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No dejemos pasar otra oportunidad: el RIGI debe motorizar el desarrollo productivo
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No dejemos pasar otra oportunidad: el RIGI debe motorizar el desarrollo productivo

Tenemos dos problemas a resolver: por un lado, el volumen de nuestras exportaciones es muy bajo y, por otro lado, la complejidad de los bienes/servicios que exportamos es pobre. 

25 abril de 2024

Por Víctor M. Paredes

Uno de los pocos consensos extendido entre los economistas, es que uno de los principales problemas que aqueja a la Argentina es la escasez de divisas. Para dimensionar la magnitud de la problemática, vemos que: las exportaciones per cápita de Chile son de US$ 5.000, las de Uruguay de US$ 3.900 y las de nuestro país de apenas US$ 1.900 (Banco Mundial, 2022). 

Es entonces esperable que, si en promedio cada argentino genera menos de la mitad de las divisas que crean nuestros vecinos trasandinos, con frecuencia nos enfrentemos con la llamada restricción externa. Los dólares que generamos como país son insuficientes para sostener las importaciones de bienes y servicios, viajes al exterior, remesas y atesoramiento, ya que además los argentinos somos reticentes a ahorrar en pesos, por los malos antecedentes de nuestra moneda. Nuestro aspiracional de consumo no es plausible de ser satisfecho con los poquitos dólares que generamos.

Más aún, un informe de Investigaciones Económicas del BCRA que estimó la elasticidad de las importaciones y exportaciones al ingreso, plantea una dificultad estructural adicional. Por cada punto porcentual que crece nuestro PIB, las importaciones se expanden en 2,2 puntos, mientras que por cada punto que se expande la economía de los países receptores de nuestros envíos, nuestras exportaciones crecen 0,79 puntos. Es decir que la elasticidad del ingreso de las importaciones casi triplica a la de las exportaciones. 

Vemos así que la restricción externa no es solamente una problemática circunstancial por una mala cosecha, sino que la tendencia a mediano/largo plazo es que la misma se profundizará si no hacemos nada disruptivo. Al analizar la estructura exportadora de nuestro país, advertimos que son bienes típicamente de baja elasticidad al ingreso. Esto se observa particularmente en los commodities de bajo valor agregado.

En consecuencia, tenemos dos problemas a resolver: por un lado, el volumen de nuestras exportaciones es muy bajo y debemos incrementarlo. Por otro lado, la complejidad de los bienes/servicios que exportamos es pobre, y de esto deviene su inelasticidad al ingreso.

La buena noticia es que nuestro país tiene un horizonte de grandes oportunidades que, si sabemos aprovecharlas, podrían permitirnos superar la restricción externa y encauzarnos en el sendero del ansiado desarrollo.

Contamos con muy buenas perspectivas en el sector de hidrocarburos, minería, energías renovables, alimentos y también en sectores de alto valor agregado como biotecnología, software, diseño en todas sus diferentes ramas y otros servicios basados en conocimiento.

Contar con una base de recursos naturales es una gran oportunidad para fortalecer y ampliar la actividad industrial y de servicios que son requeridos para el agregado de valor, ya que el desarrollo de encadenamientos productivos aguas arriba y abajo es lo que podrá permitirnos generar las divisas que nuestra macro necesita para estabilizarse y proyectar un sendero de crecimiento sostenido.

La generación de encadenamientos productivos es deseable por variadas razones: 

  1. Incrementa el empleo indirecto asociado.
  2. Genera demanda sobre sectores impulsores del progreso técnico (como el segmento de bienes de capital o servicios basados en el conocimiento), que a su vez deriva en crecientes economías de escala, aprendizajes tecnológicos y eficiencia productiva en dichos segmentos. 
  3. Mejora el balance neto de divisas en el largo plazo, a través de la inserción de la producción de  insumos y bienes de capital asociados a las actividades primarias en las cadenas de valor global.

En lo que respecta al petróleo, Noruega es un caso emblemático del buen aprovechamiento de los recursos naturales: si bien los recursos primarios ocupan una parte mayoritaria de su canasta exportadora, las industrias y servicios de alta intensidad tecnológica vinculadas con aquellos se han desarrollado exitosamente. Esto ha sido posible con políticas activas por parte del Estado, para utilizar esos recursos naturales como una plataforma sobre la cual se insertan los productores de bienes y servicios más complejos.

Incluso hay países que han logrado un desarrollo industrial competitivo en el sector de Oil & Gas, aun sin disponer de los recursos naturales para explotarlos. En este sentido, resulta interesante el caso de Francia, que en el período de entre guerras cimentó las bases de una gran industria petrolera en base a la determinación por establecer una política energética (Sassi, 2004), centrada en sortear la dependencia que este país tenía del abastecimiento energético de la Standard Oil (EE.UU.) y de la Royal Dutch Shell (Países Bajos y Gran Bretaña). Es así que el Estado sentó las bases de lo que hoy es un gran conglomerado de empresas energéticas, entre las que destacan Total, Schlumberger, GDF-Suez y CGG.

"Estamos muy orgullosos de continuar expandiendo las operaciones de tgs en Vaca Muerta", dijo Oscar Sardi, CEO de tgs
 

Vemos entonces que los países que, en general, todos coincidimos que nos gustaría emular, han centrado sus esfuerzos en el agregado de valor, para lo cual la actividad industrial ha sido y seguirá siendo fundamental, ya que permite transformar la inteligencia y actividad de su población en valores y riqueza (Carlos Pellegrini dixit).

