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Análisis

Argentina en la encrucijada del cambio global

Argentina fue un país próspero cuando abrazó las ideas liberales y las políticas que hoy se están aplicando van en la dirección correcta.

Federico Domínguez 27 junio de 2024

El siglo XX fue uno de los periodos más desafiantes y, al mismo tiempo, prósperos para la humanidad. El historiador británico Eric Hobsbawm lo denominó "el siglo corto", abarcando desde el inicio de la Primera Guerra Mundial en 1914 hasta la desintegración de la Unión Soviética en 1991

Durante esos años, el mundo experimentó la Primera Guerra Mundial (1914-1918), la gripe española (1918-1919), la Gran Depresión (1929-1941), la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) y la Guerra Fría (1947-1991). También la mayor amenaza contra la libertad en toda la historia humana: el comunismo. Este se inició con la Revolución Rusa en 1917 y terminó poco después de la caída del muro de Berlín. 

Todos estos desafíos fueron superados con éxito, convirtiendo al mundo en un lugar más próspero, más libre y, hasta hace no muchos años, más seguro para vivir.

En términos tecnológicos, el siglo XX representó el mayor avance tecnológico en la historia humana con la expansión de la electricidad, el automóvil, la aviación, los electrodomésticos, la energía nuclear, la llegada del hombre a la luna, el microchip e Internet, entre otros avances tecnológicos. También fue durante este siglo que se dio la mayor baja de la pobreza de la historia humana. En términos culturales y sociales, en aquellos países influenciados por la cultura occidental los avances fueron extraordinarios: la integración masiva de las mujeres en la sociedad civil y el mundo laboral, el reconocimiento de la comunidad LGBT, nuevos géneros musicales, el cine y un alejamiento significativo de las religiones tradicionales.

 Así como el siglo XX comenzó con la Primera Guerra Mundial, el siglo XXI comenzó con la pandemia. 

La pandemia fue el evento que dio inicio al nuevo siglo. Esto se debe a que este tipo de eventos son hiperaceleradores de fenómenos económicos, tecnológicos, sociales y culturales. La pandemia no cambió el mundo, sino que lo aceleró. Lo que esperábamos que sucediera en 5 o 10 años, sucedió en unos pocos meses. Estos periodos suelen ser turbulentos.

El periodo de relativa paz iniciado tras la caída del muro, durante el cual la globalización impulsó una fenomenal baja de la pobreza y el mundo disfrutó de un importante bono demográfico, está terminando. 

Al mismo tiempo, los desarrollos tecnológicos del Departamento de Defensa norteamericano durante la Guerra Fría (internet, microchip, GPS, etc.), que permitieron una marcada superioridad de Occidente sobre los autoritarismos, hoy están siendo amenazados.

Si pensamos que el siglo XXI sería más tranquilo, estamos equivocados. Los desafíos son igual de grandes y las transformaciones serán de la misma magnitud. Son varios los fenómenos que definirán las próximas décadas en el mundo. Me gustaría hablar un poco de ellos antes de sumergirnos en Argentina.

Aumento de tensiones geopolíticas

 Tras la caída del muro de Berlín, Estados Unidos buscó aplicar la doctrina del "enlargement" o "expansión", pensando que el capitalismo de libre mercado terminaría llevando la democracia a países como China, Rusia y otros regímenes autoritarios. Sucedió exactamente lo contrario, y los beneficios del comercio, la globalización y los altos precios de los hidrocarburos permitieron tanto a Xi Jinping como a Vladimir Putin aumentar el control sobre su población. 

Mientras la industria alemana compraba el gas ruso a bajo precio, y los estadounidenses productos ensamblados en China, estos dólares financiaron una enorme expansión de sus ejércitos y arsenales nucleares. 

En el mediano plazo, estos regímenes enfrentan desafíos internos y demográficos que les dificultan poder competir contra las democracias occidentales, pero durante las próximas décadas representan una seria amenaza a la seguridad global y la libertad en el mundo. Con esto no quiero decir que la democracia deba ser "impuesta" en el mundo, pero sí que la financiación de estos regímenes terminó convirtiéndose en una amenaza para la seguridad global.

