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Problemas (adentro y afuera)

El BCRA tiene el menor nivel de reservas de los últimos 6 años

La tasa de EE.UU. sube, y subirá más. El súper dólar es un imán y todas las monedas caen. Los commodities sufren. Los mercados emergentes sienten el impacto.

Alta tensión en los mercados globales
Alta tensión en los mercados globales
Luis Varela 26 septiembre de 2022

Los mercados financieros acaban de tener otra semana negra, la segunda consecutiva. Al compás de la Fed, se acabaron los dólares dulces. El titular de la Reserva Federal Jerome Powell lo dijo con todas las letras: "Cuanto más tiempo haya inflación alta, más complejo será enfrentarla, por lo que el foco será bajarla, y mantener el nivel de empleo pasa a ser algo secundario".

Como un cirujano, en pleno quirófano, la Fed (de manera unánime, con el voto de sus 18 directores) subió la tasa contado de EE.UU. al 3,25% anual, y se esperan más subas de acá a fin de año (del 0,75% en noviembre y 0,5% en diciembre) hasta llevarla a 4,5% anual. 

Este incremento tuvo impacto inmediato en las tasas largas: ya está en el 4,1% anual la tasa a 1 año y en el 3,7% a 10 años, el nivel más alto desde la crisis de 2008 (cuando hubo un colapso por las hipotecas, con la quiebra de Lehman Brothers, un enorme banco de inversión que había sido fundado en 1850.

El firme pulso de Powell llega con el riesgo de que se pierda un millón de empleos en el mercado norteamericano, pero "el daño de la inflación es mucho peor, crea una montaña de pobres por minuto, y eso es prioridad). 

Por eso el grueso de los analistas pronostican que la tasa a 10 años puede superar pronto el 5% anual, con algunos extremos que la ven en el 9%, en lo que se denominaría un "momento Volcker", que en 1981 (salida desastrosa del demócrata Jimmy Carter de la Presidencia y llegada del republicano Ronald Reagan) subió la tasa larga hasta el 16% anual, hasta apagar por completo el incendio inflacionario.

Por si fuera poco, tratando de digerir esa "pildorita", todo esto ocurre con elección en Italia ayer, a 1 semana de la elección en Brasil, en 20 días empieza la asamblea del PC chino para confirmar a Xi Jinping en el poder para siempre (con noticias muy raras que están viniendo desde Beijing, con rumores de intento de golpe de Estado) y dentro de 6 semanas llega la elección de medio término en EE.UU.

Con Putin arrinconado, con dificultades en batalla y redoble de la apuesta obligado a civiles a pelear, con amenaza nuclear incluida, los mercados del mundo entran en una fase con creciente aversión al riesgo: se sale de todo lo débil y se busca refugio en lo que se supone es más fuerte. 

Se espera una recesión, no habrá aterrizaje suave (el freno en la actividad ya se siente en el mercado inmobiliario norteamericano) y puede llegar a ser dura con algunos otros sectores pronto.

Entonces, con la tasa a un año de la Fed arriba del 4% anual, todo es un "flight to quality". El grueso de los inversores, conservadores y no tanto, están volando hacia los titulos norteamericanos y con eso el dólar global está volando: con variaciones increíbles, la semana pasada el dólar saltó 5,3% contra la libra esterlina, 5,1% en Chile, 3,4% contra el euro, 2,1% contra el yuan, 1,8% contra el franco suizo, 0,3% contra el yen y 0,1% en Brasil, con Bolsonaro interviniendo a más no poder para que Lula no se quede con la Presidencia (en la que viene como candidato favorito).

Esta sobreponderada fortaleza del dólar tiene particularidades, como por ejemplo una reacción bifurcada en los metales preciosos: la onza de plata sube, pero el oro cae a su mínimo de dos años. Y en metales básicos el níquel (controlado por Rusia) vuela, pero el resto se derrite. En lo que va de setiembre el níquel sube 9,2% y la onza de plata mejora 4,8%, pero luego está todo para abajo: el oro cae 3,8%, el cobre pierde 4,5%, la soja de Chicago se hunde 5,6%, el Bitcoin se achica 6,5%, el aluminio retrocede 8,2% y el petróleo se desploma 11,5%.

Este impacto en los commodities mas la expectativa de recesión (y de malos balances en las compañías) determinó la segunda semana consecutiva de derrumbe en casi todos los mercados. La semana pasada, a excepción de la Bolsa de San Pablo que subió 2,2%, luego todo estuvo para abajo: Tokio bajó 1,5%, México 2,9%, Frankfurt 3,6%, el Dow Jones de Nueva York perdió 4%, Madrid achicó 5%, el Nasdaq de Wall Street se hundió 5,1% y la Bolsa de Santiago de Chile perdió 5,7%.

En Argentina, a pesar de lograr la aprobación técnica del FMI de la auditoría a junio (cuando todavía estaba Martín Guzmán), el mal impacto en el mercado fue todavía mayor, por ser un país desorganizado y débil, sin crédito presente y sin confianza.

