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Cada vez más temor por una posible recesión en EE.UU. en 2023
Tasas en alza

Recomiendan cautela porque puede haber empresas zombie

Con volatilidad extrema, los mercados financieros siguen a los saltos. Manda el vuelo hacia la calidad y la compra de posiciones seguras.

Luis Varela 16 mayo de 2022

Los mercados financieros mundiales acaban de sufrir un notable cimbronazo. 

En plena salida de la pandemia de Covid-19, con una invasión de Rusia a Ucrania que no parece terminar nunca, y con los niveles de inflación mundiales más altos en tres o cuatro décadas, por abundancia de dinero y escasez de oferta de productos, los principales bancos centrales del mundo comienzan a recoger el carretel: sacan dinero del mercado, suben las tasas de interés, sufren duramente las posiciones de riesgo y las inversiones están sumergidas en lo que se denomina "vuelo hacia la calidad" o búsqueda de inversiones seguras.

La expectativa en la que está ingresando el mundo es que las principales economías van desacelerando, con riesgo de estanflación o directamente posibilidad de ingresar en una recesión. Japón, de hecho, está en recesión desde hace diez meses, China y Europa ya desaceleran y EE.UU. mantiene todavía algún crecimiento, pero bancos de inversión ven estancamiento pronto y el Deutsche Bank pronosticó para los estadounidenses un estado recesivo hacia el primer trimestre de 2023.

A pesar de esa posibilidad, luego de anunciarse que en abril EE.UU. tuvo una inflación del 8,3% anual (inferior a la del 8,5% de marzo), la Fed instaló su programa de retiro de efectivo del mercado, con inicio de suba de tasas de interés. 

El plan anunciado hasta ahora es quitar de Wall Street (a través de venta de bonos) US$ 45.000 millones al mes desde junio y US$ 95.000 millones desde septiembre. Ya subió la tasa corta al 0,75% anual (desde 0% de hace unos meses) y podría subirla al 3% anual para fin de año. Pero todo es móvil: el titular de la Fed, Jerome Powell, irá enfrentando el problema de manera balanceada, subirá la tasa y quitará dólares apuntando a que baje la inflación sin castigar la evolución económica. Pero su prioridad es bajar la inflación, al 2% anual en uno o dos años.

Todos miran al dólar

Por supuesto, a la salida del Covid (en la última semana solo dos países del mundo tuvieron más de 1.000 muertes semanales) y con un ataque de Rusia a Ucrania que se eterniza (ya pasaron 81 días en una invasión que iba a durar 3), nadie sabe muy bien en qué lugar estamos parados. 

Y eso genera una gran inestabilidad, con huida de todo lo riesgoso, y la opción de compra más elegida por el grueso de los inversores mundiales son los bonos de la Fed, que llegaron a tener una tasa larga del 3,2% hace unos días, y por fuertes compras contado terminaron el viernes a 2,9% anual a 5 años, 3% a 10 años y 3,1% a 30 años.

Ese movimiento alargó otra semana de firmeza internacional para el dólar, aunque no evolucionó igual contra todas las monedas. La semana pasada el billete verde saltó 1,8% contra el yuan, 1,3% contra el euro y el franco suizo y 0,6% contra la libra. Pero no cambió en Chile, cedió 0,5% en Brasil y bajó 1% contra el yen, donde había subido a su mayor nivel en 22 años en los meses anteriores.

En Argentina el mercado cambiario tuvo una distorsión muy particular. Por un lado están los inversores y las empresas, que acumulan pesos y siguen comprando dólares para salir de una moneda que pierde muy rápido su valor (el Indec acaba de medir una inflación anual del 58%, la mayor desde la hiperinflación de Carlos S. Menem) y los que tienen pesos siguen comprando dólares y fugándolos, hacia afuera (CCL) o hacia adentro (MEP). 

Pero el considerado dólar de los ahorristas chicos, que no tienen pesos para cubrir sus gastos, se mantiene planchado: tienen que vender desde el colchón para pagar lo que cuesta vivir. Sin embargo, mientras el blue se estanca en $203, el dólar MEP y el contado con liquidación acaban de saltar 14% en los últimos 30 días: uno pasó de $185 a $211y el otro de $188  a $213.

Para enfrentar el fuerte proceso inflacionario, siguiendo lo acordado con el FMI, el BCRA acaba de subir la tasa de interés al 48% anual o 3,3% mensual, lo que sigue siendo una colocación negativa frente a la inflación (de 6% al mes y del 72% esperada para este año). De ahí que lentamente los pesos se siguen yendo de los bancos. 

Según datos oficiales, en los últimos 250 días, con una inflación acumulada del 43%, el dinero transaccional en cuentas corrientes subió 48%, pero los plazos fijos se incrementaron sólo 36% y la cantidad de plata en cajas de ahorro subió apenas 22%, la gente está con los bolsillos vacíos.

