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La industria musical va en busca del arcón de los inéditos

Con Moonage Daydream, un documental acerca de Bowie y la próxima reedición de lujo de Revolver, el clásico beatle, la industria musical juega sus cartas al poderoso y vigente archivo sonoro.

Por ahora, el mejor producto surgido de la bóveda es Welcome 2 America de Prince.
Por ahora, el mejor producto surgido de la bóveda es Welcome 2 America de Prince.
Pablo Manzotti 16 septiembre de 2022

En 2015 el director californiano Brett Morgen estrenó el documental Cobain: Montage of Heck, un buceo íntimo a una de las figuras simbólicas más importantes de la historia de la música. Si había algo difícil de hacer en términos narrativos era ingresar en la compleja vida del artista: sus ideas musicales, sus demonios, su camino autodestructivo.

Dando vuelta una página, esta semana, el mismo Morgen estrenó su último trabajo: Moonage Daydream. Por supuesto, el título responde al nombre de una canción del álbum “The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars”, quinto álbum de David Bowie. El “Duque Blanco” fue el objeto, esta vez, de un documental diferente, un acercamiento al concepto de artista que desplegó a lo largo de su carrera.

El relato, articulado con fragmentos de entrevistas televisivas poco conocidas, recitales, presentación  de sus obras plásticas, segmentos de audios y, claro, mucho de su obra musical, apuesta a una deconstrucción de una de las personalidades más multifacéticas e influyentes del universo del rock. Y es una maravilla.

Los trabajos de Morgen son distintos en tono y en estructura narrativa. Pero ambos tienen un punto de unión más allá de la obviedad de tratar sobre personas del star system del  rock: apelan a material inédito, a registros de obras clásicas para presentarlas en nueva forma y darlas a conocer ya que nunca habían salido a la luz.

Acompañó a Montage of Heck la salida de un disco con todas las grabaciones caseras de Cobain. Ensayos o pruebas del músico con su guitarra, mayormente en formato acústico. Por ejemplo, se puede escuchar al líder de Nirvana entonar una grumosa versión de And I Lover Her de The Beatles.

Durante los últimos quince años la industria musical explotó esta variable constantemente. En un negocio que cambiaba (y cambia) dejando de lado el consumo del formato físico para transitar la virtualidad, hubo que encontrar nuevos atractivos para acercar a los clásicos consumidores y sumar a las nuevas generaciones. Durante varias décadas la música en formato físico vivió periodos de esplendor. El vinilo reinó durante gran parte del Siglo XX. La aparición del cassette sumó un nuevo formato y añadió portabilidad. El CD vino para digitalizar, entregar un sonido prístino y frenar a las copias en cinta. Y llevó el negocio de la música en la década del noventa al paroxismo.

La era de las plataformas sellaron el abandono definitivo de la pasión por el objeto y, por ende, de las ventas astronómicas.

El sendero de la obra inédita

En el mes de octubre saldrá al mercado un nuevo disco de The Beatles. Mejor dicho, una reedición, extendida y expandida de un clásico de 1966: Revolver. Como tantas otras obras similares, la presentación de lujo de este lanzamiento incluye estará distintas ediciones, con CDs y vinilos y una nueva mezcla en estéreo, un picture disc (disco en vinilo con una imagen)  y el completo box set de cinco CD, cuatro vinilos en estéreo y mono y 31 tomas alternativas y versiones desconocidas de la grabación del disco.

Este es solo un ejemplo del camino elegido por la industria musical para estos años: buscar en el arcón de las grabaciones originales, presentar ese material en un formato atractivo, para coleccionistas que aún privilegian tener ese objeto en sus bateas, que se deleitan con el buen libro de fotos y datos que acompañan a la música.

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The Beatles y una reedición extendida y expandida de un clásico de 1966: Revolver. 

Este negocio de la arqueología de las grabaciones pasadas parece no terminar nunca. Es inagotable y se retroalimenta entre disciplinas: como se cita en la primera parte de esta nota, al estreno de un documental con material en imágenes inéditas se suma la edición de la música, también desconocida, que aparece en esas cintas. Y se expande, por supuesto. Por ejemplo, para la edición de lujo de Revolver trabajó sobre las cintas originales Giles Martin, hijo de George Martin, el histórico productor de los cuatro de Liverpool.

Para recuperar las bondades de las grabaciones de 1966, utilizó la tecnología desarrollada por el equipo de Peter Jackson para  el proyecto The Beatles: Get Back. Precisamente, esa película en tres partes (que puede verse en Disney+) habilitó la edición expandida del clásico disco con más de 140 horas de material sonoro inédito. Y esto viene sucediendo con toda la obra del grupo: reediciones extendidas de El Album Blanco, Abbey Road o Sargeant Pepper.

En muchos casos, con el autor ya fallecido, es clave el aporte de la familia, de los herederos y dueños de ese patrimonio. Esto sucedió con el documental de Martin Scorsese que llevó adelante acerca de su amigo George Harrison. La familia aportó cantidad de material inédito, grabaciones caseras que tenían al beatle como protagonista. Y la discográfica sumó tomas de canciones nunca antes publicadas que sumaron al documental y permitieron la edición de varios discos con esos registros.

La bóveda interminable

Ocho mil canciones. Discos enteros inéditos, todos en un mismo lugar. Se trata del ejemplo más acabado de lo que se viene desarrollando en esta nota. Se trata, en definitiva, de la famosa bóveda de Prince. Para el momento que había alcanzado los 40 años, el artista ya tenía más grabaciones que cualquier otro músico en toda su vida. Para albergar todas esas pistas inéditas, Prince construyó una bóveda en el sótano de su complejo de Paisley Park en los suburbios de Minneapolis.

Con su temprana muerte, ese legado entró en una batalla interminable que en los últimos años parece haberse encauzado. El que asumió (a pedido de sus herederos) el manejo de ese material es Troy Carter, que fue ejecutivo de Spotify y manager de Lady Gaga. Carter mudó gran parte de ese tesoro a Iron Mountain en Los Angeles, un almacenamiento con una sala especialmente climatizada para la conservación del archivo,

La edición de ese material se divide en diferentes direcciones. Por un lado las reediciones “deluxe” de discos clásicos como 1999 y Sign O'The Times. Ambos con poderosos extras, por supuesto. Por otro lado, la publicación de material totalmente desconocido. Así en 2020 salió al mercado Originals un compilado de canciones de Prince realizadas para otros artistas. Ahí por ejemplo, se puede escuchar su preciosa versión de Manic Monday, canción que popularizaron The Bangles en los '80.

Pero el mejor producto, hasta ahora, surgido de la bóveda es el disco Welcome 2 America una placa inédita en su totalidad que Prince grabó en 2010. Es uno de sus discos con un discurso político más marcado, donde, entre otras cosas, se refiere al racismo y a la brutalidad policial. Y, a su vez, una de las mejores producciones de toda su carrera, lo cual es mucho decir. Demasiado para la industria que se está reformulando al compás del cambio en el consumo cultural.

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