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La valija de Chaplin

No es posible gobernar sin mapa del futuro. Cuando se carece de él, la política es "vamos viendo" y son los problemas los que nos gobiernan, no las soluciones.

02 febrero de 2024

La conversación, acerca de la Ley Ómnibus, estuvo y está, detrás de escena. De por sí no es bueno ni malo. Salvo que Javier Milei advirtió que los legisladores "ahora no van a poder discutir los famosos artículos en particular, que es por donde operan las valijas de las coimas". Y: "Tenemos identificadas a las valijas y a los valijeros. Hay decenas. Los del tabaco. Los del biodiesel. Los del aceite. Tenemos identificada, en especial, a una aceitera, la gran lobista de las retenciones" (LPO 29/1/24).

El Presidente no ha encaminado ninguna acción ante la Justicia. Pero hay denuncia judicial. El escándalo ("Hecho o dicho considerados inmorales o condenables y que causan indignación y gran impacto públicos", RAE) es la denuncia presidencial ("tenemos identificadas las valijas", LPO 29/1/24).

El diputado O. Agost Carreño (PRO) "confirmó que F. Sturzenegger encabezó una cumbre en un departamento de Recoleta para 'retocar' el dictamen de mayoría de la ley ómnibus" (LPO 25/1/24).

Pero igual estamos ante la posibilidad de la sanción de la ley "Bases" del programa libertario, cuya filosofía fue sintetizada en el discurso que Javier pronunció en Davos. Palabras que nadie "ni ebrio ni dormido" debería olvidar antes de votar el proyecto Milei, aún después de recortes y mutilaciones que crecen a medida que pasan las horas.

Por otra parte y más allá de la filosofía rupturista que informa al nuevo gobierno, es difícil evaluar las consecuencias de estas reformas, que incluye a todos los aspectos de la vida social, en el marco de la realidad de nuestro país.

Es sorprendente que los legisladores hayan aceptado cerrar en sólo un mes el análisis de las consecuencias de lo que están por legislar. No hay decisiones sin consecuencias. ¿Están analizadas? Difícil.

En una maratón de discursos y lectura rápida de cuestiones de enorme complejidad, la única razón de las extensas cesiones es cumplir con la exigencia del Presidente.

Federico publicó "este programa es mío y yo lo preparé para Patricia" porque las "reformas Sturzenegger" no eran el "programa Milei" que, en campaña, decía que tenía todo ya preparado. Entonces tampoco él pudo haber analizado las consecuencias del paquete que compró.

Milei y Gabinete lo firmaron y el kirchnerista G. Francos lo llevó a las manos de M. Menem, de la misma manera que llevó a D. Scioli al gabinete libertario: transportó un paquete en una caja con moño. Una metáfora de "no sé qué hay adentro".

El Gabinete de Milei difícilmente haya madurado lo que ha propuesto. Ha revelado una enorme improvisación por la mezcla de temas entre ridículos (la toga y el martillo) e importantes. Se argumenta "astucia política" a pesar de la evidencia de improvisación.

  • Pero lo gravísimo es que el Parlamento ha aceptado -pudiendo marcar sus tiempos con autonomía- la exigencia de urgencia en cuestiones que exigen reposo. Más aún, los legisladores que inclinan el fiel de la balanza en la votación, fueron elegidos con plataformas que ni remotamente compatibilizan con estas concepciones. Estamos frente a retazos de una ley que se sancionará a empujones. Según Milei, a "valijazos".

Muchas de las propuestas que han quedado no forman ni podrían formar parte de lo que esos representantes de la oposición blanda han sostenido en sus campañas.

Sólo quiero destacar tres cuestiones muy relevantes: la delegación de facultades (quedan económica, financiera y energética, grave); la exclusión expresa de la industria manufacturera en la ley que incentiva inversiones y la privatización de una minoría de las acciones del Banco Nación, NaSa y Arsat, empresas estratégicas para el agro, la energía y las comunicaciones.

Esas tres cuestiones integran la visión del mundo de Milei: la concentración del poder y el rechazo de consensos (delegación); anti-industrialismo, militancia en primarización de la economía y el extractivismo como idea de desarrollo (economía especializada y no diversificada) y ausencia del papel estratégico del Estado (no hay objetivos comunes, sólo los "del mercado").

Milei intenta conformar "una sociedad de mercado". Su propósito es un programa paleolibertario. No lo ha ocultado, aunque los comunicadores de los principales medios y la mayoría de los legisladores de la "oposición blanda" -que el radicalismo integra- finjan ignorarlo. Veamos.

Somos una economía de mercado con excesos de regulaciones y defectos en las mismas y fundamentalmente, una economía con un Estado obeso que está a años luz del mínimo de eficiencia requerido para la complejidad de nuestra sociedad. Peor aún, un Estado que hace décadas decidió desmontar la agencia pública encargada de imaginar el futuro: no es posible gobernar sin mapa del futuro. Cuando se carece de él, la política es "vamos viendo" y son los problemas los que nos gobiernan: no las soluciones. Esa es la causa de lo que nos viene pasando hasta ahora. Pero a partir de ahora quien definirá el futuro será "el mercado". La política sólo se ocupará de despejar el campo para que "el mercado" actúe.

