El Economista - 73 años
Versión digital

sab 07 Sep

BUE 17°C
ENTRETENIMIENTO

5 series y películas para ver este fin de semana en Netflix, Star+, Prime Video y Paramount Plus

Una selección con las nuevas películas, documentales y series recomendadas para este fin de semana.

Las 5 mejores películas y series para ver este fin de semana
Las 5 mejores películas y series para ver este fin de semana EE
Oscar Mainieri 21 julio de 2023

Con tantas plataformas de streaming a nuestra disposición, puede parecer casi imposible decidirse por algo para ver durante el fin de semana

Por eso reunimos en una selección especial las mejores series y películas, que incluye también estrenos en salas de cine, para convertir ese menú interminable en un problema del pasado.

Estas son las series y películas para ver en el fin de semana en Prime Video, Paramount Plus, Star+ y Netflix.

1. Serie para ver en Netflix: La última palabra

Esta serie alemana (6 episodios de 40 minutos) maneja muy bien los hilos de lo trágico y lo cómico. Tras 25 años de casada, la misma noche de la celebración, Karla (Anke Engelke) queda viuda. Un abismo se abre ante ella; desconocía varias cosas sobre el finado.

Celebra el velorio en la funeraria Borowski, que tiene mucha tradición pero pocos clientes. Su dueño (Thorsten Merten) insiste en mantener el negocio pese a la presión de su mujer para que lo venda. El desconcertante panegírico con que Karla despide a su esposo es la punta de lanza para que el negocio florezca.

Lidiando con un hijo adolescente que esconde su dolor tapando los oídos con auriculares, una hija fotógrafa que regresa de Berlín y una madre que arma escándalos en cada geriátrico que es internada, Karla se propone para ser empleada de la casa funeraria.

Prima lejana de Six Feet Under, con un tratamiento más amable y menos ácido, esta creación de Aron Lehmann, Carolina Zimmermann y Burkhardt Wunderlich desdice aquel lugar común de que los alemanes no tienen humor.

2. Miniserie para ver en Star Plus: El caso que conmocionó a Estados Unidos

La historia que cuenta este documental (3 episodios de una hora) roza lo inverosímil, pero está basado en hechos reales que afectaron a una familia, convirtiendo a un hermano en un héroe y, al otro, en un villano.

En 1972 Steven Stayner, un niño de 7 años, fue secuestrado en California por Kenneth Parnell, un pedófilo. En 1979 Steven consiguió escapar con Timothy White, de 5 años, una nueva víctima de su captor, salvándolo de un destino aciago.

La dirección de Jessica Dimmock abunda en material de archivo: cobertura de noticieros de la época, entrevistas a Steven en talks shows y a numerosos miembros de su familia. También el montaje ilustra situaciones con imágenes de la miniserie que se filmó sobre el caso en 1989, que obtuvo uno de los índices de audiencia más altos en la historia de la cadena NBC. 

Pero los sinsabores de la familia Stayner parecían no tener fin...

En 1999, el hermano mayor de Steven, Cary, asesinó a 4 mujeres cerca del Parque Nacional Yosemite, una de ellas, la argentina Silvina Peloso, una adolescente que había ido a visitar a una amiga. 

Más allá de molestas inserciones que tienen a los actores de aquella miniserie recitando partes del guion en el presente, el relato es apasionante y mantiene al espectador en un estado hipnótico.

3. Película para ver en Paramount Plus: Sonríe

Un viejo trauma despertará en la doctora Rose (Sosie Bacon), una psiquiatra atendiendo la guardia en un hospital, cuando reciba a una joven estudiante en estado de shock por haber visto el suicidio de un profesor de su facultad.

Tras la frustrante visita de esa paciente, Rose sufrirá alteraciones psíquicas que llevarán a que su familia suponga que está sufriendo de algún desequilibrio neuroquímico. El único que creerá en lo que le sucede -algo que no explicaremos aquí- es su ex novio, Joel (Kyle Gallner), un policía asignado a la investigación de lo que sucedió con la estudiante.

