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Justicia social y mercado

Quizá Milei, en la emocionante majestuosidad del Vaticano y en el austero despacho papal, haya comprendido que no todo es "el mercado".

Francisco y Milei, este lunes en el Vaticano
Francisco y Milei, este lunes en el Vaticano ee
Armando Torres 13 febrero de 2024

Quizá la emoción de la reunión con Francisco o bien la aceptación de la palabra de Su Santidad hayan obrado para que el presidente Javier Milei asuma un compromiso de atenuar o humanizar algo el tenor del necesario ajuste practicado por su gobierno.

Gestualmente la reunión de ambos jefes de Estado ha sido excelente si se la compara con las que el Papa tuvo con los otros tres presidentes argentinos con los que coincidió en su tiempo.

Es probable que haya habido un motivo subyacente para tanta cordialidad, mas allá de la misericordia papal que llevó al religioso a perdonar las blasfemias que le profirió el mandarario cabelludo. "Son pecados de juventud", trascendió que le respondió el Papa, restándoles importancia, cuando Milei se disculpó.

Ese motivo es el ferviente deseo que tenía Bergoglio de que un día, por fin, terminara la báscula de oscilar entre Mauricio Macri y Cristina Kirchner. 

Quizá si triunfaba Sergio Massa esas figuras hubieran quedado en el pasado, pero Bergoglio tenía otra cuenta importante contra el frustrado excandidato que nunca dejó de cobrarle. El Papa puede ser misericordioso frente a pecados de juventud pero hay motivos por los que hasta los papas no resignan sus calenturas.

Ahora bien, la relación de Francisco y Milei no estará marcada por abrazos y regalos mutuos sino por acciones que, para el jefe de la Iglesia, doble contra sencillo, empezarán por asumir en la práctica que la justicia social no es "un concepto aberrante" o "robarle a alguien para dárselo a otro". 

Seguro que para el Ppapa no será necesario que Milei se humille y se desdiga sino que haga.

La Iglesia lleva como ninguna otra institución el ominoso registro de  pobreza y hambre que castiga a los argentinos y lo hace saber siempre con un sentido de oportunudad. Los pobres golpean sus puertas. Así fue, hace una semana, cuando la Conferencia Episcopal emitió una declaración titulada "El pedido del pan de cada día es un clamor de Justicia". 

Quizá Milei, en la emocionante majestuosidad del Vaticano y en el austero despacho papal, haya comprendido que no todo es "el mercado" y que su lucha contra organizaciones intermediarias que forman parte de la corrupción rampante no puede justificar que el plato de comida no llegue a tiempo a la mesa de los necesitados.

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