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USA for Africa

La noche que imprimió la estética definitiva de los '80

Netflix acaba de estrenar "La Gran Noche del Pop" (The Greatest Night In Pop), una película documental que registra el minuto a minuto de la grabación de We Are The World. La sesión de una noche en que las voces más famosas de la música popular americana se unieron con la excusa de ayudar a detener la hambruna en África.

15 febrero de 2024

"Dejen sus egos en la puerta" (check your egos at the door). 

Esa fue la bienvenida en los históricos estudios de grabación de A&M en La Brea Avenue de la ciudad de Los Angeles la noche del 28 de enero de 1985. La frase cobra sentido cuando se les pone nombre a los destinatarios: Bruce Springsteen, Stevie Wonder, Paul Simon, Cyndi Lauper, Billy Joel, Tina Turner, Huey Lewis, Kenny Rogers y Bob Dylan entre varios otros. Michael Jackson y Lionel Richie (sobre todo este último) eran cabeza del proyecto. 

La meta: grabar una canción con todas las estrellas pop posibles que recaudara una suficiente cantidad de millones de dólares para ayudar a paliar la hambruna en África. Y había que hacerlo en una noche. 

Quincy Jones, viejo zorro, fue el productor general de la empresa. Y, conociendo el paño, fue el que mandó a colocar el cartelito en la entrada, antes de que llegaran los "talentos".

Poco más de una década después, Gustavo Cerati iba a preguntarle a una multitud en la gira de despedida de Soda Stereo: ¿están preparados para una noche larga? Con un metamensaje menos festivo, esa fue la pregunta que daba vueltas en la cabeza del experimentado Quincy aquella tarde. 

El documental La Gran Noche del Pop (The Greatest Night In Pop) que se estrenó recientemente en Netflix, luego de pasar por el Festival de Sundance, recupera con una épica condescendiente ese momento emblemático de la historia de la música popular que fue la grabación de la canción We Are The World y el proyecto USA for Africa. 

La película no es buena en términos propios, no es un documental con un vuelo narrativo que articule el valioso material de archivo con una historia profunda. Peca de informe televisivo extenso; a decir verdad, está estirado al máximo para llegar a la hora y media y se podría contar lo mismo en 45 minutos. Un buen especial de VH1.

Lo que es bueno es el archivo y la posibilidad de certificar, fehacientemente, el peso decisivo de Lionel Richie (artística y conceptualmente) por esos días. La mayoría de la anécdotas se conocían pero acomodadas, reunidas como una línea de tiempo hacen que la visualización del contenido sea agradable y un muy buen disparador para pensar el porqué de ese proyecto y el contexto en el que tuvo lugar.

La navidad anterior como puntapié (o patada en el ego) 

 - ¿Dónde estás? Se supone que debes estar aquí, dijo el músico y humanista Bob Geldof de un lado del teléfono, en un estudio de Londres. 

 - Oh, ¿es hoy?, respondió, con voz de recién levantado, Boy George. 

El líder de Culture Club tuvo que salir corriendo a tomar un Concorde que lo deposite en 4 horas en un estudio de Londres, dónde lo esperaban Bono, Sting, Simon Le Bon, Phil Collins, Paul Young, Kool and the Gang y Bananarama entre otros para grabar una canción: Do They Know It's Christmas? (¿Saben ellos que es Navidad?). El objetivo: recaudar fondos para ayudar a detener la hambruna en África.

A Bob Geldof (músico, activista, productor y actor) se le ocurrió la idea de la canción en octubre de 1984, cuando estaba viendo la BBC y comenzó a preocuparse por la difícil situación de los etíopes que padecían una grave hambruna (había una sequía monstruosa ese año que agravó las condiciones ya paupérrimas de todo el continente). 

Geldof pensaba que podía recaudar dinero a través de la música y destinarlo a ayuda humanitaria. Llamó a su novia, Paula Yates, quien en ese momento era co conductora de un programa con el músico escocés Midge Ure.

Geldof y Ure tuvieron que componer y armar la canción en tiempo récord y la grabación se realizó en 1984. los ingleses fueron bastante más expeditivos, como se verá después, que los norteamericanos y le quitaron la épica a la cuestión. 

