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"El cine tiene que bajar los precios de las entradas"

En una entrevista con Deadline, el CEO de Columbia Pictures hizo un análisis sobre el estado de la industria del cine. Pidió que se bajen los precios de las entradas, arriesgó que la época de las franquicias está por terminar y explicó por qué los jóvenes no van al cine.

Aunque las películas sean exitosas, ya no recaudan como antes.
Aunque las películas sean exitosas, ya no recaudan como antes.
Pablo Planovsky 23 mayo de 2024

¿Señales de alarma que deberían preocupar a la industria o el principio de una nueva normalidad? En Hollywood nadie sabe nada, pero el único dato certero por ahora es que la taquilla mundial, a esta altura del año, recaudó 20% menos comparada con el mismo período en 2023. A diferencia de 2020, 2021 o 2022, no hay culpables evidentes: ya no hay pandemia, los servicios de streaming no están creciendo y la mayoría de los estrenos son remakes, secuelas o precuelas de franquicias exitosas. Entonces, la pregunta que se hacen todos es: ¿por qué no se están vendiendo más entradas?

Los datos pueden ser más preocupantes si se tiene en cuenta que la recaudación global es menor que la del año pasado, cuando países como Estados Unidos sufrieron procesos inflacionarios que encarecieron las entradas de cine. Es decir: aún con entradas más caras, el cine está recaudando menos. En criollo: está yendo menos gente al cine. 

2023 fue un año más que saludable porque la recaudación mundial se acercó a los niveles que tenía en los últimos años de la década pasada: 2019 fue histórico porque fue uno de los mejores en ventas de entradas de la historia del cine. Grandes responsables del éxito de 2023 fueron películas como Super Mario Bros., Barbie y Oppenheimer. Las tres lograron llevar a las masas a las salas de cine. Sobre todo a un sector demográfico como el de los más jóvenes, que tiene un amplio abanico de posibilidades para elegir en lo que respecta al mundo audiovisual. El cine compite contra la televisión, los dispositivos móviles y los videojuegos, entre otros, para ganar la atención de los más jóvenes.

No es errado pensar que el cine tiene una tarea más difícil si tenemos en cuenta que las redes sociales, desde TikTok hasta X, reducen la capacidad de concentración de los consumidores. El cine, que exige como mínimo 90 minutos sin mirar la pantalla del celular, tiene una misión (casi) imposible con una generación cuya mentalidad está configurada de otra manera.

Esto puede explicar por qué todavía hay películas a las que les va muy, muy bien en recaudación. Años anteriores, Spider-Man: Sin Camino a Casa, Top Gun: Maverick y Avatar: El Camino del Agua arrasaron en las boleterías. Todas comparten algo en común: son partes de franquicias exitosas. Más aún: son películas eventos. Como sucedió con Barbie y Oppenheimer, más allá de los memes: los espectadores comprendieron que esas películas tenían que verse en una sala de cine.

El fracaso de Profesión Peligro sumó una nueva humillación. A dos semanas del estreno, la película ya está disponible en Estados Unidos para comprar o alquilar a través del sistema video on demand. Es decir, el estudio decidió bajar la guillotina y poner fin a la agonía con solo 14 días de exhibición en salas. Ni Ryan Gosling, con el éxito de Barbie, y Emily Blunt, con el éxito de Oppenheimer, pudieron convencer al público de ir a ver esa película.

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Pero la clave quizás no esté en los números precarios de Profesión Peligro, sino en la recaudación de las películas que sí son consideradas exitosas este año. A Godzilla x Kong, Duna: Parte Dos y El Planeta de los Simios: Nuevo Reino les fue o les está yendo bien. Pero es un "bien" que diez años atrás sería regular tirando a malo. Para analizar si una película es o no exitosa hay que tener en cuenta las expectativas comerciales, los gastos de producción y los gastos de marketing. Estos tres casos cumplen para cubrir gastos de producción y marketing. ¿Pero cumplen con las expectativas que tenían los estudios? Difícil saberlo. Salvo casos excepcionales, como Top Gun 2, Oppenheimer o Avatar, la taquilla se achicó para todas las películas.

Difícilmente una película como Furiosa: De la Saga Mad Max pueda revertir esta tendencia a la baja. La franquicia de George Miller, por más que colección tantos elogios de la crítica y los espectadores como premios Oscar, nunca se destacó llevar gente a la sala. Mad Max: Furia en el Camino, a pesar de ser considerada una de las mejores películas de la década pasada y las constantes alabanzas que genera en redes sociales, fue un fracaso comercial. Si una película como Furiosa recauda más de US$ 600 millones a nivel internacional, sería un éxito total. Con menos de US$300 millones, un fracaso. Va a ser un recorrido difícil para la película de Anya Taylor-Joy, teniendo en cuenta el contexto.

El CEO de Columbia Pictures echa luz sobre la situación

En una entrevista con Deadline, quizás una de las mejores y más reveladoras del año, el CEO de Columbia Pictures, Tom Rothman, dijo varias verdades incómodas. Con motivo del 100 aniversario del estudio de Sony, Rothman dijo que el cine no murió ni está por morir. Al contrario, dijo que el streaming lo hizo revalorizó. No es un delirio.

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Rothman dijo algo muy cierto: la inflación no golpeó solo los precios de las entradas. Los estudios producen películas cada vez más caras. Hoy no alcanza con que una película sea simplemente "buena", afirmó en la entrevista. Tiene razón: la industria (a través de la crítica profesional, los cinéfilos en las redes sociales y el boca en boca) tiene la necesidad de que cada nuevo estreno sea grandioso. Es un juego peligroso porque si todo es una obra maestra del séptimo arte, entonces nada lo es. También es nocivo para las películas que simplemente son "buenas": porque con eso no les alcanza. Rothman dice que no es imposible generar algo como Oppenheimer y Barbie, pero es difícil porque hacer algo de verdad grandioso es difícil. Los riesgos son muy grandes.