Encima el BCRA tomó dos medidas absolutamente traicioneras: primero le subió el costo del crédito a los que vendieran por dólar soja y después les prohibió a los que vendieron porotos comprar dólar MEP, a lo que reaccionó Sergio Massa y eso quedó limitado a empresas, que inmediatamente encontraron un puente (repartir dividendos a sus socios) para seguir operando dólares financieros.

Mientras tanto, las multinacionales petroleras y mineras a las que se les está implorando que vengan a meter dólares en Argentina para participar de Vaca Muerta y de la minería ven esas decisiones traicioneras, de mala praxis, y sus ánimos por invertir en un país con estas características disminuye: "¿Usted invertiría en Corea del Norte?, se preguntan.

Y en la toma de medidas increíbles, parches que no contemplan los efectos secundarios, el dólar soja además hizo que el BCRA junte algunas reservas pero que al mismo tiempo termine emitiendo cerca de $1 billón en todo setiembre, una montaña de dinero que impactará en la inflación más temprano que tarde: los números de setiembre ya empiezan a dar un IPC otra vez cercano al 7%, lo que llevará la inflación de los últimos 12 meses al 84,4% anual, récord desde la híper de Alfonsín/Menem.

En medio de este caos, el Congreso sólo avanza en leyes que poco importan en “la calle”, como la hipotética ampliación de la Corte (para que la Justicia) y el intento por anular las PASO (con Javier Milei colocado en el centro del escenario, ya que demostrará si defiende intereses propios o de la sociedad, ya que su voto será decisivo).

Con eso, hay otra vez una huida masiva del peso. La semana pasada el dólar tuvo una nueva corrida: llegó a arañar los $320, pero con intervención oficial lo frenaron algo, pero igual en la semana el contado con liquidación saltó 3,7%, el blue trepó 3,6% y el MEP subió 2,6% (en los tres casos muy por encima de lo que paga la tasa de interés), con el dólar oficial atrasándose, quemando el superávit comercial, que ya tuvo tres meses seguidos de déficit.

Y lo más grave del caso es que en plena liquidación récord de soja por el dólar a $200, incluyendo operaciones de comercio exterior, debilidad del yuan y gastos por intervención para bajar al dólar de $319 a $312,23 (CCL) y $314,12 (Senebi), en lo que va del mes el BCRA pierde reservas por US$ 430 millones (subió apenas los dólares líquidos pero los dólares brutos siguen en picada).

Con esto, Argentina tiene hoy el menor nivel de reservas brutas desde octubre de 2016. Y Sergio Massa está esperando casi con desesperación los DEG del FMI, que nos permitirá vivir intubados de oxígeno, para no caer en default con el organismo, algo que cortaría el crédito de todos los organismos multilaterales internacionales, en un cierre de financiamiento que aniquilaría los feudos que mantienen los gobernadores en sus provincias desde hace décadas.

Estos DEG por US$ 3.900 millones llegarán de inmediato, quizás a fin de mes, aunque el directorio del FMI se reúne el 7 de octubre, pero serán casi un asiento contable porque serán dólares que entrarán y se irán de en días para ir pagando deudas que se tiene con el mismo FMI. Los técnicos del Fondo ya dijeron que la auditoría de junio fue aprobada, sin que se cumpla la acumulación de reservas, y que advirtieron que la aprobación de la auditoría de setiembre será más compleja.

Y con subas en gastos de telefonía, Internet, cable, prepagas, tarifas de luz y gas y otra montaña de gastos, con la inflación a velocidad creciente, el BCRA realizó otro movimiento que es pan para hoy y hambre para mañana. 

Realizó la 9° suba de tasas de este año: ubicó a las Leliqs y los plazos fijos en el 75% anual, que sería del 107% anual si el inversor deja su plata para siempre en el banco reinvirtiendo cada peso que cobra de renta, sin tocar nada. Pero eso no pasa en la realidad, porque un plazo fijo promedio tiene una extensión de 42 días, lo que da que estas tasas más altas siguen siendo muy negativas, ya que rinden en realidad 4,8% mensual contra 7% de inflación.

Y por supuesto, como toda esta estrategia no funciona, también hubo huida de los bonos, que se desplomaron nada menos que 7,6% la semana pasada. Y el riesgo país llegó de este modo al nivel más alto desde que está Massa en el tri -ministerio: 2.528 puntos básicos. Sucede porque la gente comprueba que lo que anuncia el ministro es relato. Sigue sin recortar el gasto público como se necesita para equilibrarlo con la creación de riqueza.

Massa, sin crédito, y sin nada para vender, vende cosecha futura, y una cosecha de trigo que por efecto del fenómeno denominado como "La Niña" amenaza con fracasar por una sequía en el 75% del área cultivable. 