Geldof pudo reunir una alineación tan impresionante de estrellas para Band Aid (así fue denominado el proyecto y la superbanda en un juego de palabras con la clásica "curita") porque se negó a pasar por los canales tradicionales. "No hablaba con un manager, ni con un sello discográfico, ni con un agente; buscaba el número de teléfono del artista y hablaba con él mismo, lo cual era brillante", dijo Midge Ure en una entrevista en 2019. David Bowie y Paul McCartney fueron invitados, pero tuvieron conflictos de programación y en su lugar grabaron versos hablados para la cara B del simple: "Feed the World". 

A la luz del documental de Netflix, todo pareció menos ampuloso, y más armonioso y tranquilo en el proyecto inglés. De hecho jamás se ha ocultado una de las tantas anécdotas de esa grabación: la circulación de sustancias "no admitidas legalmente" en medio de la sesión y a la vista de todos. Algo bastante lógico y esperable si se contextualiza: rock y los '80. 

No obstante en la pieza que registra la proeza norteamericana se oculta el tema con extraño dejo de pacatería: ¿Una noche larga en Los Ángeles, una sesión maratónica, todos músicos en un mismo espacio y nada de drogas? ¿En serio, muchachos? Abordar de manera adulta el tema le hubiese dado al documental un aspecto marginal interesante para explotar. 

El 29 de noviembre, apenas cuatro días después de la sesión de grabación, la canción hizo su debut oficial. Ure llevó el casete a la BBC y agradeció que la emisora la emitiese cada hora. Otro ejemplo para entender la versatilidad y armonía con la que transcurrió esta empresa: el cantante Jim Diamond, que tenía el mayor éxito en el Reino Unido en ese momento con I Should Have Known Better, le pidió al público que no compraran su disco y lo hagan con Do They Know It's Christmas?

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Michael Jackson y Lionel Richie (sobre todo este último) fueron la cabeza del proyecto. 

La canción saltó inmediatamente al primer puesto de las listas de ventas y permaneció allí durante cinco semanas. Vendió 3,8 millones de copias en el Reino Unido y 12 millones en todo el mundo. En total, se recaudaron más de US$ 28 millones. 

Lo cierto es que el orgullo norteamericano había sido "tocado". Con esa esencia que tienen para copiar las buenas ideas europeas y, muy rápidamente, a principios de enero de 1985 ya estaba el cantante y activista humanitario Harry Belafonte quien se preguntó si no podían hacer algo similar para su gente: algo desde los músicos negros para los habitantes negros de África. 

A decir verdad, Belafonte no solo era un eximio cantante (falleció hace menos de un año, en abril de 2023) sino un activista por los derechos civiles con un currículum impecable, un personaje muy querido en la comunidad musical y muy respetado en el establishment político. 

Rápido de reflejos, llamó al productor Ken Kragen con la inquietud. Kragen era manager de Lionel Richie y la maquinaria se activó en un solo día. La espina clavada por los ingleses había funcionado a la perfección.

La noche más grande de la música pop

Cómo para entender un poco el contexto: Ronald Reagan era el presidente de los Estados Unidos y Margaret Thatcher era la Dama de Hierro, la Primera Ministra británica, ambos con un nivel de apoyo y exposición mediática notables. Los reaganomics (así era denominada la política económica ultraliberal de esa época) funcionaban a la perfección y los norteamericanos, y todo occidente, se acercaba a los años de victoria de la Guerra Fría. 

Todo este preludio se vivía con un ojo puesto en las democracias florecientes de América Latina, la proto globalización de MTV y el incipiente concepto de "causas humanitarias".

El documental de Netflix resta importancia a la presión simbólica (y real) del proyecto inglés, pero detalla (y es un buen hallazgo) el momento en el que Bob Geldof ingresa al estudio en Los Ángeles y explica el corazón del proyecto y señala alguna obviedad, como que la gente en África muere de hambre.

La película aprovecha bien la edición del material original mostrando las caras de los artistas mientras Geldof explica la cruenta situación. Todo una revelación en imágenes y, otra vez, un artilugio del viejo zorro Quincy Jones: sabía que el cartelito no alcanzaba y que tenía que movilizar de alguna manera el alma frívola de los talentos que tenía enfrente.

Esas pequeñas perlitas son el fruto más interesante de The Greatest Night in Pop que ordena el relato de lo conocido. El documental, combina imágenes de vídeo con audio grabado por David Breskin, que escribió el artículo de la revista Life sobre esa maratónica sesión. El director Bao Nguyen y el editor Nic Zimmermann, sincronizaron parte del audio con imágenes de la sesión de grabación a las que les faltaba audio.

