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Los conciertos por streaming, ¿llegaron para quedarse?

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06 julio de 2020

Por Gustavo Alvarez Núñez (*)

En el marco de una creciente digitalización de toda la economía y la sociedad global, los coletazos de la pandemia han replanteado muchos negocios. Uno de los más afectados es el rubro del entretenimiento en vivo: desde la actividad teatral a los conciertos musicales, los diversos actores están buscando la forma de volver al ruedo con la menor cantidad de cicatrices. Aquí vamos a sondear algunas variantes que encontraron algunos productores de nuestro país para enfrentar una crisis sin parangón.

El Cosquín Rock aprovechó su estructura y anunció una edición virtual e interactiva del clásico festival el 8 y 9 de agosto próximos. Artistas de doce países tocarán en vivo desde distintos puntos del mundo aunque con la misma escenografía: gradas vacías y muchos técnicos haciendo viable la transmisión. ¿El protocolo? La gente de técnica entrará por un lado del escenario y los músicos por otro.

En las jornadas veraniegas de este año, conmemorando las dos décadas de existencia del Cosquín Rock, la convocatoria en el Aeródromo de Santa María de Punilla (Córdoba) fue de 130 mil personas. ¿Cuántos asistentes virtuales a lo largo y ancho de la banda ancha serán de la partida en esta ocasión? Por lo pronto, el valor por participar de la flamante modalidad será de $700 + service charge y le permitirá al público acercarse a cada uno de los cuatro escenarios previstos y ser parte de varias actividades.

Otro evento con tintes masivos es el que organiza la versión argentina de la revista Billboard, “Argentina en casa”, un espectáculo online a llevarse a cabo este jueves 9 de julio durante 24 horas con una particularidad: es a beneficio a las familias trabajadoras de la música argentina. Según informó el diario Página/12, son casi cien las profesiones alrededor de la música ?desde la comunicación y las labores técnicas a la docencia y la investigación, entre otras? que se vieron perjudicadas por la pandemia, muchas de las cuales viven una problemática de alta informalidad.

Días atrás, desde el YouTube de Estudio Urbano, un órgano del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, diferentes actores del sector mantuvieron una conversación sobre un tema actual y urticante: “Monetización de música online: ciclos en vivo y distribución digital”. Una de las invitadas fue Marta del Pino, jefa de prensa del Club Atlético Fernández Fierro (CAFF), sala de conciertos emblemática del under porteño, con capacidad para doscientas personas y una barra propia donde vendían tragos y comidas.

Del Pino aseguró que “recién llegada la pandemia, nosotros hicimos dos ciclos de conciertos online pagos, a beneficio del club y del personal que quedó sin nada en el parate. Nos asociamos a TicketHoy y propusimos aportes solidarios escalonados de $100, $200 ó $300 para acceder al streaming del show y a la entrevista online. Con lo que recaudamos pudimos repartir algo de dinero entre los músicos y colaboradores (boleteros, mozos, sonidista, iluminador, personal de limpieza), y afrontar el alquiler de un mes. Pero sentimos que el streaming de conciertos desde las casas de los músicos se agotó. Es difícil ser optimista cuando hay que afrontar más de cien mil pesos mensuales de gastos fijos sin poder facturar”.

En sintonía con el CAFF, Bebop Club, reconocido espacio en el corazón de San Telmo, tiene un aforo de 100 personas y programa alrededor de 500 shows por año. Con producciones internacionales propias, en abril tendría que haber tocado (con pasajes ya pagos) Horacio “El Negro” Hernández, uno de los más importantes bateristas de latin jazz, y en mayo Antonio Hart, el gran saxofonista de Nueva York. Karina Nisinman, directora artística del club, advierte: “Dependemos de cómo continúe la cuarentena y los permisos para ver si podemos empezar con los shows por streaming. El principal ingreso económico en Bebop Club es por los consumos de comida (la cocina de Bebop es de Aldo's Restaurante) y bebida. Por ende, si bien tenemos planificado ofrecer una carta de picadas y vinos por delivery para acompañar las presentaciones, los shows sin público tienen el objetivo de dar la posibilidad a nuestros queridos artistas de poder tocar. Todavía tenemos la esperanza de volver”.

Desde que Fito Páez abrió el fuego con su presentación vía streaming en su hogar el mismo 20 de marzo por la noche, en incontables rincones de Argentina se fue canalizando la sed de tocar como de ser partícipes de un acontecimiento único como es el show en vivo aunque a través de las plataformas digitales. ¿Esta modalidad llegó para quedarse? Tal vez haya que escuchar a algunos músicos y su discrepancia, como lo dicho a fines de junio en el diario chileno La Tercera por Babasónicos: “Los conciertos por streaming son la gran mentira del rock and roll”. Por lo pronto, nos quedaremos con la sentencia del escritor Samuel Beckett: “Hay que seguir, no puedo seguir, voy a seguir”.

(*) Crítico musical, RadioPandemia / TransEuropeExpressMusic y autor de “Ahora, antes y después. Daniel Melero - Por una biografía posible”

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