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Realismo mágico

El Mercosur es crecientemente irrelevante. Es una herramienta excelente que la retórica del "realismo mágico" ha dejado a la intemperie. Necesitamos volver al ánimo de los promotores: alejarnos de la primarización de la naturaleza y dirigirnos a la diversificación del desarrollo.

Realismo mágico
Carlos Leyba 27 enero de 2023

El realismo mágico es la expresión literaria de la América Latina profunda. Narración de la realidad pero que, sin solución de continuidad, comparte un universo de hechos o personajes, insólitos como si fueran de todos los días. Convivimos con ellos, como si fueran probadamente reales. 

En nuestra realidad, a medida que nos alejamos de los puertos, en nuestros pueblos hay historias de Macondo. 

También en política, la que habita las grandes ciudades, cuando salimos del enojo, domina un discurrir de "realismo mágico". 

No hablamos de lo que vendrá, ni de la utopía que imaginamos debería convocarnos, divagamos sobre una quimera. Predicamos vivir en ella. 

En el mientras tanto los gravísimos problemas de este continente de oportunidades, crecen y deshilachan las promesas. 

Converger con el desarrollo de los países centrales es la medida que nos estamos desarrollando. En nuestra región las estadísticas señalan que puede haber crecimiento y estabilidad macro, pero no desarrollo. No salir del fondo de la periferia. F. Braudel propuso la idea de "economía mundo": una ciudad corazón y periferias concéntricas. 

Estar alejados de ese centro, en la periferia, no sólo geográficamente sino socialmente, es lo que vivimos en los países cuyos representantes se han reunido en Buenos Aires. 

Cuando escuchamos los discursos y leemos las declaraciones, recordamos nuestro apego literario (y político) al "realismo mágico". 

La Celac culminó con un documento de intenciones razonables que no han envejecido a pesar de llevar años en la estantería del incumplimiento. 

El documento señala que la región ha conquistado "la democracia". ¿Qué entienden por "democracia"? 

Nuestra región, la más desigual del planeta, está partida por mitades. Unos y otros se reputan demócratas y se gritan "fascistas" de izquierda o derecha. El hábito es el insulto. No el diálogo. Nada más lejos de la fraternidad. 

Además en muchos de nuestros países hay denunciadas restricciones a la libertad. 

Entonces, ¿cuál es la democracia conquistada? Importa el nombre de las cosas. "El nombre es arquetipo de la cosa" (JLB). Pero en el "realismo mágico", al igual que en "Cien años de soledad": "El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo" (GGM).

Fernández con el dedo señaló que democracia es "Presidente elegido por mayoría". No vamos a recurrir a extremos. 

Alberto, democracia es elecciones y posibilidad de alternancia. ¿Hay partidos de oposición en Cuba? ¿Los principales opositores están libres en Nicaragua? 

Recibir a los representantes de los países de la región es una valiosa tradición argentina. Tiene que ver con que no debe haber barreras ideológicas para el comercio. Porque no hay barreras para el interés nacional, el que no requiere conjugarse con la ideología de las contrapartes. 

Aquí han estado los líderes de Rusia y China y Qatar. Alberto se identificó sin límites con el "modelo chino" y con los intereses rusos. Una torpeza. Mauricio defendió "los progresos democráticos" de Qatar. Otra torpeza. Las dos innecesarias. Como propone F. de la Balze, "amiga de todos, aliada de ninguno" 

Alberto presidió la Celac y se le escaparon dos deseos Uno dejar "inaugurada la Cumbre de las Américas"; otro el milagro que llegara Hugo Chávez, "furcios del realismo mágico".

Llegó Lula y la enésima refundación verbal del Mercosur, unida a la involuntaria descalificación massista al Presidente Lacalle Pou y el desagravio de Lula viajando a una reunión secreta. Visitar a Pepe Mujica y no hacerlo con Cristina. Uruguay no es tan "menor" para Brasil que visita oficialismo y oposición. 

Más que comentarios lo que estamos necesitando los países miembros del Mercosur -una zona de "libre comercio" imperfecta y perforada que con "realismo mágico" llamamos Mercosur- y más que nadie la relación de Argentina y Brasil, es una evaluación profesional y exhaustiva de costos y beneficios de esta relación para orientar cualquier discusión sobre el futuro. 

Para Argentina, es urgente analizar el por qué estamos como estamos en esta relación. Y definir dónde queremos estar de aquí a diez años. 

Un dato central es la emergencia China. A fines de los '90, Argentina proveía 14% de las importaciones brasileñas. Hoy un tercio de eso. China es el proveedor de 20% de esas importaciones. 

El peso de su financiamiento, su estrategia de acuerdos de bienes por deuda, su penetración, de hecho reprimarizó nuestro patrón productivo y el comercial. Menos comercio entre nuestros países. 

Argentina, estancada hace 48 años, con la necesidad de crear 600.000 puestos de trabajo productivo por año para incorporar a los que ingresan a la PEA y bajar 10% cada año la masa de desocupados u ocupados de mínima productividad. Es la forma de darle consistencia a la lucha contra la pobreza. Necesitamos profundizar la discusión sobre comercio o integración y el impacto sobre el empleo. 

