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Charly no fue a grabar su nuevo disco a New York: fue a vivir a New York.
Rock

Clics Modernos: la revolución musical llega a los 40

¿Un disco perfecto? Sí, Clics Modernos, la mejor producción de la historia del rock argentino.

Pablo Manzotti 04 noviembre de 2023

En una tarde de noviembre de 1987, un joven Charly García charlaba con dos también jóvenes periodistas acerca de su nuevo disco: Parte de la Religión. Esa religión que miraba García en la segunda mitad de los ochenta era una metáfora de un sistema que había que seguir rompiendo. Una suerte de no atarse a las reglas, de ir siempre por más. 

"Charly, cuando salió Clics Modernos fuiste muy criticado, que te habías vendido a EE.UU., que habéis dejado de hacer buena música...Y a los dos años todos estaban haciendo clics, ¿nunca dudaste de lo que hacías?", preguntó uno de los entrevistadores. 

"No. Porque siempre supe que iba por el camino correcto", respondió Charly.

Cuarenta años pasaron desde que García decidió sumergirse en la ciudad de New York para grabar su segundo disco solista. Es cierto, había dado un cambio brusco a su ser de "estrella de rock" luego del éxito un año antes, en 1982, de Yendo de la Cama al Living. 

Éxito que se coronó con un recital sin precedentes en Argentina, en el estadio de Ferro Carril Oeste con la destrucción de un Buenos Aires de fondo, escenario de una puesta en escena nunca antes vista en el país. También coronó su nuevo estatus de figura del rock con una mejora económica. 

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Charly no fue a grabar su nuevo disco a New York: fue a vivir a New York.

Como el mismo Charly contaba en las entrevistas que ofrecía por aquellos años, estaba saturado de Buenos Aires y quería ir por más. No se podía quedar quieto. Iba por la revolución. New York pareció ser la parada ideal. El lugar correcto en el momento correcto. 

Plena escena New Wave de la mano del ya avanzado pospunk. 

Es que Charly no fue a grabar su nuevo disco a New York: fue a vivir a New York. Quizás ese sea el primer dato a tener en cuenta para entender la particularidad del sonido de Clics Modernos. Es un disco de un porteño de nacimiento que suena a esa ciudad, a la locación del Washington Square, al Greenwich Village (la bohemia por antonomasia), donde Charly alquiló su primer loft para empezar a pensar en esas cintas que traía desde Buenos Aires y encontrar ese sonido que andaba buscando. 

En el tránsito en esa ciudad, se encontró con su amigo Pedro Aznar al que sumó oficialmente al proyecto y, convencido de que quería grabar en los míticos estudios Electric Lady que había fundado Jimi Hendrix en 1970, se dirigió a negociar la hora de grabación, bastante cara para los estándares de la época. 

Allí conoció a Joe Blaney, joven productor que había trabajado por esa época con Ramones y The Clash. Luego vendrían otros nombres claves como el de Prince y Los Rodriguez en su curriculum.

Entender que Blaney es una pieza clave en la gesta de Clics, es tan importante como entenderlo en el caso de George Martin para The Beatles. "Charly es un genio musical", dijo el amigo Joe en más de una entrevista. 

La foto de la tapa de Clics Modernos, que tomó Uberto Sagramoso
La foto de la tapa de Clics Modernos, que tomó Uberto Sagramoso

Él y Pedro (Aznar) habían estado trabajando en el departamento de Greenwich Village en una consola de ocho canales que había comprado el músico. Por eso cuando llegaron a Electric Lady gran parte del trabajo ya estaba hecho. Blaney comentaba que Charly se había comprado un teclado polifónico de Roland Jupiter 8 con sintetizador y un emulador. 

Para ese entonces, las posibilidades de nuevos sonidos eran infinitas. Y Charly se estaba divirtiendo.

Una tapa, una foto y trapos nuevos

El disco se iba a llamar Nuevos Trapos. Un título obvio, con una canción homónima que surfea en las delicadas melodías garciescas y que cuenta la incertidumbre de los caminos por venir. Pero una foto...¡una foto! cambió la historia. E hizo historia.