Y para poner en blanco sobre negro las cosas, debe decirse que las paradojas de la política del ministro se evidencian en la realidad: se vendió soja de más, se usa girasol de más para hacer biocombustible porque la escasez de gasoil continúa, y sus precios se desploman. 

Pero los productores guardan lo que todavía tienen que vender con un dólar a $145. De ese modo, en lo que va de setiembre en Rosario la soja se desploma 16,2% y el girasol cae 15,8%, pero el maíz sube 0,9% y el trigo pegó un salto del 9,1%. Y que el trigo salte en dólares de esta manera pronostica que la harina volará, que el pan y un cúmulo de derivados también impactarán de lleno en la inflación.

Por esta razón, lo único que se venía salvando por el trade electoral, que era la Bolsa de Buenos Aires, también cortó el vuelo de las acciones: la semana pasada el índice S&P Merval medido en pesos bajó 1,9%, pero medido en dólares se hundió 5,3%, con una veintena de empresas que acumulan en setiembre un desplome que va del 9 al 25%.

Evidentemente, con corrida hacia el dólar, inflación volando, bonos en picada y acciones agachándose, en el mercado se vive una especie de situación límite, por lo que corren rumores de todo tipo, como por ejemplo la implementación inminente de un nuevo sistema cambiario, en una medida que sin plan, y sin baja del gasto, sólo será una pausa, para darle más pasto a la inflación en breve.

Es solo rumor, nadie lo confirma, pero se dice que articulado por el viceministro Gabriel Rubinstein se iría a un esquema cambiario desdoblado, con una suerte de dólar comercial y otro financiero. Por ejemplo, se especula con que el dólar oficial pasaría de $145 a $200, que el dólar ahorro subiría 40% y con el dólar tarjeta a $300 o más, para que todos los que viajen al Mundial no vacíen de reservas al Banco Central.

Frente a todo esto, un economista ironizó: "pero no se quejen tanto, mejoró el coeficiente Gini", un indicador que mide la desigualdad. Y el economista completó: "Somos más iguales, todos cada vez más pobres”.

Desde su consultora Management & Fit, Mariel Fornoni advierte: "Para adelante políticamente es todo muy confuso, no sabemos si va a haber PASO, no sabemos cómo serán las alianzas, todo está en el aire. El grado de pesimismo sobre todo en lo económico es grande, la gente contesta que está mal y piensa que va a estar peor. El Gobierno actual tiene sólo 19% de aprobación, en 2014 Cristina tenía 32% y en 2019 Macri tenía 26%, o sea que este Gobierno está mucho peor. Más del 60% de la gente dice que no votaría al oficialismo, preocupa la inflación, las tarifas y los temas económicos en general. Y lo peor es que el 80% de la gente dice que el Gobierno no tiene capacidad para resolver los temas que se están sufriendo en este momento. Están todos sorprendidos porque oficialismo no se ocupa de la inflación, la inseguridad, los salarios bajos, sino los temas judiciales. Cristina Fernández tiene más de 75% de imagen negativa, no produjo empatía ni el intento de magnicidio, la gente está preocupada por comer. Y si se mide la provincia de Buenos Aires, que era su bastión, Cristina tiene el 59% de imagen negativa, por lo que tampoco la tiene asegurada. En la oposición están todos divididos, y no hay que olvidar que en 2003 Néstor Kirchner se hizo de la presidencia con el 22,2% de los votos, ya que Menem se bajó del balotaje porque había obtenido sólo 24,5%. Nadie sabe si JxC va a seguir así o si el radicalismo va a ir por otro lado, y eso agrega aún más incógnitas. Con eso, lo que predomina es la angustia, la incertidumbre, la gente no tiene ni siquiera idea de quién es el que está gobernando".

Mientras tanto, la secretaría de Finanzas sigue renovando deuda, con tasa cada vez más cara, y el BCRA sigue chupando depósitos de los bancos a través de pases, leliqs y notaliqs. Toda esa deuda ya suma nada menos que $ 15 B, que tendrá justamente esa misma suma en intereses en los próximos 12 meses, es decir con vencimiento un mes antes de la hipotética elección de octubre. 

En ese momento todos los inversores altamente especulativos, que se arriesgan al carry trade (invertir en pesos pensando que ganarán en dólares) intentarán bajarse todos juntos, porque la llegada de otro Gobierno puede generar muchos problemas, como Plan Bonex, corralito, reperfilamiento o vaya a saberse qué otro invento. Y esa movida, obviamente, ocurrirá en etapas, antes, porque las PASO están programadas para agosto (faltan 47 semanas) aunque ya 5 provincias trabajan para que no existan y quieren que haya ley de lemas, para que los partidos gobernantes renueven con toda la oposición dividida. 

Además, el mundo cambió: ya no hay viento de cola, sino casi huracán en contra. Si Rubinstein aplica el dólar desdoblado, hay que ver qué hará la gente: ¿irán todos corriendo a comprar cosas, insumos importados, o dólares? 

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