El Economista - 70 años
Versión digital

lun 18 Mar

BUE 23°C
Finanzas

La paradoja de la inversión

La aparente contradicción entre una elevada tasa de inversión (nada menos que 22,1% del PIB hoy) y las pobres perspectivas a futuro encuentra su explicación, en parte, en las extrañas situaciones que genera una economía con un esquema de represión financiera tan grande.

El salto en la tasa de inversión a niveles del 22% sobre PIB es una buena noticia.
El salto en la tasa de inversión a niveles del 22% sobre PIB es una buena noticia.
Juan Delich 28 septiembre de 2022

La semana pasada el Indec publicó los datos de Cuentas Nacionales para el resultado del PIB del segundo trimestre de 2022. En un contexto de incertidumbre económica y falta de divisas, la inversión viene siendo uno de los componentes con mayor crecimiento desde la salida de la pandemia. 

En el último dato del Indec, sostiene una tasa de variación interanual de 18,8% y cuatro trimestres consecutivos de crecimiento. En términos históricos ésta se ubica en los niveles más altos de la serie, siendo la tasa de inversión de 22,1% del PIB y superando en niveles los logrados a fines de 2017. 

Esta aparente contradicción entre la elevada tasa de inversión de la economía y las pobres perspectivas a futuro encuentra su explicación, en parte, en las extrañas situaciones que genera una economía con un esquema de represión financiera tan grande.

Cuando se analiza a la inversión, destaca automáticamente el rubro de maquinaria y equipo. Este mostró un crecimiento de 27,4% interanual, colocándose muy por encima de la construcción y el equipo de transporte. 

Viendo con aún más detalle hay una diferencia notable entre el equipamiento importado y nacional. La inversión en equipamiento durable importado marca un crecimiento interanual de 33,7%, mientras que la inversión en equipamiento durable nacional se eleva 19,3% interanual. La fuerte inversión en equipamiento, sobre todo importado, se explica por la conjunción de dos factores:

  • Los incentivos que genera el cepo y la consecuente brecha cambiaria.
  • La falta de activos de cobertura para enfrentar la nominalidad que existe en la economía.

Para ciertos sectores de la economía, el cepo y la voluntad del gobierno postergar la corrección cambiaria presenta incentivos muy fuertes a “aplicar los pesos excedentes” para importar bienes de capital, partes y piezas e insumos como mecanismo de protección contra la licuación del peso. La falta de competencia, producto del cierre a la importación de bienes finales y fundamentalmente los menores jugadores que quedaron en el mercado permite que se establezcan precios más elevados en el mercado interno, con lo cual las empresas que pueden aprovechar esto obtienen una rentabilidad elevada en pesos. 

Esto se vuelve más claro cuando miramos la cuenta generación ingreso, donde hay un fuerte crecimiento de la participación del excedente de explotación bruto por sobre la remuneración del trabajo asalariado.

Pero en una economía de altísima inflación, altos márgenes en pesos significan un dilema de dónde colocarlos para cubrirse de la depreciación.

Desde el lado de la cobertura, la alta nominalidad presenta algunas dificultades a la hora de proteger el capital. Los tipos de cambios paralelos son subóptimos, debido a que su operatoria le quita el acceso al MULC a los agentes, mientras que el dólar oficial o los instrumentos indexados al mismo pierden por el ya mencionado atraso cambiario. Una tercera opción es la cobertura mediante tasa Badlar, pero la misma fue también altamente desfavorable, ya que la tasa real se mantiene negativa a pesar de las subas que se observaron este año.

Así, la falta de cobertura y fundamentalmente el incentivo que genera una brecha cambiaria arriba del 100% empuja a las firmas a invertir en bienes productivos, mientras que la brecha incentiva a que sea en bienes importados aprovechando su acceso al MULC. 

De esta manera acceden a inversiones de capital mediante un subsidio cruzado de los exportadores. Invertir en bienes de capital se convierte en una manera de mantener el valor en los balances a futuro, ya que se ajustan las valuaciones de estos activos a medida que hay inflación, y permite mantener el acceso al dólar oficial.

El salto en la tasa de inversión a niveles del 22% sobre PIB es una buena noticia. Sin embargo, no es claro el impacto de estas inversiones sobre la productividad de la economía. Es que el objetivo es la búsqueda de cobertura en un contexto donde los precios relativos de la economía están particularmente tergiversados y muchas veces la premura por sacarse los pesos de encima lleva inversiones no directamente productivas o a alocaciones subóptimas. 

De esta manera no necesariamente agregan valor compañía, sino que se ven más como inversiones con poca liquidez.

El Gobierno parece estar comprometido con no devaluar e intentar sostener el nivel de actividad. Sin embargo, estas son dos metas que en este caso se contradicen y entran en conflicto. La escasez de dólares sumado a la constante necesidad de acumular reservas para cumplir con el FMI obliga al gobierno a implementar continuos y crecientes controles sobre su uso. Esto se da en un contexto donde los pagos netos de desembolsos del FMI y organismos el próximo año arrancan en US$ 8.000 millones y las proyecciones de exportaciones se verían afectadas por la sequía y los menores precios internacionales.

Nuestro Estimador de Actividad Económica (ESAE) nos marca que ya para julio el gasto en inversión fue contractivo, siendo las cantidades 1,6% inferiores a las del mes previo. Y, a pesar de los esfuerzos del Gobierno, la necesidad de una corrección del tipo de cambio en el marco de un programa de estabilización parece cada vez más necesaria. Sin dólares a la vista, es probable que la inversión haya encontrado un pico y proceda a retroceder hacía el final de este año y de cara al que viene.

Seguí leyendo

Enterate primero

Economía + las noticias de Argentina y del mundo en tu correo

Indica tus temas de interés