La apuesta por las franquicias

El otro mito que derriba Rothman, que se define como estudioso de la historia del cine, es la invulnerabilidad de las franquicias. "Los últimos 15 o 20 años marcaron la época de las propiedades intelectuales, donde todo fue una película de algo más. Películas de comics, películas de videojuegos, películas de juguetes. Sin embargo, las películas que registramos y mueven la cultura son películas. En 2023, 24 de las 25 películas más exitosas fueron franquicias. Mi instinto me dice que en 4 o 5 años eso no va a ser así. Ya estamos abandonando la tiranía de las propiedades intelectuales. La audiencia está hambrienta por originalidad". 

En parte, es cierto lo que dice Rothman. Una de las razones que puede explicar la disminución en la venta de entradas es la excesiva apuesta de Hollywood por hacer películas basadas en franquicias. Remakes, secuelas y precuelas. No tiene nada que ver con la calidad de las películas en sí. El análisis sugiere que las franquicias son (o fueron) muy exitosas porque el público asocia las marcas con títulos que alguna vez disfrutó, entonces invierte en una entrada de cine. La palabra inversión no es aleatoria: el cine, en todo el mundo, es una forma de entretenimiento cada vez más cara. Entonces el público quiere asegurarse de antemano que aquello que va a ver le devuelva de alguna manera la inversión. Comprar una entrada es más arriesgado si se desconoce el título.

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Las estrellas de cine y el streaming

Rothman sacude prejuicios con otra idea: las estrellas de cine todavía existen y son más valiosas que nunca. Quentin Tarantino hace unos años dijo que ya prácticamente no existían, que los espectadores iban a ver las películas de Marvel por los personajes, no por los actores. No estuvo equivocado: casi ningún actor de Marvel tuvo éxito fuera de esas películas. Tarantino también dijo que los números de las películas "exitosas" de los servicios de streaming son un espejismo. Rothman coincide con esto último, sin decirlo con la honesta brutalidad del director de Había una Vez en Hollywood. "El streaming no hace estrellas, solo el cine conserva esa capacidad. Pero para hacer una estrella hay que hacer grandes películas". Lo que dice no solo es cierto: fue efectivo en las épocas doradas de Hollywood, en especial en los años de 1930 a 1960.

Lo que nadie en la industria quiere asumir

Lo más polémico en la entrevista de Rothman es una declaración que puede molestar mucho en la industria del cine. Primero, que las películas son demasiado caras. Es un modelo de producción insostenible que se agravó durante la década pasada. Muy pocos, como Steven Spielberg y George Lucas, se animaron a denunciarlo hace once años. Sí, las películas tenían recaudaciones triunfales y exageradas, superando los US$ 1000 millones, pero cada vez costaban más.

Cuando películas como Con Todos Menos Contigo, la comedia romántica protagonizada por Glenn Powell y Sydney Sweeney, tienen éxito, sorprenden a todos en la industria. Porque en la ecuación donde se tienen en cuenta los gastos, muestran un margen de rentabilidad alto. ¿Por qué, entonces, no se hacen más películas de presupuesto mediano, que tengan un horizonte comercial más bajo en números, pero más rentable?

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La respuesta está ligada con todo el análisis que hace Rothman. En especial con algo que sugiere: los espectadores, en especial los más jóvenes ya no van al cine. Van a ver una película. "Hubo un cambio fundamental en el comportamiento con respecto a mí generación. Nosotros íbamos al cine un fin de semana y ahí pensábamos qué íbamos a ver. ¿Qué tal esto? ¿Qué tal esa? Ahora no funciona así. Hoy los más jóvenes se preguntan qué van a hacer el fin de semana con recursos limitados. ¿Cenan con sus amigos? ¿Van a un recital? ¿Se quedan a ver una serie por streaming? ¿Eligen ver una película que se mueren por ver en el cine? Es una ecuación que no tiene piedad la que describí. Por eso la vara está muy alta. El cine ya no es la prioridad número uno de los jóvenes. Está en el quinto lugar".

En ese momento de la entrevista, Rothman deja caer una bomba atómica: "Espero que los exhibidores lean esto. Necesitamos bajar los precios de las entradas. No es saludable. El cine, en especial las salas que están en las grandes ciudades, es caro. Entonces se asocia con algo que tiene que ser super especial. Los jóvenes tienen que pagar alquiler. No tienen ingresos para desperdiciar. El segundo segmento de la población más sensible al precio de las entradas son las familias. Es caro llevar a la familia al cine. No estoy hablando en contra de mi negocio. Estoy diciendo que ganaríamos más si moderáramos los precios. Los exhibidores van a decir, con razón, que el precio de una entrada todavía tiene un gran valor, porque cuesta apenas una fracción de lo que cuesta el teatro o un evento deportivo. Pero para una familia de cuatro o seis, es caro".

Rothman comparte el sentimiento sobre el encarecimiento de los costos de producción y dice que "los resultados negativos se convierten en catastróficos y no solo es malo para los estudios, también es malo para los espectadores. Esto reduce el riesgo creativo, que en consecuencia reduce la habilidad para animarse a hacer algo original. Necesitamos ser creativamente temerarios, pero fiscalmente prudentes al mismo tiempo".

 Por último, el CEO de Columbia también dice otra reflexión que puede molestar en la industria. "Las películas deberían ser más cortas. Casablanca dura 1 h 42 m con créditos incluidos y, ya saben, es una película bastante buena".

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