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El mercado está que arde

Ya no es un pago y después veo, es primero veo y después pago

Los inversores no quieren tener nada que ver con valores argentinos. Venden bonos, y también venden acciones.

La crisis que se está viviendo con la credibilidad del peso y de los bonos, también se extendió a las acciones.
La crisis que se está viviendo con la credibilidad del peso y de los bonos, también se extendió a las acciones. Archivo.
Luis Varela 23 junio de 2022

Quizás por temor a resucitar viejos monstruos, economistas de todo el espinel estuvieron tratando de evitar determinadas palabras como "corrida", "hiperinflación", "reperfilamiento", "devaluación" o directamente "default" desde que comenzó la pelea entre Cristina Kirchner y Alberto Fernández, tras la dura derrota electoral legislativa de noviembre, que el Presidente festejó como si fuera un triunfo. 

A lo largo de más de treinta meses de Gobierno, el 66% del mandato de Alberto Fernández, no han logrado enhebrar un plan económico, un rumbo, algo que sea creíble, para que la población entera sepa a qué atenerse, hacia dónde ir.

Y por esa ausencia de plan, con el Gobierno completamente partido en dos alas, enemistadas por completo, lo que más floreció en el mercado interno es la peor de las palabras: desconfianza. El ministro Martín Guzmán creyó que licuando todo, y formando un incipiente mercado de pesos lograría sacar el bote adelante, pero la maniobra realizada hace dos semanas terminó por fijarle la extremaunción al mercado de deuda en pesos.

El martes 28 el ministro Guzmán debía conseguir unos $580.000 millones para poder seguir repagando la deuda que él mismo emitió, y como los inversores fueron cada vez más renuentes, exigiendo todo ajustable por inflación y con plazos muy cortos, se realizó una maniobra con los bonos CER, que terminó generando una verdadera estampida. Sin datos concretos, con magia contable, los financiamientos que eran conseguidos surgían muchas veces de un origen dudoso, que los inversores empezaron a creer surgidos de organismos públicos.

De ese modo, tratando de convencer que sucedía algo que no pasaba, los grandes tenedores de bonos ajustables empezaron a desprenderse de esos títulos a dos manos. Y para frenar la caída el BCRA emitió una cantidad de pesos gigantesca, $ 400.000 millones, equivalente al 10% de la base monetaria, frenó el desbarranque, y se quedó con esos títulos. 

Y para no fracasar el martes próximo, Guzmán hizo otro pase de magia: canjeó gran parte del vencimiento de fin de este mes, y rescató una gran masa de bonos el miércoles y una cantidad más pequeña ayer, por lo que el próximo 28 de junio la bola de dinero que deberá conseguir será de poco más de $ 200.000 millones, un monto más manejable, pero en el mercado aseguran: el mercado de bonos en pesos está muerto, no hay inversor dispuesto a enfrentar la posibilidad de que lo reperfilen o de encontrarse con una devaluación abrupta, que licúe por completo su dinero.

Los dólares para arriba

Ese fue el escenario que dominó ayer el mercado local, provocando un nuevo incremento en los dólares financieros libres, con el dólar blue quieto en su valor récord anotado el miércoles. Pero lo más grave del caso es que ese gran impulso cambiario fue bloqueado con un scrum del Banco Central, que siguió aumentando su deuda en Leliq de manera enloquecida, gastando además una enorme cantidad de reservas, y ni así lograron apaciguar las aguas.

En números concretos, el Banco Central perdió ayer otros US$ 146 millones en las reservas (por lo que ya se colocan claramente en una posición anual negativa de US$ 1.326 millones), pero además chupó de los bancos depósitos de la gente por nada menos que otros $510.318 millones en Leliq a 28 días. Y a pesar de eso, con el blue inmóvil en $224; el Senebi subió $1,77 hasta $239,17; el MEP saltó $4,29 hasta $232,23 y el contado con liquidación subió $1,99 hasta $237,32 por lo que la brecha entre el dólar oficial y el blue fue del 73,5% y la del CCL y el mayorista saltó hasta el 91,2%.

Esto vino agravado por una condición internacional que pasó de ser viento a favor para convertirse en viento en contra. La decidida suba de tasas de la Reserva Federal ya convenció a casi todos los analistas mundiales que la economía global va a una recesión, y con eso los precios de todas las materias primas, ya sin excepción, están colocadas muy hacia abajo, y con una novedad: hay algunos expertos que pronostican que muchas de esas cotizaciones volverán a valores de 2019, lo cual sería una verdadera tragedia para los países emergentes, productores de commodities.