Muchos analistas coinciden en que el mundo está en su momento más peligroso desde la crisis de los misiles en 1962. La guerra en Ucrania es el conflicto bélico más significativo en territorio europeo desde la Segunda Guerra Mundial. 

ucrania
 

Estados Unidos habilitó a Ucrania a utilizar armas provistas por la OTAN en territorio ruso, a lo que Rusia respondió haciendo mención al uso de armas nucleares y planteando la posibilidad de colaborar con enemigos de Occidente en todo el mundo. Esto quedó plasmado en el pacto militar firmado entre Putin y Kim Jong-un, dictador de Corea del Norte. También hay sospechas de colaboración rusa con Irán en relación a tecnologías sensibles.

En Medio Oriente, crece la tensión entre Israel e Irán, pudiéndose desatar en cualquier momento un conflicto a mayor escala en la frontera con el Líbano. Israel no puede permitir que Irán alcance la capacidad de fabricar un arma nuclear, por lo que podríamos ver un conflicto directo entre ambos países, siendo el reciente ataque misilístico de Irán a Israel solo un anticipo. 

Al mismo tiempo, siguen siendo muy alarmantes las continuas incursiones chinas sobre el estrecho de Taiwán, aunque por ahora parecería poco probable que Xi Jinping decida pagar el elevado costo que implicaría invadir la isla. El mundo también pagaría un alto costo por un embargo o invasión, dado que el 90% de los microchips más avanzados del mundo se fabrican en la isla.

Envejecimiento poblacional

Los 15 países más grandes del mundo en términos de PIB tienen una tasa de natalidad inferior a 2,1 hijos por mujer. África es el único continente con una natalidad superior a ese número y también disminuye aceleradamente. Una tasa de natalidad inferior a 2,1 hijos por mujer significa que, a largo plazo, la población disminuye. El pico poblacional en el mundo podría ser en la década de 2050. Esto trae enormes consecuencias económicas y sociales. Altos costos en salud y jubilaciones deberán ser soportados por un reducido número de trabajadores, sobre los que se podrían aplicar mayores impuestos. Muchos países tienen pocos ahorros para hacer frente a este enorme gasto. Veremos en este contexto una competencia por los inmigrantes más calificados y, más hacia el futuro, probablemente por toda inmigración disponible.

El envejecimiento traerá importantes consecuencias en los mercados financieros y en la tasa de inflación. Charles Goodhart y Manoj Pradhan, autores del libro "The Great Demographic Reversal", sostienen que debido a la escasez de mano de obra podría haber un retorno de la inflación, al mismo tiempo que las grandes inversiones en automatización para lidiar con la falta de trabajadores generarán presión sobre las tasas de interés.

gente
 

En conclusión, solo un gran aumento de la productividad y un salto tecnológico pueden salvar al mundo de esta gran crisis. El mundo moderno no está diseñado para que la población disminuya. Entre los países afectados se encuentra China, cuya población cae y no tiene redes migratorias fluidas como, por ejemplo, los Estados Unidos. Durante siglos, el cuidado de los adultos mayores recayó en varios hijos; en el futuro lo hará sobre cada vez menos hijos, lo cual tendrá un impacto emocional, físico y, en muchos casos, económico significativo.

Inteligencia Artificial

Una de las características más importantes de la IA es su impacto sobre el desarrollo científico y tecnológico. Procesos de la física y la química que antes requerían el trabajo de miles de científicos ahora pueden ser simulados con facilidad y a bajo costo por la IA. Esto acelerará la llegada de la cuarta revolución industrial que podría traer tecnologías transformadoras como la fusión nuclear a escala comercial, nuevos materiales, robótica avanzada y avances en la medicina. 

Por otro lado, seguirá impulsando una mayor productividad a lo largo de toda la economía, permitiendo realizar muchos trabajos con menos trabajadores, aliviando la escasez de mano de obra y siendo una fuerza deflacionaria. Lo que podemos vivir en las próximas décadas en términos tecnológicos no tiene precedentes en la historia humana. La llegada del humano a Marte podría ser su momento culminante.