En su debut en la dirección, Parker Finn, también guionista, construye un relato de horror psicológico con abundante suspenso, sazonado por sorpresas que pueden producir más de un susto en el espectador. Adentrándose en el terreno de lo sobrenatural con inteligencia, aquí hay dos horas de entretenimiento sin pausa.

4. Miniserie para ver en Netflix: Todos los días la misma noche

El 27 de enero de 2013 en la discoteca Kiss de Santa María, Brasil, murieron 242 jóvenes debido a unos fuegos artificiales para exteriores encendidos cuando la banda Gurizada Fandangueira interpretaba una canción en el escenario. Cualquier parecido con la tragedia de Cromañon no es mera coincidencia...

La miniserie (5 episodios de 45minutos) está muy bien realizada. Fue escrita y dirigida por Gustavo Lipsztein en base a una novela de Daniela Arbex. Tras una somera presentación de los personajes principales y su contexto familiar, pasa a narrar la tragedia de manera angustiante.

Tres grupos de padres que han perdido a sus hijos - cada uno perteneciente a una clase social distinta- serán los impulsores del pedido de que todos los involucrados paguen con una condena.

La justicia brasileña no llegó tan a fondo como la argentina, ya que los fiscales que investigaban decidieron dejar de lado en su acusación a varios funcionarios políticos y judiciales, entre ellos al alcalde de la ciudad de Santa María. Tras marchas y contra marchas -algunos padres fueron acusados ante los tribunales por haber señalado a funcionarios que no habían cumplido con sus responsabilidades- los juicios se celebraron recién en 2021.

El guion de Lipsztein dramatiza todo esto con ritmo ágil, apoyado en un eficaz grupo de actores y una puesta en escena funcional. Hay muchos momentos conmovedores, sobre todo en lo que hace a la recuperación de dos sobrevivientes que pasan meses en un hospital. 

La tensión no decae en ningún momento, ni siquiera en los dos últimos episodios, dedicados a la lucha en los tribunales. Cabe decir que hoy día todos los responsables se hallan en libertad, según se informa en los títulos finales. 

5. Película para ver en Prime Video: Licorice Pizza

El último film de Paul Thomas Anderson (Boogie Nights, Magnolia, Petróleo sangriento, El hilo fantasma) posee un gran virtuosismo técnico. Ambientado en el lugar en donde se crió y todavía vive el director, -el Valle de San Fernando, en 1973-, narra la historia de amor entre un muchacho de 15 años y una mujer de 25.

El lugar es importante porque es el patio trasero de Hollywood, y está habitado por individuos con sueños de triunfar en la industria del cine pero que, dada la alta tasa de frustración en sus cometidos, pueden derivar hacia otras iniciativas comerciales, tan irrazonables como las que encara Gary. 

A tan temprana edad intuye que su pasado como actor infantil está quedando atrás y puede iniciar un negocio de venta de camas de agua, o anticiparse a la despenalización de las máquinas de Pinball en California e instalar un local poblado de ellas. 

Es tan emprendedor, tan seguro e independiente para su edad que parece mayor, y no duda en declarársele a Alana que, entre la sorpresa y la curiosidad, lo secundará en varias de sus aventuras, a la vez que va encontrando un lugar en el mundo. 

Las constricciones morales de nuestra época mantienen a la historia de amor dentro de los límites de la castidad, y encorsetan el argumento que brinda una visión caleidoscópica de la vida en el Valle. A la manera de la novela picaresca, Anderson elige una estructura argumental parecida a la de La dolce vita (Federico Fellini, 1960), donde el recorrido vital del protagonista servía como radiografía de una época de Roma, atravesando distintos episodios que pueden mostrar los abusos policiales de la época, la facilidad con las que los gerontes podían conseguir una mujer joven embobada con la fama, o que un peluquero devenido amante de una estrella famosa podía repartir necedades a troche y moche.