Contar con Lionel Richie como entrevista rectora de la historia es un acto de justicia. Su compromiso con el proyecto fue fundamental desde el día uno. 

Richie coescribió la canción con Michael Jackson, pero el autor de All Night Long le da crédito a Jackson por escribir la línea principal: "We are the world". 

Lionel estaba en la cima del mundo en 1985: venía de ganar el disco multiplatino con Can't Slow Down y estaba por llega al número con Say You, Say Me. Más temprano esa noche, había sido anfitrión de los A.M.A. (American Music Awards) donde Purple Rain de Prince le ganó a Thriller de Michael Jackson en la categoría de álbum favorito de pop/rock. La sesión de grabación de We Are the World estaba programada la misma noche que los A.M.A. porque muchas de las estrellas más importantes iban a estar en Los Ángeles para el espectáculo. Todos los músicos al mismo tiempo, en un mismo lugar.

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Michael Jackson y Bob Dylan

Y ese es otro de los debates que abre, a la luz del tiempo presente, revisar el proceso del proyecto USA for África. ¿Cómo funcionaría hoy una sesión semejante con los artistas (influencers) destacados de la música actual? ¿Se haría en un espacio físico o por zoom? 

Por otro lado, también habría que mencionar el estatus, la jerarquía artística. Un proyecto como el de We Are The World contó con uno de los productores más importantes de la historia de la música, el autor del disco más vendido de la historia y presencias del calibre de Dionne Warwick, una de las voces más notables de la canción popular americana. ¿Cómo se puede poner en valor eso hoy día? Es un debate interesante. 

Hay otros hallazgos en el documental. Probablemente el principal es el del caso Prince. Apoyado en su habitual excentricidad y buena parte de misantropía, el genio musical se negaba a sumarse a la cruzada. Y, menos aún, con su competidor directo, Michael Jackson, al frente del proyecto. 

El gran aporte del documental es el testimonio actual de Sheila E, la mujer que trabajaba con Prince y lo tenía enamoradísimo. En la entrevista afirma que fue invitada a participar porque los productores pensaron que Prince se iba a sumar si ella estaba allí. Su deseo de cantar uno de los versos principales se fue desvaneciendo cuando le preguntaron más de una vez si Prince estaría por llegar. Ahí se dio cuenta que su presencia funcionaba como un anzuelo para atrapar a la estrella pop. 

Otros momentos destacados pueden ser cuando Cyndi Lauper y sus collares y aros metían tanto ruido en la grabación que Quincy Jones tuvo que parar varias veces, identificar la fuente de interferencia y pedirle que se los quite. 

Lo mejor es ver a Stevie Wonder lanzar la "fantástica" idea de introducir en la letra unas cuantas líneas en swahili, entre otras cosas, una excentricidad que haría palidecer de vergüenza al más correctamente político woke de 2024, hizo que Waylon Jennings se fuera de la sala de grabación. Es clave ver como Richie funcionó como moderador en cada tensión, en cada momento. Era muy difícil congeniar los espíritus de cantantes de soul, rock, pop, folk y country que durante todo el año se odiaban fuerte. 

El proyecto USA for Africa en tanto organización no gubernamental sigue vigente y aún generando regalías. Fue el más importante de los emergentes a partir de lo realizado por Band Aid en Inglaterra. Hubo más de 20 proyectos similares y recaudatorios en distintos países luego de esas dos experiencias. 

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Argentina tuvo su Argentina es Nuestro Hogar de la mano del productor Mario Kaminsky el hecho convocante fueron las inundaciones ocurridas durante el año 1985 en el Chaco. 

Argentina tuvo su Argentina es Nuestro Hogar de la mano del productor Mario Kaminsky el hecho convocante fueron las inundaciones ocurridas durante el año 1985 en el Chaco. La puesta fue similar a la norteamericana y el disco, un larga duración, contaba con la canción emblemática del proyecto y un set list de los diferentes artistas invitados: Sandro, Estela Raval, Palito Ortega, Valeria Lynch, Jairo, Sandra Mihanovich, Víctor Heredia, Paz Martínez, Juan Ramón, César Isella y varios más

Esos años '80, con su dinámica propia y la cultura popular emergiendo en el incipiente reinado de los medios masivos de comunicación, supieron instalar la relación directa entre el artista y ese producto intangible que, aún hoy, subsiste a los cambios de década: la estetización de la acción solidaria.

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