de cometidos menores, cuando se calza el uniforme de gran actor De Niro es casi insuperable. Aquí su gestualidad está reducida al mínimo, aunque de vez en cuando se permita esas expresiones que nos hacen creer que posee alguna tara mental. La escena en que tiene que hablar por teléfono con la esposa de su amigo Hoffa, desaparecido en extrañas circunstancias, es de lo mejor que le hemos visto, con su tartamudeo y enlodamiento emocional.

Pacino trae consigo el universo Coppola, pero bajo el ala de Scorsese nada de sequedad expresiva; aquí es gritos, gestos operísticos, una explosiva presencia corporal que contrasta con la de Frank. El intérprete de Michael Corleone, que se ha desdibujado su carrera por un exceso de malas elecciones y una mayor labor teatral, es el otro gran ícono actoral que nos legó el renacimiento Hollywoodense de la década del 70. No es la primera vez que ambos se encuentran en una pantalla de cine, pero es la ocasión en que más se lucen.

De Joe Pesci no hay mucho que decir. El film no sería lo mismo sin él. Aquí también se juega a lo menos es más, a diferencia de sus otras interpretaciones con Scorsese (El toro salvaje, Buenos muchachos), en donde la lava del volcán arrasaba con todo lo que se le ponía por delante. Sus escenas en la cárcel son verdaderamente enternecedoras. 

Scorsese siempre termina reinventándose. No por nada es el mejor cineasta estadounidense de su generación, y El irlandés, una de sus más depuradas expresiones. 

Imperdible.
 

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