"El título final del disco surgió de esa foto, de esa imagen. Primero se iba a llamar Nuevos Trapos. Yo vivía en Manhattan y cuando Charly llegó para hacer la tapa ya tenía un callejón en mente para hacerle una buena sesión fotográfica. Lo llevé y le hice escribir el título con un aerosol porque en ese momento el graffiti había explotado como arte callejero en New York. Cuando terminamos, le pregunté: ¿Qué te parece si hacemos un par de tomas más ahí, junto a esa figura negra. Todo el callejón estaba grafiteado. Cuando revelamos los rollos, la vimos y ni dudamos: era esa y el título tenía que ser Clics Modernos, que ya estaba incluido en la foto", comenta el fotógrafo Uberto Sagramoso, y citado en el increíble libro "A Todo Volumen: Historias de Tapas del Rock Argentino" del periodista Sebastián Ramos.

La figura negra con corazón blanco que se repetía en esa época en varias otras paredes de Manhattan llevaba la firma de Zephyr, un emblema del grafiti ligada a la escena del hip hop. Modern Clix, la leyenda que se observa en la pared y queda sobre la cabeza de Charly García en la composición fotográfica, era el nombre de una banda under de New Wave. 

Todas las piezas cobran sentido. Todo el concepto sonoro en una foto como nunca antes se había traducido en una tapa del rock argentino desde, quizás, Artaud (no es casualidad que ambos discos se disputen el primer lugar como mejor de la historia en cualquiera de las encuestas especializadas que se realizan en cada oportunidad).

Pista a pista

A la mencionada Nuevos Trapos (ante última canción del lado A del disco) se sumaron ocho composiciones más.

El tema que abre la placa es Nos Siguen Pegando Abajo (Pecado Mortal), un golpe en la mandíbula del nuevo sonido buscado por García. Una melodía mortal con base en potentes sintetizadores, samplers y una marcada línea de bajo, cortesía del señor Aznar, que pulsa toda la producción. La letra no es algo menor: refiere a la violencia, aún latente, de una sociedad que salía de su etapa más oscura.

La segunda canción es una composición que en el momento de su estreno no fue de las más reconocidas. En las últimas décadas, No Soy Un Extraño se transformó en una canción especial. Un acercamiento de los más sensibles de Charly García a Piazzola. Una máquina de ritmo neoyorquina al servicio del tango, de la música ciudadana. Y una poesía que es una descripción de ese García en busca de su nueva identidad ciudadana y musical.

El tercer tema, Dos Cero Uno (Transas) es una pieza autobiográfica de ese momento del músico. También acentúa un cambio de dirección. El lado uno cierra con Bancate ese Defecto, otro de los ritmos funkeados que García buscaba y disparaba en los oídos de sus seguidores. También es uno de los mejores temas de su carrera y una letra que se mete definitivamente en el concepto social de los 80: una sociedad que iba a vivir pendiente de la imagen más que nunca.

El lado B de la placa arranca con el hit No Me Dejan Salir. Baile frenético que impulsó la venta del disco, sonó en todos los boliches durante años y se transformó en uno de los primeros videoclips de la época. La canción reflejaba ese momento de saturación que vivía García y la necesidad de auto expulsarse a New York. 

El segundo track es la canción más escuchada, admirada y movilizante del disco: Los Dinosaurios. Una poesía descarnada de la dictadura que se terminaba y el karma de la desaparición: el fascismo y sus perpetradores. El piano y la voz de García cobran fuerza en el primer plano dejando las máquinas y los nuevos sonidos, detrás. 

Dos de la baladas más hermosas del rock argentino cierran el disco: Plateado Sobre Plateado (Huellas en el Mar), transformando en poesía el drama del exilio y el paso terrible del tiempo y Ojos de Videotape, recuperada en el MTV unplugged, una ventana lírica a la década que se venía y al amor en la forma García. 

¿Un disco perfecto? Sí, Clics Modernos, la mejor producción de la historia del rock argentino.

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