Esta mirada es central para analizar los procesos de desarrollo en forma dinámica, más allá del análisis sectorial y en relación al impacto de la interacción entre los diferentes sectores, de acuerdo a las capacidades que van alcanzando las empresas y las personas que las componen.

La base para el desarrollo económico está en el aumento del conocimiento productivo de un país. Los países desarrollados alcanzan un nivel de riqueza más elevado porque cuentan con los saberes para producir una amplia diversidad de bienes/servicios, pero fundamentalmente, porque son capaces de producir bienes/servicios de gran complejidad, para lo cual pocos países tienen las competencias necesarias (Hausmann & Hidalgo, 2011). La actividad industrial es impulsora del conocimiento, genera nodos de know-how que no son fácilmente asequibles por otros países, ya que requieren de un largo camino y un esfuerzo constante.

Proveedores para Vaca Muerta

Argentina tiene una tradición centenaria en la producción de hidrocarburos. Este sector está conformado por una larga cadena de valor, ya que involucra muchos eslabones y es por ello que es un gran dinamizador de la economía. Tal es así, que el efecto multiplicador del sector es de 5,1 puestos de trabajo indirectos por cada puesto directo (Schteingart, 2021), siendo la mayor cifra de toda la economía.

En nuestro país hay una amplia base de proveedores, siendo alrededor de 10.000 empresas que proveen de forma directa a la industria hidrocarburífera con bienes y servicios de variada complejidad (CEP-XXI y SEPYME, 2022). Más específicamente, la oferta de bienes destinada al sector se compone de alrededor de 1.400 empresas empleadoras industriales, mayormente pymes con alta predominancia de la metalmecánica.

Además, esta actividad se caracteriza por ser una de las más exigentes en cuanto al cumplimiento de normas de calidad en procesos y productos. Esto, porque se trata de un sector en el cual cualquier incidente menor puede potencialmente tener graves implicancias en la seguridad de las personas, así como en el medio ambiente y en los resultados económicos de las operadoras. Estas exigencias impulsan a las empresas a desarrollar sus capacidades e invertir en actividades de I+D, pues es un requisito necesario para dar respuestas competitivas y cumplir con las expectativas de los clientes de este exigente sector.

Si bien a nivel internacional Argentina es un productor marginal de hidrocarburos, tiene la particularidad de contar con recursos no convencionales de clase mundial. Esto representa un desafío productivo y una gran oportunidad para el desarrollo de la cadena de valor.

La producción no convencional es mucho más compleja y costosa que la producción convencional. Requiere de servicios especiales y de la provisión de bienes específicos de muy alto valor agregado, incluyendo tecnologías que permiten fracturar rocas, en pozos que alcanzan los 3.000 metros de profundidad y brazos laterales de otro tanto. 

Considerando que este tipo de yacimientos solamente se están explotando de manera masiva en Estados Unidos, Canadá y Argentina, y que nuestro país ya cuenta con una cadena de valor madura -con pymes competitivas, de las cuales más de 700 son exportadoras-, es que se aprecia una gran oportunidad para desarrollar proveedores de bienes y servicios de media y alta complejidad relacionados con la producción de recursos no convencionales, donde Argentina puede posicionarse como un proveedor competitivo y acumular capacidades que después también tengan otras aplicaciones, en diferentes sectores de la economía.

Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI)

La creación de un Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI) es una oportunidad para potenciar el valor de los recursos naturales (RRNN) y aprovecharlos con el fin de obtener el mayor valor agregado posible, fortalecer los eslabonamientos productivos y la proyección exportadora de nuestras pymes en bienes y servicios de alto valor agregado.

No obstante, tal como está planteado el RIGI en el nuevo proyecto que mandó el Poder Ejecutivo al Congreso, este no cumple con uno de sus objetivos prioritarios propuestos: promover el desarrollo económico (Art. 211 inciso b, del proyecto de Ley de Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos).

El Honorable Congreso de la Nación.
El Honorable Congreso de la Nación.

Esta afirmación se sustenta en que los incentivos planteados no sólo no promueven la agregación de valor en nuestro país, sino que tienen un fuerte sesgo hacia la extranjerización de la misma, propiciando una mayor primarización de la economía argentina, de modo que debilita su potencial en el largo plazo. El hecho de ofrecer exenciones impositivas sustantivas a las grandes inversiones y no hacer lo propio con la cadena de valor, implica que las grandes corporaciones van a encontrar más rentable sumar actividades in house, reduciendo el impacto de las externalidades positivas, creando valor y empleo en el exterior en detrimento del argentino.

Más aún, el Art. 235 de este proyecto de ley, plantea que las importaciones de bienes de capital, repuestos, partes, etc. realizadas por las grandes empresas, quedan exentas de derechos de importación y otros impuestos. O sea que mientras que a un fabricante nacional se le exige pagar impuestos por su materia prima y bienes intermedios importados, su competencia del exterior puede ingresar los bienes finales sin asumir estos costos, generando una distorsión en favor del agregado de valor externo.

Además, el RIGI no contempla ninguna contraprestación en términos de inversión en I+D en nuestro país, adquisición de bienes/servicios nacionales de alto valor, transferencia de tecnología, ni ninguna otra de las políticas que los países desarrollados implementan con el fin de propiciar un mayor desarrollo local.

En consecuencia, sería deseable que se revise y se discuta el RIGI para que este contemple, no solamente los intereses de las grandes corporaciones multinacionales, necesarios para que se hundan las tan ansiadas inversiones, sino que también se considere otro interés legítimo y no menos importante, como es el de la Nación Argentina. 

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