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China y EE.UU. se desafían, y Europa no toma partido

Debido a los crecientes vínculos entre EE.UU. y Taiwán, el gigante asiático rodeó a la isla con sus buques de guerra, envidándole una clara advertencia a Washington. Por su parte, Emmanuel Macron dijo que Europa no debería alinearse completamente detrás de EE.UU. en este conflicto.

China y EE.UU. se desafían, y Europa no toma partido
Damián Cichero 09 abril de 2023

Durante décadas, Estados Unidos ha percibido que su misión como hegemón era difundir la democracia y el liberalismo por todo el mundo. Sin embargo, poco a poco, parece que Washington no solo ha perdido fuerza, sino también adeptos a su causa.

En un mundo anárquico, en donde no existe una autoridad supranacional, no puede pretenderse que las aspiraciones morales de un país coincidan con las aspiraciones de todos los Estados.

Pero EE.UU. parece haber ignorado este principio del realismo e igualmente ha intentado continuar con su misión divina, sobreexpandiéndose en el sistema internacional, lo que lo ha llevado a su actual posición de debilidad.

El mejor ejemplo de esto es su intención de defender la democracia tanto en Ucrania como en Taiwán, regiones muy alejadas de su territorio en donde otros países, como Rusia y China, tienen importantes intereses.

Así, tras la guerra en Ucrania, provocada por la supuesta expansión de la OTAN, un nuevo conflicto parece estar más latente que nunca en Asia. 

¿China reacciona?

Este fin de semana, el Ejército de China simuló ataques de precisión contra Taiwán y varios simulacros alrededor de la isla.

Para Pekín, esta isla es una provincia rebelde desde el año 1949, fecha en la que el Partido Comunista derrotó al Kuomintang en la guerra civil china y estos últimos se refugiaron en el archipiélago.

Sin embargo, los simulacros chinos son una respuesta directa al accionar de Washington: la semana pasada, la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, se reunirá en California con el presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy. 

Actualmente, China tiene rodeada a Taiwán con varios buques de guerra, incluido su imponente portaaviones Shandong. Sin embargo, esta no es la primera vez que la isla se enfrenta a este tipo de situaciones: el año pasado, Pekín actuó de la misma manera cuando la Nancy Pelosi, hasta ese entonces presidenta de la Cámara de Representantes, se convirtió en la funcionaria estadounidense de más alto rango en visitar Taipéi en el siglo XXI. 

La situación actual no significa que una guerra se aproxime al estrecho de Taiwán. Sin embargo, es una clara advertencia para EE.UU.: mientras más se involucre con este país, más altas son las posibilidades de una guerra, tal como sucedió con Ucrania. 

Legalmente, Washington rompió relaciones diplomáticas con Taipéi en 1979, año en el que reconoció a la China continental como la "verdadera China". aunque está obligado por ley a proveerle armamento para que pueda defenderse.

Washington pierde apoyo

La sobreexpansión de Estados Unidos no es una excepción a lo largo de la historia: en general, las grandes potencias, ante el temor de perder su posición hegemónica, continuamente intentan incrementar su poder material e influencia.

Habitualmente, estas potencias, con el pasar de los años, empiezan a pagar los costos de esta sobreexpansión, ya que ningún país puede tener la capacidad de estar presente en todo el mundo al mismo tiempo. 

Y ahora, Washington comienza a sufrir otra consecuencia habitual de esta complicada situación: algunos aliados se están bajando del barco.

Este fin de semana, tras reunirse con Xi Jinping en China, el presidente francés, Emmanuel Macron, consideró que Europa no tenía interés en una aceleración de la crisis de Taiwán y que debería seguir una estrategia independiente tanto de Washington como de Pekín.

En este sentido, el mandatario francés explicó que el Viejo Continente debe tomarse el tiempo para construir su posición como un tercer polo entre China y Estados Unidos.

"Lo peor sería pensar que los europeos debemos hacernos adeptos en este tema y adaptarnos al ritmo estadounidense o a una sobrerreacción china", agregó, tras considerar que "Europa debe financiar mejor su industria de defensa, desarrollar energía nuclear y renovable y reducir la dependencia del dólar estadounidense para limitar su dependencia de Estados Unidos".

Por un lado, la postura francesa no debería llamar la atención, ya que históricamente París ha intentado independizarse de Washington. Prueba de ello son las históricas decisiones de Charles de Gaulle, quien ordenó que Francia creara su propio arsenal nuclear sin ayuda de Washington y, un par de año después, se retiró de la OTAN porque se negaba "a ver a Francia implicada automáticamente en una guerra, por decisión de otras naciones".

Pero también, con una visión cada vez más realista, Macron parece comprender que algunos intereses nacionales de Francia solo podrán ser alcanzados relacionándose con Pekín: con un PIB US$ 17 billones, el gigante asiático es un actor que no puede ser ignorado ni provocado. 

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