Cambio Climático

Estamos frente a la última década para frenar el cambio climático si queremos que sus consecuencias, que van a ser devastadoras, sean por lo menos manejables. Los fenómenos meteorológicos extremos son y serán cada vez más frecuentes. Se calculan perdidas por trillones de dólares durante las próximas décadas. 

calentamiento global ola de calor
 

Con la tecnología actual no se lo puede frenar, por lo que se necesita invertir mucho más en I+D. Tampoco están dando resultados programas gubernamentales costosos e ineficientes. Impuesto al carbono y destinar lo recaudado a reducciones de impuestos es de las soluciones que podría traer beneficios más rápidos.

Insostenibilidad fiscal

Tras la pandemia, muchos países tienen niveles de deuda muy elevados, los cuales se encuentran en una trayectoria poco sostenible a no ser que veamos un fuerte aumento de la productividad y el crecimiento económico. Los déficits fiscales se mantienen en niveles récord para países que no están en guerra y tienen pleno empleo. Los bancos centrales no pueden bajar la tasa por el efecto inflacionario que provoca el gasto fiscal excesivo. 

Esta fenomenal inconsistencia entre la política fiscal y la monetaria pone al mundo desarrollado en una situación riesgosa. Lo mismo sucede en Brasil, que bajo la gestión de Lula actualmente tienen uno de los desequilibrios fiscales más grandes de su historia, incluso mayor al de la pandemia, lo cual representa un riesgo para la economía de la región. 

Este tipo de inconsistencias, que los argentinos hemos padecido durante décadas, se da en un momento en que los gobiernos necesitan destinar más recursos al gasto militar, por el aumento de las tensiones geopolíticas, a la seguridad social, por el envejecimiento poblacional, a I+D por la competencia tecnológica con los autoritarismos, y a mitigar los efectos del cambio climático.

No sabemos si estos problemas fiscales crónicos derivarán en una licuación de deuda en muchos países, o si la tecnología y reformas estructurales permitirán ordenar las cuentas fiscales y en un contexto de menor inflación y menores tasas los niveles de deuda se volverán sostenibles. Lo que sí sabemos es que estos niveles de deuda en relación al PIB y de déficits fiscales solo se han visto en el mundo durante periodos de guerra, y que dicha inconsistencia puede terminar en algún tipo de licuación de pasivos.

El siglo de Argentina

El siglo XX, que para el mundo fue una verdadera maravilla, fue para la Argentina una verdadera tragedia. Entramos al siglo XX siendo uno de los países más ricos y prósperos del mundo y lo terminamos siendo un país subdesarrollado. Durante el siglo corto, mientras Occidente se alejó del socialismo y el fascismo, Argentina se sumergió en el colectivismo y el corporativismo degradando la democracia liberal. Mientras el mundo abrazó la globalización y la tecnología, Argentina cerró su economía. Mientras las democracias liberales más prósperas se alinearon con Estados Unidos y Occidente, Argentina se alienó con Venezuela y Cuba. 

Mientras el mundo derrotó la inflación, en Argentina se volvió un fenómeno crónico. Hay poco para rescatar en los últimos 80 años para nuestro país. Somos el único país que fue desarrollado y dejó de serlo sin haber atravesado conflictos bélicos significativos, guerras civiles, conflictos étnicos o religiosos o grandes desastres naturales. Nuestra situación actual es responsabilidad pura y exclusiva de las decisiones que adoptamos como sociedad en los últimos 80 años.

Sin embargo, así como el siglo corto fue una tragedia para nuestro país, el siglo que se inició con la pandemia podría ser una gran oportunidad. Lo paradójico es que mientras el mundo se sumerge en tiempos turbulentos, Argentina podría brillar en este contexto.

Argentina está atravesando cambios profundos en sus sistema de partidos.
 

En un mundo donde aumentan las tensiones geopolíticas, nuestro país se encuentra alejado de los grandes conflictos globales. En este contexto, tenemos la posibilidad de convertirnos en proveedor confiable de alimentos, petróleo, gas y minería. 