Como se observa, no todo es rosado en el mundo que retrata Anderson. Bajo la apariencia de la comedia romántica subyace el tema que le es común a toda su filmografía: las relaciones de poder que informan todo vínculo humano. Las vimos entre padre e hijo en la extraordinaria Petróleo sangriento; entre maestro y discípulo en la hipnótica The Master; entre los miembros de un matrimonio en la sofisticada El hilo fantasma

Aquí la relación entre los protagonistas es asimétrica en cuanto a la edad, niveles de independencia económica y capacidades: Alana puede conducir autos, lo que es todo un valor en una ciudad en donde nadie camina ni toma autobuses. Pero mientras el muchacho depende de ella en cuestiones como ésa, sus bases están sólidamente establecidas a nivel social y laboral. El deambular de Alana por distintos ámbitos y situaciones hará que su personaje crezca y encuentre la estabilidad en su identidad que Gary posee hace mucho tiempo. Y ese deambular permitirá al espectador sumergirse en el bajo vientre de una sociedad que detrás de situaciones glamorosas esconde la hediondez de una cloaca.

Hay homenajes a las ya por entonces veteranas estrellas de Hollywood: Lucille Ball y William Holden aparecen apenas disfrazados en dos secuencias del film, la primera amenazando con castrar a Gary por una mofa que el joven le hizo mientras escenificaban un número musical en vivo para la televisión; el segundo - a través de un afable Sean Penn-, seduciendo a Alana para que sea su audiencia y después descartándola cuando consigue un público más numeroso.

Las mejores secuencias del film tienen a Jon Peters (el popeyesco Bradley Cooper) como centro destellante; escasea el combustible por un embargo que los árabes impusieron al Imperio estadounidense y necesita llenar el tanque de su descapotable para acudir a una cita con Barbra Streisand (que será su compañía romántica durante 9 años y a quien le producirá Nace una estrella. El ex peluquero será el símbolo del Hollywood por venir: su liaison con la estrella lo conducirá a originar Flashdance, El color púrpura, Top Gun, el Batman de Tim Burton, entre otros sucesos). Anderson lo pinta con las tonalidades burlonas de un hombre de la Edad de Piedra, amenazante, despótico, casi un psicópata, a la busca de carne en que estampar sus dientes.

Tras su paso tan ridículamente devastador, Alana quedará afianzada; ya no satélite de un hombre sino conductora de su propio destino (la metáfora del camión). Será voluntaria en la campaña de un político municipal pero ya estará lo suficientemente avispada como para separar la paja del trigo y ver más allá de las apariencias. Tanto verá que descubrirá a un muchacho sospechoso que podría ser el doble del francotirador de Nashville. El homenaje a Robert Altman, uno de los precursores de Anderson, va acompañado por otro al Taxi Driver de Scorsese, cuando Alana como sosías del personaje que interpretaba Cybill Shepherd le transmite su inquietud ante aquella acechante presencia a un compañero de campaña.

Más allá de la miríada de intertextos a los que el film alude -su título es el nombre de una cadena de disquerías que frecuentaba el director- nunca se pierde en un vórtice infinito como sucede en el caso del último opus de Tarantino, Había una vez en Hollywood, porque la altura con la que se mide Anderson es la de los seres humanos y no la de los mitos. 

Gary y Alana son un muchacho con acné y una mujer con rasgos faciales modernistas con los que uno se puede topar en la cola del supermercado, que sufren con las incomodidades que la Historia de su país les inflige (el negocio de los colchones de agua perece por la crisis del petróleo); los actores que los interpretan no son super estrellas y trabajan por primera vez para la pantalla grande (uno es el hijo del actor fetiche de Anderson, Philip Seymour Hoffman; la otra, una de las figuras del grupo musical Haim). La autenticidad emocional y el desenfado que trasuntan en sus encuentros y desencuentros lucen naturales, nunca prefabricados. 

Vale la pena pasar por Licorice Pizza, un verdadero festín para cinéfilos.

En esta nota

LEÉ TAMBIÉN


Lee también

MÁS NOTAS

Seguí leyendo

Enterate primero

Economía + las noticias de Argentina y del mundo en tu correo

Indica tus temas de interés