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Meloni pudo ser una líder populista de derecha y, a la vez, una líder responsable y liberal (hasta ahora)

El verdadero reto para cualquier líder político llega a la hora de tomar decisiones y Meloni ha sabido alejar el momento todo lo que pudo. Pero el impuesto a las ganancias de los bancos podría ser solamente el primer paso hacia la construcción de una líder más populista que liberal.

El mayor mérito de Meloni en el primer año de presidencia fue ganarse la confianza internacional.
El mayor mérito de Meloni en el primer año de presidencia fue ganarse la confianza internacional.
Paolo Rizzo 17 agosto de 2023

Giorgia Meloni sigue siendo la política italiana más popular. A casi diez meses de su nombramiento, sigue habiendo una luna de miel entre la primera ministra y una gran parte del país. Es un resultado inesperado considerando los desafíos que Meloni ha enfrentado hasta ahora. 

Primero, la inflación más alta de los últimos 30 años. En julio la inflación interanual fue de 6%, menos que en los meses precedentes (11,8% en octubre de 2022) pero bien por encima del nivel de los últimos años. Segundo, la guerra en Ucrania. Meloni ha apoyado abiertamente a Kiev. Una posición no compartida por todos los partidos de su coalición. Matteo Salvini, líder de la Lega y el difunto Silvio Berlusconi, líder de Forza Italia, han apoyado a Vladimir Putin también después de la invasión. Además, Italia ha sido históricamente un país muy cercano a Rusia y los italianos son, entre los europeos, los que menos quieren enviar armas a Ucrania. 

La primera ministra ha sido hábil en limitar el impacto de la inflación e imponer su línea sobre Ucrania. Para desmarcar su propia imagen de la inflación ha criticado al Banco Central Europeo y para limitar el impacto de la inflación sobre las familias ha continuado con las políticas del precedente Gobierno de Mario Draghi. Ha entendido también que, a pesar de las resistencias internas en la coalición y en parte del país, apoyar a Ucrania era un deber moral para un país europeo. Pero era también un cálculo político: acercarse a Volodimir Zelenski le iba a garantizar el apoyo de los líderes occidentales.

Probablemente el mayor mérito de Meloni en el primer año de presidencia fue ganarse la confianza internacional. No era una tarea fácil. La primera ministra es la líder de un partido de derecha que nunca ha repudiado al fascismo. Su partido tiene vínculos muy estrechos con las derechas iliberales de Polonia y Hungría. Los otros partidos de su coalición de Gobierno son declaradamente pro-rusos. Meloni además ha construido su éxito político criticando a la Unión Europea y al euro. La primera ministra tuvo que luchar para ganarse el apoyo de los otros líderes. 

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Macron-Meloni

En los últimos meses ha tenido algunos cruces con el presidente francés Emmanuel Macron, pero ha sido hábil en no escalar la tensión y respetar las reglas económicas y financieras de la UE. Recientemente ha viajado a Túnez con la Presidente de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen y el Primer Ministro de Países Bajos, Mark Rutte, para intentar controlar los flujos migratorios. Fue a Kiev para apoyar a Zelenski y a Washington para encontrarse con Joe Biden.

Hasta ahora la primera ministra ha sorprendido por su pragmatismo en las relaciones internacionales. Su Gobierno ha sacado provecho también de la herencia económica de Draghi. En el primer trimestre del año Italia ha registrado uno de los mayores crecimientos económicos entre los países de la UE. Meloni ha sido hábil en presentar el dato como un éxito de su Gobierno. Pero últimamente el contexto político e económico ha empezado a cambiar. 

A finales de julio Italia ha registrado una caída del PIB en el segundo trimestre del año (-0,3%) mientras en la UE el PIB ha registrado un crecimiento del 0,3%. La suba de las tasas de intereses del BCE aleja la posibilidad que Italia pueda endeudarse aún más en los mercados. La mejor forma de relanzar la economía sería la implementación del Plan de Recuperación y Resiliencia: un paquete de inversiones y reformas de casi 200.000 millones de euros financiado por las instituciones europeas a cambio de reformas. Pero el plan debe ser completado antes de 2026 y muchos dudan de que el Gobierno pueda conseguir todas las metas y, por lo tanto, recibir todos los fondos. 

Hasta ahora, parte de la popularidad de Meloni se debe, paradójicamente, a su decisión de postergar los asuntos. El Gobierno se niega en ratificar el MEDE, el Mecanismo Europeo de Estabilidad: un instrumento que forma parte de la estrategia de la Unión Europea para garantizar la estabilidad financiera en la zona del euro. Italia, al ser el único país que no ha firmado el nuevo tratado, demora la implantación de la reforma europea. Se niega en liberalizar el mercado de los taxis. Contrariamente a lo pactado con la UE, retrasa la decisión de subastar las concesiones de los establecimientos balnearios que pagan rentas muy bajas. Tampoco sabe si aprobar la propuesta de la oposición de instituir un salario mínimo. La mayoría de los italianos está en favor, pero es una propuesta que un Gobierno de derecha difícilmente pueda aprobar. En fin, no puede gestionar la crisis migratoria. En los primeros meses de 2023 han llegado a Italia 94.000 migrantes, más del doble que en 2022 (44.000 migrantes).

Sin embargo, en agosto el Gobierno ha decidido aprobar un impuesto sobre las "ganancias extra" de los bancos. Es una medida extremamente popular pero dañina para la economía que, por un lado, generará una ganancia mínima para el Estado (2.000 millones de euros) y, por otro, podría desalentar futuras inversiones en el país. Es una decisión populista que puede convertirse en un bumerán para el Gobierno y generar efectos económicos negativos. 

El verdadero reto para cualquier líder político llega a la hora de tomar decisiones y Meloni ha sabido alejar el momento todo lo que pudo. Hasta ahora su popularidad ha sido tan alta porque, con su inacción, supo presentarse como una líder populista de derecha y, a la vez, como una líder responsable y liberal. Pero difícilmente la primera ministra pueda seguir así. 

El impuesto a las ganancias de los bancos podría ser solamente el primer paso hacia la construcción de una líder más populista que liberal. 

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