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Pensar el desarrollo desde la persona

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30 julio de 2021

Por Carla Pitiot (*)

La pandemia nos plantea, casi a diario, el lugar en el que estamos parados.

Normalidad, crisis, angustia, oportunidad, desafío...Estas palabras son ejes de cuestionamientos que nos venimos haciendo desde la irrupción del Covid-19 en nuestra vidas, tanto a nivel económico como social. ¿Cómo seguir cuando esto pase? ¿Qué rol debe asumir el Estado, los organismos, nosotros mismos?

En este contexto de incertidumbre lo que queda claro es que hay cuestiones que deberemos replantearnos para pensar el desarrollo como una realidad posible para crecer.

Una de las economistas más reconocidas, especializada en innovación, Mariana Mazzucato, que trabaja con la mirada de una economía inclusiva y sostenible afirma que la pandemia debe ser una oportunidad para repensar cómo interactúan los sectores público y privado, generando vínculos productivos para ambos. Ese compromiso multiactor, base de cualquier nuevo contrato social, será clave con el fin de poner “la vida en el centro de cómo pensamos la economía; en lugar de la economía en el centro de cómo pensamos la vida”.

Pandemia y desarrollo sostenible fueron los grandes protagonistas en las exposiciones e intercambios de la Asamblea General de la Asociación Latinoamericana de Instituciones Financieras para el Desarrollo (ALIDE), espacio que nuclea a bancos de desarrollo de la región latinoamericana y el mundo.

En esta reunión y con eje en el diagnóstico de situación de los países de América Latina y el Caribe, se puso énfasis en la necesidad de promover y apuntar a instituciones financieras para que en la pospandemia trabajen de manera anticíclica, inclusiva, sustentable y solidaria.

Ahí es donde entran en juego los bancos de desarrollo con un papel muchas veces invisibilizado, que va desde orientar la inversión para la innovación en el sistema productivo hasta fomentar políticas de empoderamiento económico de las mujeres. El futuro llegó, y es necesario dar la discusión urgente del rol de nuestra banca de desarrollo para fomentar la producción, el trabajo y la inclusión social en el país.

Los bancos de desarrollo en todo el mundo son fundamentales a la hora de impulsar proyectos productivos e innovadores, fomentar la integración económica de la región, promover la inclusión financiera para los sectores no bancarizados e impulsar proyectos sostenibles desde el punto de vista social y ambiental.

En Argentina tenemos nuestro banco de desarrollo, al BICE, como punta de lanza, que cumple un rol esencial para fortalecer y acompañar a las pymes de nuestro país y que además adopta como política interna a la inclusión de las mujeres con su línea “mujeres que lideran”.

Este clima de época de repensar paradigmas también permite debatir en diferentes ámbitos el modelo de desarrollo a través de los instrumentos que tenemos disponibles.

A diferencia de la banca comercial y de la banca digital, los bancos de desarrollo buscan generar facilidades y propuestas tendientes a incentivar que parte de la población no bancarizada acceda a financiamientos, promover la educación financiera para una real y mayor inclusión y poner a disposición líneas de crédito con tasas especiales y plazos extendidos para darle jerarquía a las inversiones productivas.

En definitiva, se trata que "lo que preste" esté pensado no solo a partir de la rentabilidad que genera o los riesgos que pueda implicar, sino también en el impacto social, en las comunidades, en las regiones que ese crédito promueva; en la cantidad de puestos de trabajo directos e indirectos que puede generar. En definitiva en las personas y también en las posibilidades y facilidades para las empresas de ampliarse, innovar o incorporar tecnología. Todo ello alineado a una mirada estratégica del modelo de desarrollo que queremos como país.

Contar con un modelo de crecimiento inclusivo y desarrollo sostenible es una meta que no debemos perder de vista, un camino que debemos transitar ahora para lograr resultados que hagan eco en la firme decisión de jerarquizar el crédito para la producción, con capacidad de articulación público-privada, con impacto social, sostenible y basado en la igualdad de acceso a los derechos y oportunidades.

Recientemente, el Papa Francisco pidió que las “finanzas sean instrumentos de servicio, instrumentos para servir a la gente y cuidar la casa común” y advirtió que “todavía estamos a tiempo de poner en marcha un proceso de cambio global para practicar una economía diferente, más justa, inclusiva, sostenible que no deje a nadie atrás”, entendiendo que el mundo de las finanzas no puede estar divorciado de la mediación de su impacto social en pos de un mundo más justo y menos desigual.

"Banco" parece ser una palabra asociada a la frialdad de los números y el dinero. Pero los bancos de desarrollo, tienen por fin último generar inclusión y, en definitiva, se trata de sostener la esperanza.

(*) Directora del BICE y dirigente sindical APOC

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