Julio H.G. Olivera, en 2001, señaló que nuestra crisis era una de oferta de bienes públicos, es decir, de los bienes que hacen digna a la idea misma de sociedad. Me permito agregar entre los "bienes públicos" al proyecto de Nación, es decir, el proyecto sugerente de vida en común que predicaba J. Ortega y Gasset, del que carecemos, entre otras muchas razones, como causa y como consecuencia de la "grieta" política y de la colosal "exclusión social" en que estamos sumergidos.

Ambas divisiones parten en mitades a la sociedad y generan una mecánica de rechazo, una de cuyas derivas es el espectáculo que estamos viendo en los discursos parlamentarios, rodeados de pequeñas movilizaciones callejeras de organizaciones sociales y de operativos policiales entusiastas. Volvamos

Eduardo Fidanza (Perfil 30/9/23) señalaba: "En el preámbulo... se lee: 'Nos, los representantes del pueblo de la Nación Argentina'. Imaginemos el prólogo de una distópica Constitución promulgada por los libertarios, que dijera: 'Nos, los representantes de los individuos que compiten en el mercado'...El vaciamiento de la idea de nación y del rol del Estado en la sociedad es un costo altísimo que tal vez no adviertan los que por ira les den -esperemos que no- el poder a los nuevos fanáticos. Probablemente les espere a sus votantes una fenomenal anomia".

  • Este mensaje, que fue para los votantes, es hoy para los legisladores. Es que de esto se trata esta ley y todas las por venir.

Fidanza, escribió mucho antes del resultado electoral. Milei presidente, ha propuesto un Caballo de Troya, disfrazado de ley, que contiene como herramienta fundamental la "delegación de facultades legislativas" y una "idea de la especialización primarizante" y la renuncia al papel estratégico del Estado.

Milei no tiene mayorías parlamentarias propias. Mayoría propia o posible es lo que sí han tenido quienes han sido beneficiarios de "delegaciones legislativas" por la simple razón (no comparto en ningún caso) de otorgarle celeridad a quien tiene un programa de mayoría legislativa compartida. La "delegación de facultades legislativas" que, en esos casos, el Parlamento sancionaría igualmente. La emergencia y la celeridad. Pero a Milei el pueblo decidió no darle una mayoría legislativa, sino que le brindó la responsabilidad de ejecutar la administración de aquello que ha sido o que será legislado. Delegar facultades, con las restricciones que sea, llevará inexorablemente a un conflicto que será mayor cuando se verifiquen las consecuencias de la aplicación de normas que el Ejecutivo ha anunciado en Davos (la sociedad de mercado) y que la mayoría de los legisladores difícilmente compartan.

El conflicto de "gobernabilidad", que se quiere evitar otorgando esas facultades, se agravará al compás de las consecuencias.

La tasa de inflación en enero ha disminuido, pero hay consenso del impacto que - en esos números - ha tenido la caída del nivel de actividad y de la necesaria continuidad de "achique de la demanda interna" requerido, para que el modelo de esta terapia antiinflacionaria tengo efectos estabilizadores de los precios, al tiempo que se desestabiliza la economía real, los ingresos y la ocupación.

Milei tuvo la honestidad de avisarlo. Nadie puede demostrar que sea necesario. Mas bien lo demostrable lo contrario.

Javier Milei
Javier Milei

La segunda cuestión crítica, entre muchas otras, que integra la Ley Ómnibus es la cuestión de las privatizaciones de minorías accionarias de empresas del Estado: Banco Nación, Arsat, NaSa. No es necesario señalar el carácter estratégico de esas tres empresas públicas: el BN en cualquier programa de desarrollo agropecuario es una herramienta insustituible, como lo es NaSa ante la necesidad de cumplir con la transformación de la estructura de las fuentes energéticas o Arsat que tiene 40.000 kilómetros de fibra óptica, dos satélites orbitados y 110 antenas de televisión digital y brinda servicios satelitales de Canadá a Tierra del Fuego.

Vayamos al "modelo de privatización de minorías accionarias" que se propone. En 2001 Elisa Carrió denunció a R. Fernández, ex ministro de Economía y Eduardo Sergio Elsztein, actual presidente del BHN, por la trama de decretos vinculados a la ley 24.855 (1997) de privatización "parcial" del Banco Hipotecario Nacional que permitió que la minoría accionaria ejerza la dirección del Banco y el Estado, accionista mayoritario (43,9%), quede afuera. El mismo modelo se propone para la privatización del Banco Nación y ARSAT y NaSa, como mínimo debería establecerse que la conducción de esas empresas, por razones de estrategia y desarrollo, seguirá siendo del Estado Nacional.

Finalmente la ley de inversiones excluye a la industria manufacturera. Un mensaje.

La media sanción será una improvisación (de pronto, sin estudio ni preparación RAE) como "la valija de Chaplin" que no podía cerrar y a tijeretazos liquidó lo que sobraba.

Cuando llegó el pantalón no lo era y tampoco el saco.

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