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¿Vale la estabilidad sin crecimiento?

La pregunta del momento es si es posible pretender la estabilidad liquidando el crecimiento.

¿Vale la estabilidad sin crecimiento?
¿Vale la estabilidad sin crecimiento?
Carlos Leyba 05 julio de 2024

Suena descomedido, pero objetivo, estamos mal. ¿Vamos bien? Pablo Semán, antropólogo, que anticipó que Milei crecía en jóvenes de sectores castigados, nos dice que está cambiando: ahora la "tristeza" ouna marcha hacia la decepción. Nada, en la política, que ayude.

Opinaia dice que 67% ve que la situación económica es negativa; 6% la percibe positiva; los optimistas suman 43% y 57% no lo son. Estamos y nos vemos mal. 

La pobreza preocupa a 61%. Condición de más de la mitad. Los niños no responden encuestas; la absoluta mayoría vive en la pobreza. 

El Pacto de Mayo, corregido parafirmar en la primera hora del 9 de Julio, no figura ningún compromiso para luchar contra la pobreza. Para el Mago del Kremlin Caputo III, el tema no vale la pena. Para un libertario la pobreza es un problema del pobre: no hay tal cosa como la cuestión social. Es más, la misma idea de "justicia social" es, para todo libertario, una aberración. 

Todos los políticos que adhieran van a señalar, con su firma, ese acuerdo implícito. Un gesto contradictorio con la Casa de Tucumán.

Un gesto de ignorancia absoluta que firmarán livianamente, los libertarios y su "casta" -Francos, Scioli y muchos más- y la "casta" de gobernadores peronistas y radicales y del PRO. 

Fiel a sí misma "la casta" ignora la pobreza que ella ha producido. La "casta" adhiere de manera solemne a un pacto "fundacional" que la ignora. 

Vaya distancia de valores entre estos hombres y los criollos, los verdaderos forjadores de la Patria, que en la Asamblea del Año XIII, un paso hacia el 9 de Julio, dictaron la libertad de vientres de las esclavas y derogaron el servicio personal de los indios. Una valiente definición sobre la igualdad. 

Tiempos en que los esclavos eran fuerza de trabajo que construía el progreso material de la democracia de los Estados Unidos del Norte de América. Nuestros criollos renunciaron a la explotación servil como herramienta para el crecimiento porque claramente iba en contra de la idea de progreso. 

Abrieron al país para todos los hombres de buena voluntad; y aquí estamos, con el lacerante dolor de esa suerte de esclavitud a la que condenamos a 70% de nuestros niños; y los ignoramos, otra vez, en estos pretendidos fastos fundadores. Que nos perdone Dios. Claro que estamos mal, pero ¿cómo podemos estar mejor si ignoramos que el futuro viene condenado por una pobreza lacerante de la inmensa mayoría de nuestros niños?

El PIB por habitante de este año, el primero del gobierno libertario, será igual o inferior al de hace 50 años atrás. Son números. 

Además, esta economía, sufre el condicionamiento de una deuda pública gigantesca y una parte sustancial de ella en moneda extranjera. Hace 50 años la deuda externa era insignificante. Y no existía la hipoteca social de la pobreza de los jóvenes. La Encuesta de Hogares 1974 señalaba la pobreza de 4% de la población: desde entonces la población se duplicó, el PIB por habitante permanece en el mismo nivel de aquél entonces, y el número de personas en la pobreza se multiplicó por más de 20 veces. 

En este medio siglo ha habido años de crecimiento, siempre efímeros, y en el largo plazo nuestra productividad es hoy la misma que hace cinco décadas. No es sólo una estadística, y claro que lo es, es básicamente un diagnóstico de lo equivocado de las políticas desarrolladas en ese tiempo, en la Dictadura y en las cuatro décadas de democracia. Ninguna de esas políticas se forjó con una visión de largo plazo, ninguna con políticas específicas para crecer, ni con políticas para el desarrollo, ni con políticas para el progreso. 

El no distinguir entre los distintos objetivos y las distintas herramientas disponibles, sea para el crecimiento, sea para el desarrollo y sea para el progreso, ha determinado que este país no haya crecido.Crecimiento por habitante cero en cincuenta años. Que no se haya desarrollado, basta mirar la geografía o constatar la riqueza abandonada que implica el reciente espanto de ese pueblo de la provincia fundadora de Corrientes que verifica que nos hemos subdesarrollado. Saber que más de 20 millones de argentinos viven en la pobreza y que el Jefe de Gabinete declara, para vergüenza de los argentinos, en el diario español "El País", que él, como Cristina en la FAO, no "ve la pobreza en las calles", confirmando el método de Kicillof de negarla o ignorarla para no "estigmatizarla". 

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La realidad material supera los discursos. 

Los pronósticos de inflación anual promedio de 2024 son 100 puntos mayores a los de 2023. Eso (transcurrida la mitad del año) pesó enormemente sobre la vida cotidiana y si bien no hay dudas que la inflación se desacelera, el ritmo mensual promedio de la segunda mitad del año no será inferior a 4,5% mensual salvo que la recesión se profundice a límites intolerables. 