Toda relación internacional es, finalmente, una negociación sobre creación o distribución de trabajo. Sólo a partir de allí hacer prospectiva. Todo viaje necesita tanto un destino como un punto de partida. Sin ambos no hay traza de camino. 

Argentina, en relación a Brasil y a Mercosur, no ha realizado nunca un balance integral y sistémico. 

La retórica abunda. Hablemos de números, de empleos desaparecidos, de inversiones no realizadas, de comercio que ayuda al desarrollo y del que no lo ayuda. Números y objetivos nacionales. De estadísticas estamos más que pobres. Una prioridad y una tara nacional. El Censo 2022...bien gracias. Ultima publicación: el 22/11/22, Indec informa un formulario para que cobren censistas. 

La ausencia de información dura y de evaluación, hacen que cada reunión regional sea una evasión para no abordar costos y beneficios. Lo que se quiere ocultar con la retórica del "realismo mágico". 

Una prospectiva, en el ánimo de la integración, necesita que cada miembro explicite la suya. 

Supongamos, por un instante, que nos ocupamos y logramos la nuestra. En ese caso, disponiendo de origen y diseño de destino, las reuniones internacionales habrán de realizarse para armonizar un camino a recorrer. Definir políticas nacionales y armonizarlas. No hay nada de esto. Y ni siquiera la preocupación. Sin objetivos expuestos es imposible toda coordinación de políticas. 

Sin diagnóstico, prospectiva y políticas, no hay ni para empezar. Pero tener esas tres condiciones requiere un consenso mínimo, en cada país, que garantice la continuidad y validar el camino elegido. 

La armonización de consensos es el verdadero proceso de integración a materializar. Todo proceso de integración para ser valioso debe ser un proceso de armonización de proyectos nacionales.

Tres décadas sin avanzar. Una desgraciada coincidencia ha hecho de estas décadas, en la Argentina, unas de estancamiento con inflación, abrumador crecimiento de la pobreza y alejándonos de cualquier consenso alentando una tóxica división socio política.

¿Cómo puede ayudarnos la integración ante el escenario de gigantescas mutaciones derivadas del vibrante proceso de crecimiento asiático? Un cambio geopolítico. 

Se valorizaron nuestras materias primas. ¿Transformamos nuestra realidad productiva a partir de ese potencial de excedente? ¿Transformamos la nave o nos hundimos en la especialización? 

A nosotros la creación de empleo se nos escurrió entre los dedos. Necesitamos crear 600.000 puestos productivos por año. Mínimo ¿Qué programa y consenso nacional y qué Mercosur necesitamos para eso? 

Tenemos una gigantesca hipoteca demográfica: 60% de los menores de 14 años en la pobreza. Necesitamos un programa nacional y un Mercosur que nos ayude a saldarla. Ni nuestros programas implícitos ni este Mercosur han servido para eso. Y si ese Mercosur no puede existir, entonces no sirve. 

Un objetivo de integración es acelerar la "convergencia" con los países desarrollados, entre nosotros y fundamentalmente al interior de nuestras economías. No sirve la sola integración de los corredores del progreso San Pablo y Buenos Aires porque excluye a la inmensidad de nuestra realidad territorial y a la mayoría de la población entre pobres urbanos y el interior. ¿Cómo podríamos integrarnos si no estamos integrados? ¿Cómo podríamos lograr la "convergencia", criterio de integración entre países, si ese proceso no es uno de integración de nuestro país. ¿Cómo integrar dos entes no integrados y sin programas para ambas cosas?

El ánimo de quienes promovieron Mercosur y la complementación de la Argentina y el Brasil, no tuvo el propósito de "redescubrir las virtudes de la especialización que, en nuestros países, es la primarización". La razón era posibilitar, con la escala, una diversificación competitiva y exportadora basada en la complementación. 

El futuro del Mercosur es una "construcción armonizada" de los proyectos de cada uno de los miembros. Integración es armonización de proyectos nacionales.

En términos cuantitativos el Mercosur es crecientemente irrelevante. Es una herramienta excelente que la retórica del "realismo mágico" ha dejado a la intemperie al posponer la descripción de la realidad de la relación. Necesitamos volver al ánimo de los promotores que era alejarnos de la primarización de la naturaleza para dirigirnos a la diversificación del desarrollo.

La política repite y exalta la necesidad y la hermandad implícita en la integración del Mercosur, los vínculos con Brasil, la apertura para la suma a todos los países de la región. Está muy bien. 

Pero la región no tiene un economía motor propia, una ciudad corazón, de modo que cada uno de los miembros pudiera ser una periferia próxima a dónde ocurre el progreso. 

Tener un motor, la única locomotora posible, es armonizar los proyectos nacionales de una región inmensamente rica en oportunidades y sin ideas de como construir y armonizar un futuro. 

El futuro no es aprovechar la coyuntura, el viento de cola. El futuro es construir la estructura productiva que genera ese viento. 

Todo lo demás es retórica, realismo mágico y así nos va.

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