Commodities para abajo

Con ese marco, ayer hubo una nueva baja del 1,2% para el petróleo, los metales básicos (insumos de las industrias) cayeron 4% promedio y lo más grave para Argentina es que también se vino en picada el precio de los granos, con caídas de entre 3% y 5% tanto en Chicago como en Rosario. Y para entender el tamaño del movimiento debe decirse que en pocas semanas la soja bajó en Chicago de US$ 651 a US$ 58, el trigo cedió de US$ 495 a US$ 344 y el maíz achicó de US$ 323 a US$ 294, y también hubo fuertes bajas en la Bolsa de Rosario.

Y lo de Rosario, junto con casi todo el sector productivo del país, se agrava todavía más por la escasez de gasoil que sufre el país, con Transportistas Unidos que hacen paradas junto a las rutas, y que están haciendo reclamos que volverán a tener piquetes, si no les entregan una solución. En medio de la escasez, el Gobierno salió a anunciar que en dos semanas llegarán tres barcos con gasoil, con un volumen de combustible equivalente al 1% de lo que consume Argentina en un año. Y lo concreto es que los transportistas no consiguen cargar sus tanques, ni a $160 el litro, ni a $240, y hay unos pocos lugares que dan abastecimiento, pero hay que pagar más de $300.

Esta caída de commodities, con la escasez de un elemento esencial para que la circulación productiva funcione, se encontró además con dos golpes directos a la mandíbula de parte de nuestros dos grandes vecinos inmediatos. El dólar saltó 1,5% en Chile y 0,9% en Brasil, mientras Argentina lleva el dólar de exportación por debajo de la suba de los precios internos, por lo que tenemos inflación en dólares y eso estrangula la relación comercial con esos dos países: nuestros productos son cada vez más caros en esos mercados.

Sin gasoil, sin reservas en el BCRA y con Guzmán muy complicado para conseguir pesos el martes próximo, la suba del dólar llevó a los inversores a acentuar la venta de bonos argentinos, por lo que cayeron otro 1,4%, y el riesgo país saltó 40 puntos hasta un nuevo récord post canje de 2.285 puntos básicos. Y la baja en el precio contado de los titulos locales fue tan acentuada que por ejemplo el papel más corto del canje de Guzmán el AL29 ya tiene una hipotética tasa a vencimiento de más del 43% anual en dólares. Eso es así porque todo el mundo está convencido de que no se van a pagar a tiempo: el 95% cree que se van a reestructurar o algo por el estilo.

Las bolsas con resultados mixtos

Y como si fuera una mancha de aceite, la crisis que se está viviendo con la credibilidad del peso y de los bonos, también se extendió a las acciones, algo que no sucedió hasta que Cristina eligió convertirse en la principal opositora del gobierno de Alberto Fernández.

Ayer, paradójicamente, la Bolsa de Nueva York volvió a subir: el Dow mejoró 0,6%, el S&P mejoró 0,9% y el Nasdaq recuperó 1,6%. Pero la Bolsa de San Pablo bajó 1,5% y la de México cedió 1%. Y la Bolsa de Buenos Aires fue la peor de todas, incluso más castigada que la de Santiago, que descendió 2,4%, con el país muy complicado por un paro en la estatal chilena Codelco, la mayor empresa de cobre del mundo, motor central de la economía chilena. El cobre bajó a su menor nivel en 16 meses y eso provocó una huelga de mineros, que pone al flamante presidente Boric en una encrucijada con votantes propios.

Aquí, con $1.676 millones operados en acciones y $2.929 millones en Cedear, la Bolsa de Buenos Aires cayó 2,9%. Mientras que los ADR argentinos en Nueva York estuvieron mixtos: tuvieron subas Bioceres, Edenor y Mercado Libre, pero luego hubo bajas de hasta el 7% en el resto, con YPF a la cabeza, amenazada con un juicio que le pende sobre su cabeza, pero también afectando mucho a los valores de Central Puerto, TGS, Francés, Macro y Pampa Energía.

La situación, definitivamente es compleja en todas partes. De hecho la mayor parte de los inversores no sabe muy bien dónde ir. Los metales preciosos estuvieron ayer en descenso: hubo una baja del 0,7% para el oro, mientras que la onza de plata cayó 2,1%. Y las tan flageladas criptomonedas anotaron ayer un repunte: el Bitcoin mejoró 4,2% con el ethereum resucitando con casi 9%, volviendo casi desde el infierno.

En suma, el mercado está que arde. La falta de confianza es absoluta. Quien de alguna manera pudo haber embocado con la frase más exacta que define hoy cuál es la sensación que tienen los inversores locales e internacionales con la Argentina fue nada menos que Nery Persichini (de GMA Capital), que no se refirió respecto del futuro de los bonos argentinos con un canje no tan duro como el de Guzmán en 2020, sino que pensó en el canje más cortante que hizo Guillermo Nielsen, con Néstor Kirchner en 2005. Después de todo lo que hicieron los gobiernos de este país, Persichini dijo, "para que el interés por los bonos argentinos regrese, esta vez definitivamente no es un pago y después veo, sino un veo y después pago".

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