Al mismo tiempo, contamos con una demografía relativamente saludable en comparación con otros países y flujos migratorios desarrollados. En términos tecnológicos, Argentina cuenta con recursos humanos calificados y una capacidad de generar empresas tecnológicas muy elevada, sumado a un buen nivel profesional en términos científicos.

Desde lo económico, mientras el mundo va hacia la insostenibilidad fiscal y el proteccionismo, Argentina busca abrirse, reducir gasto e impuestos y tener las cuentas fiscales ordenadas. Mientras el mundo busca imponer mayores impuestos sobre los ricos, ahuyentando el capital, Argentina plantea un horizonte de reducción para ricos y no ricos. En ese contexto, Argentina va a contramano del mundo hacia más libertad, hacia más mercado y hacia más comercio.

El regreso a políticas liberales pro-crecimiento cuenta con apoyo social. Vale la pena destacar que el giro hacia las ideas liberales no se inició desde las élites, sino desde los jóvenes y las clases medias bajas trabajadoras, lo cual le da mucha más fuerza al cambio de ciclo que se inició durante la pandemia.

Argentina fue un país próspero cuando abrazó las ideas liberales. Entre 1880 y 1946 fuimos un país abierto al comercio, al capital, a la tecnología, con un estado chico, bajos impuestos, pocas regulaciones, una eficiente política educativa y sólidos derechos de propiedad. Eso nos colocó entre los países no solo más ricos del mundo, sino con mayor clase media y condiciones de vida que eran elevadas para los estándares de la época.

Estas mismas bases son las que el gobierno está buscando aplicar en este momento. La fórmula no falla. Las cuentas fiscales ordenadas, la menor inflación, la aprobación de la ley de bases van en esta dirección. En los próximos meses, el rumbo se podría profundizar con la salida del cepo y la reducción del impuesto país. La recesión ha sido muy importante en el primer trimestre, pero en mayo se comenzaron a ver algunas señales de crecimiento, como el crecimiento de los salarios reales, aumentos en las ventas en algunos sectores y un fuerte impulso del sector externo. 

De consolidarse este camino, toda una generación de jóvenes que no conoce lo que es el crecimiento económico podría desarrollar un vínculo afectivo de largo plazo con las ideas liberales. Todavía no sabemos cómo resultará el programa económico, pero la evidencia en el mundo indica que de sostenerse en el tiempo, las políticas que se están aplicando en Argentina van en la dirección correcta.

Por el lado negativo, décadas de populismo nos han dejado con una situación social muy delicada y elevados niveles de pobreza. Una parte de la pobreza se podría reducir rápidamente si la economía inicia un camino de crecimiento, pero otra requerirá de la acción del estado por muchos años. El gobierno ha incrementado las partidas sociales en términos reales, pero un verdadero salto adelante requerirá de una reforma en nuestro sistema educativo que hoy se encuentra principalmente en manos de las provincias.

Al igual que con Sarmiento y Roca, Argentina necesita una revolución educativa. En 1868, Sarmiento asumió la presidencia e, inspirado en sus viajes por Estados Unidos, implementó lo mejor de su sistema educativo en nuestro país. Roca lo expandió aún más en 1884 con la ley 1420, que permitió multiplicar la cantidad de alumnos en las escuelas. Hoy el mundo cambió y la fórmula educativa también. Los mejores sistemas educativos del mundo, ya sean públicos o privados, son los más descentralizados. 

Vale la pena resaltar el éxito de las escuelas charter en muchos países. Son colegios de gestión privada, con o sin fines de lucro, que reciben financiación en función de la cantidad de alumnos. Lo que los hace superiores en términos académicos y de satisfacción de los alumnos es su nivel de libertad. Tienen amplia libertad para contratar y desvincular profesores, fijar sus propios programas y métodos académicos; lo que se les pide es que los alumnos aprueben el examen estandarizado que les permite pasar de año.

No sabemos qué depara el futuro para nuestro país, pero el contexto local y global parecería indicar que las condiciones están dadas para que el siglo XXI sea un periodo donde Argentina vuelva a ser próspera. Las condiciones están dadas: ahora depende de los argentinos.

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