Commodities mixtas

El proceso envuelve un movimiento muy desigual en las materias primas, por ahora favoreciendo de manera notable a Argentina, ya que en lo que va de mayo los granos están muy firmes (en Rosario el sorgo sube 12% en el mes, el girasol 10,5% y el trigo 4,6%), aunque hay diferencias ya que también en Rosario la soja baja 0,2% y el maíz achica 4,8%, mientras que en Chicago la soja cede 2,9%. 

Otro de los beneficiados en este particular momento (con Rusia en el foco) es el petróleo, que sube 5,7% en mayo. Pero atención: las criptomonedas y los metales preciosos sufren y los metales básicos también se apagan. 

Como la Fed paga tasas del 3%, el oro cae 4,5% en mayo, la onza de plata pierde 7,2% y las criptomonedas directamente se hundieron, con el Bitcoin 22% abajo (recuperando apenas en las últimas horas). Y, como se espera estancamiento económico o recesión, las industrias no piden insumos por lo que en mayo el cobre cae 5%, el aluminio pierde 7,2% y el níquel se hunde 13,8%.

En respuesta a eso, las bolsas están actuando en consecuencia, con los países que venden petróleo y granos subidos a una ola, y el resto colocados en un canal "oso" bajista, extremadamente volátil. Así, la semana pasada Frankfurt logró subir 2,6%, San Pablo 1,7%, Buenos Aires ganó 2,6% en pesos, pero 1,4% en dólares, Madrid, Santiago y México casi no cambiaron, mientras que las bolsas de Nueva York y Tokio acusaron bajas semanales de entre 2% y 3%, con papeles y criptomonedas que colapsaron, para el susto.

  • La gran pregunta que se hace todo el mundo ahora es: ¿vamos a un estancamiento o a una recesión? ¿Qué tan largos pueden ser esos períodos? ¿Y qué puede generar eso, con chance incluso de recesión o default de algunas empresas? Y esa pregunta sobresale aún más en Argentina, por varios motivos: ya que las industrias no tienen dólares para traer insumos y tienen riesgo de no tener gas o electricidad en el invierno, lo cual puede provocar un problema importante.

Por supuesto, el oficialismo intenta contagiar optimismo y dice que la economía argentina crece mucho más que en los últimos años, pero varios economistas advierten que esto que vemos es rebote, a la salida del Covid, y que se está usando más capacidad instalada, pero no se ven inversiones nuevas, porque el gobierno sigue parado en su misma política económica.

Los balances de las empresas

Y un indicador que puede servir para mostrar lo que ocurre en realidad son los balances de las empresas presentados en la Bolsa de Comercio. Hasta ahora se entregaron 58 estados contables con los números en detalle, y los resultados son más mediocres que lo que se venía viendo hasta el cierre del año pasado. Comparando el primer trimestre de este año con el primer trimestre de 2021 (momento con alta pandemia) hubo 10 empresas a las que les fue muy bien ya que pasaron de perder a ganar, 21 compañías que aumentaron sus ganancias (aunque la mitad muy por debajo de la inflación), 10 firmas que achicaron su ganancia, 4 que achicaron su pérdida, 8 que aumentaron su pérdida y 5 a las que les fue realmente mal, ya que pasaron de ganar a perder.

¿Qué recomiendan los expertos en inversiones frente a semejante momento? La situación es muy compleja. El Banco Central le debe a los bancos casi $5 billones en Leliq, que son depósitos de la gente. El Tesoro tiene que renovar de acá a fin de año deuda por $3,7 billones. El jueves próximo (con revancha el viernes) Guzmán (ahora no solo criticado por Cristina sino también por Sergio T. Massa) intentará conseguir pesos dentro del corral de formadores de mercado y fondos de inversión. 

Estamos en el semestre en el que teóricamente hay gran abundancia de dólares porque se liquida la cosecha, sin embargo, el BCRA perdió US$ 53 millones el viernes y continúa perdiendo reservas desde que firmó el acuerdo con el FMI.  

Eso genera una gran desconfianza, por lo que los bonos se hunden, bajaron fuerte la semana pasada y caen 7% en seis meses, con un riesgo país que roza otra vez los 1.900 puntos básicos, nueve veces más alto que el de los países vecinos. Y las acciones argentinas, que siguen con precio de regalo, van y vienen pero en los últimos seis meses medida en dólares la Bolsa porteña caen 7%.

Por eso, los analistas le advierten a sus clientes que hay que seguir con lo que va a seguir vivo. Dicen que va a haber empresas zombies, que buscarán inversores incautos para sostenerse. Y por eso lo que debe mandar es la cautela. Es decir, realizar estrategias de cirujano, diversificar, tener solo papeles de compañías que vendan cosas imprescindibles, que generen caja. Esos papeles son los que van a encontrar el camino ascendente primero, las que van a sufrir menos.

Equivocarse puede costar mucho. Medidas en dólares las empresas argentinas cayeron 95% de 2017 a 2020 y desde ahí hasta ahora subieron 75%, pero aún están 70% abajo de la cumbre de hace cinco años. En las últimas crisis bursátiles globales de las punto com o de las hipotecas, hubo papeles que tardaron cinco años en recuperar valor y muchos que no regresaron nunca.
 

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