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¿Una nueva Inglaterra para el desarrollo económico argentino?

Cuando las economías no son complementarias sino concurrentes -es decir cuando compiten entre si en terceros mercados- las posibilidades de creación de comercio y con ello de inversiones disminuye notablemente.

¿Una nueva Inglaterra para el desarrollo económico argentino?
15 noviembre de 2023

Por Edgardo Figueroa*

Los acuerdos estratégicos iniciados a comienzos de siglo con la República Popular China significaron una expansión de nuestro comercio bilateral sin precedentes.

Hace 20 años atrás nuestras exportaciones a China eran prácticamente inexistentes: se exportaba tan solo US$ 1.093 millones en el año 2002 y pasamos a exportar US$ 8.022 millones el año pasado. Es decir que en dós décadas nuestras exportaciones se multiplicaron más de 7 veces mientras que las importaciones se multiplicaron 52 veces. A nivel de intercambio comercial (exportaciones+importaciones) se multiplicó 17 veces. China es el segundo mercado de destino para nuestras exportaciones despúes de Brasil y principal proveedor de nuestras importaciones.

A ello se suma el nuevo rol de China para nuestro país como proveedor de inversiones en el marco del Acuerdo de la Ruta de la Seda consolidando un esquema de mayor integración económica basado en la secuencia de: inserción comercial externa-inversiones-mayor inserción externa.

Este esquema asociativo virtuoso replica de alguna manera el que Argentina tuvo con Inglaterra desde mediados del Siglo XIX hasta 1930, que fue una de las etapa de mayor crecimiento económico -no desarrollo- que tuvo la Argentina.

El comercio de lana durante la década de 1860, el desarrollo exportador de la carne desde 1880 y el posterior desarrollo exportador de la agricultura constituyeron fases de esta asociación estratégica que estaba basada en la complementariedad de nuestras economías.

Argentina tenía los recursos naturales que Inglaterra necesitaba e Inglaterra era el proveedor de los bienes industriales que Argentina demandaba y en donde Inglaterrra aportaba de manera directa o en asociación con actores locales la inversion en infraestructura -ferrocarriles y puertos - que potenciaba el desarrollo de las exportaciones locales.

El desarrollo agropecuário no hubiera sido posible en el Siglo XIX sin el ferrocarril y este hubiera sido imposible sin el capital inglés. Pero esta asociación sólo tuvo en cuenta mayormente los intereses del capital inglés. No supuso para la Argentina un desarrollo integral y equilibrado.

Esta complementariedad se reforzaba por el financiamento de los bancos ingleses a las importaciones argentinas provenientes de Inglaterra y por el otorgamiento de empréstitos para cubrir los déficits fiscales de la época.

Cuando las economías no son complementarias sino concurrentes -es decir cuando compiten entre si en terceros mercados- las posibilidades de creación de comercio y con ello de inversiones disminuye notablemente. La inversión de EE.UU., que reemplazó al predominio del capital inglés desde la década del '50 hasta mediados de los '70, se centraron en inversiones locales con el objeto de abastecer un mercado interno creciente. Ello se consolidó durante la década del '90 con los procesos de take-over que acontecieron: la adquisición de empresas nacionales como forma de adquirir porciones del mercado interno. 

Lo descripto con la Inglaterra del Siglo XIX no es algo muy distinto de lo que acontece actualmente en nuestra relación con China: expansión del comercio, inversiones en infraestructura, financiamento de importaciones y uso del swap para pagar importaciones chinas y hasta para pagar al FMI son ejemplos de lo señalado. Pero la complementación es mayor que la que aconteció con Inglaterra em el Siglo XIX ya que las inversiones chinas en infraestructura abarcan a actividades no vinculadas necesariamente al comercio bilateral en un contexto en el cual China potencia los negocios para sus empresas provedoras de infraestructura, las que potencian la competitividad de la economia argentina.

Hoy el talón de Aquiles de esta relación de complementación es el déficit de balanza comercial creciente que resulta indispensable comenzar a reducir ya que la profundización del mismo pondrá en debate el grado de conveniencia de la asociación estratégica. Reducir el déficit debe significar mayores exportaciones argentinas y ello supone la aprobación de nuevos status sanitarios por parte de China -hoy pendientes- para poder diversificar nuestra oferta exportable a este destino.

La cuestión central, en definitiva, es tener claridad sobre cuáles son nuestros intereses en esta asociación estratégica sabiendo cuando y en donde avanzar y cuando decir que no porque afecta el relacionamento con otras potencias o el interés nacional. Es un delicado equilibrio que Argentina está transitando y deberá continuar transitando como política de Estado con independencia de quien asuma en diciembre.

*Economista

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