Todo indica que la desaceleración de la inflación es posible. Pero también todo indica que la caída del nivel de actividad urbana (es decir el PIB no rural ni extractivo) será superior a 6% y que sólo por el peso de la naturaleza explotada, la caída global podrá ser de 3,5% como estima el FMI. 

En esas condiciones de crecimiento del sector exportador y freno de la actividad manufacturera, es posible la baja de importaciones y un saldo favorable importante de la balanza comercial: la buena noticia para el conjunto es la consecuencia de la mala noticia para la industria y el empleo. 

Estamos mal y nada dice que en el resto del año habremos de estar mejor: no hay razones y agrego, tampoco "hay políticas" que lo procuren. No se trata sólo, diría, de mala praxis, como venimos arrastrando hace años, sino de malos objetivos y de malos instrumentos. 

El objetivo dominante de esta gestión es "terminar con la inflación" y el instrumento "terminar con la emisión". La "emisión cero" es generar "la iliquidez" y la iliquidez profundiza la recesión y puede producir la temida deflación. De esto no hay duda y, justamente, Guillermo Calvo, en la última edición de FIEL, fue muy claro -y previsor- en advertir que esta situación -la iliquidez- es el peor escenario para cualquier economía que quiera evitar sufrimientos innecesarios e improductivos para sus habitantes. 

Es importante recordar que en "estanflación" -que es nuestro caso hace décadas- ni el keynesianismo sordo puede generar la recuperación de la actividad; ni la ortodoxia férrea puede terminar con la inflación. La razón es simple, el keynesianismo provocaría una estampida de la inflación en esas condiciones, y sin mover un ápice la economía real; y la ortodoxia hundiría la economía y la deflación terminaría con el esfuerzo. 

Nuestro problema es más complejo y por eso necesita de la política y de los consensos. 

Pero no de los consensos que eludan el problema principal, como lo es este vacío Pacto de adhesión de Mayo a firmar en Julio. 

El consenso es para comprender y compartir, que la inflación es el síntoma de una economía plena de recursos que, por ejemplo, puede exportar mucho más que el doble de lo que exporta, y que, sin embargo, no puede ocupar a toda su fuerza de trabajo en actividades productivas para hacerlo.

Sigamos el rastro del despiste. En estos días ocurrieron tres hechos muy importantes. Uno es la nueva convocatoria del Gobierno al Pacto en la primera hora del 9 de Julio. Una oportunidad perdida. No sólo por haber excluido del Pacto a la pobreza, el principal problema material de los argentinos; que hoy los argentinos ven como el principal. Eso denuncia un divorcio entre quien gobierna y los gobernados, y desnuda la incapacidad del resto de las fuerzas políticas, legislativamente mayoritarias, para hacer oír el mandato electoral de quienes los eligieron y no sólo en este Pacto sino en la reciente sanción de las leyes Base, RIGI y blanqueo y bienes personales. 

Ese conjunto normativo profundiza, via tributaria, la desigualdad que, por otra parte, ha alcanzado su máximo en décadas (Coefiente de Gini) sino que amenaza un trato desigual del proceso inversor basado no en "objetivos de política" sino el monto de las inversiones: algo sencillamente inexplicable e indefendible, más allá del pronóstico acerca de su eficiencia de atracción. Baste señalar que, una vez sancionada las leyes, la empresa Procter & Gamble acaba de "desinvertir" en el país, lo que implica que, en lugar de ingresar capitales, el empresario argentino que adquirió la operación deberá exportar capital: la plata sale, no entra. No es un buen augurio queocho multinacionales desembarcan del país desde que asumió Milei.

La sanción legislativa, que implica un cambio de concepción de la política económica de radicales y peronistas que apoyan a los libertarios, está implicando la pérdida de la posibilidad de una corriente política capaz de reconducir las posibles complejidades que se derivan de una gestión política y técnicamente débil, con una batería de medidas que difícilmente cumplan objetivos ponderables. Es lo que percibe la mayor parte de la población a estar de las encuestas y una gran parte de los analistas independientes. 

En este punto es importante considerar no sólo el impacto negativo de los anuncios de la improvisada conferencia de Caputo II y Bausili, que - en síntesis - los comprometió a no emitir más, no sólo por monetización del déficit fiscal, sino por eliminación de los pasivos remunerados del BCRA. La clave es el pasaje de esos pasivos remunerados a deuda del Tesoro. El beneficio es que, en esas condiciones, el BCRA recupera la autonomía para la política monetaria y permite el incremento de la tasa de interés. Un instrumento. 

Pero, del otro lado, agrega estrés a la política fiscal. Para sostener un mayor endeudamiento es inevitable lograr un superávit de largo plazo mayor. Para no hacerla demasiado larga, ¿cómo mejorar las cuentas públicas sin crecer? Y ¿cómo crecer sin incentivos públicos?

La pregunta del momento, estando lejos de la estabilidad,es si es posible pretender la estabilidad liquidando el crecimiento. El costo del experimento parece demasiado alto y el tiempo es un bien escaso. 

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