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El archipiélago y el Estado

Desde 1975, las fuerzas dominantes procuraron sustituir la responsabilidad del Estado, en la gestión del bien común, por una pretendida sabiduría del mercado.

Casa Rosada
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Carlos Leyba 04 agosto de 2023

"Porque no supimos construir una gran Nación, construimos una gran Ciudad", es la síntesis de la "Cabeza de Goliat" que apenaba a Ezequiel Martínez Estrada. 

A la Argentina inmensa, a falta de un verdadero Estado que piense el futuro de la Nación, la hemos convertido en un conjunto de islas separadas y a la vez unidas por una sustancia inestable. ¿Somos un archipiélago? ¿Metáfora o síntesis geográfica? ¿Cómo describir el aislamiento entre ciudades, suburbios e interior profundo? ¿O el abismo entre la minoría que "consume por "no ahorrar" y la mayoría que se cae de los sectores medios, pobreza creciente, que se estabilizan como "islas" que construyen "otro mundo"? 

En ese marco se acuna la "grieta" de la política de pasado irreconciliable y de un presente de realidades que ven diferentes. No sólo entre espacios divididos por compartir odios, sino dentro de los mismos espacios, desamor de vecindad irreconciliable. 

La "grieta", con poder de freno, es la del cómo llegar al futuro deseado ¿Cómo es el camino "al aumento de la satisfacción de las necesidades sociales"? ¿Incluyente? "El camino" es lo que incluye o excluye, no la llegada. 

¿Cómo imaginar la construcción de un proyecto sugerente de vida en común? ¿Cómo hacerlo sin consenso?

Archipiélago de Argentinas, separadas, en lo económico, social, cultural y político. Distantes en el acceso a la salud, educación, seguridad.

¿Desde dónde pensar la Argentina? ¿Desde adentro: pensar mediterráneo en la geografía, desde la pobreza en lo social, desde la debilidad?

Fuimos dejando de ser una sola Nación a un ritmo que no fue de construcción sino de destrucción. Se destruyeron las "valencias" que nos unían.

En el próximo 2024, suponiendo recuperación después de la caída de este año en el PIB por habitante, habremos crecido desde 1980, en 44 años, sólo 17,6%. A este ritmo, el de los últimos 44 años, necesitaremos 220 años para duplicar el PIB por habitante. ¿Cómo reparar la nave en este mar proceloso a ese ritmo? 

Es dramático contrastar con los anteriores 44 años que van desde 1930 a 1974. Entonces duplicamos nuestro PIB por habitante (creció 94,5%), crecimiento que fue mayor al también importante que logramos de 1886 hasta 1930 (86,3%). 

La Argentina productiva desde la Organización Nacional tuvo dos modelos de consenso social y económico que lograron progreso. El consenso implícito es liberador de energías. Es obra del pensamiento.

El primero fue el modelo agro exportador. Se detuvo cuando el motor del Imperio Británico declinó junto a la Gran Crisis. La respuesta fue el paradigma del New Deal que, en nuestro país, se formalizó a partir del 30 con un consenso implícito para la industrialización y el pleno empleo. 

Ambos modelos duplicaron el nivel de vida aproximadamente, cada uno de ellos, en 44 años. 

El modelo de industrialización y pleno empleo finalizó en 1975. No fue un fin natural. Fue bajo el ataque de la guerrilla importada por el socialismo por las armas, para terminar con el "modelo burgués del Estado de Bienestar". Ruptura violenta del consenso implícito. El símbolo de traición a la Patria fue el asesinato de José I. Rucci. 

La reacción feroz, irracional y genocida, contra la guerrilla, impuso por las armas una escalada de destrucción. Nadie articuló desde entonces un modelo de crecimiento y progreso. Años trágicos de violación del no matarás, de uso del poder del Estado para cometer crímenes de lesa humanidad y liquidar la moral de la agencia pública: el germen de la destrucción del Estado.

Hoy este Estado es una cáscara impotente frente a problemas colectivos cada vez mayores. 

Desde 1975, con distinta intensidad, las fuerzas dominantes procuraron sustituir la responsabilidad del Estado, en la gestión del bien común, por una pretendida sabiduría del mercado. 

Lo que han logrado, tal vez sin saberlo y seguramente sin quererlo, es la destrucción del tejido social cuya reparación trasciende al simple mecanismo del crecimiento del PIB. 

La pobreza que hemos generado en estos 50 años (1974/2024) es un genocidio del futuro ¿cómo llamar la ausencia de Estado ante los 5,9 millones de niños menores de 14 años en la pobreza, de los cuales 1,3 millones son indigentes? Cesar Llerena recuerda que el Estado no hace uso, por ejemplo, de los recursos pesqueros que son de su propiedad. Otra vez la desaparición de lo que es y debe ser "el Estado". 

Su ausencia provoca la increíble desconexión entre los recursos públicos, y las necesidades colectivas. El Estado es hoy una "isla" desconectada de la sociedad. Forma parte del archipiélago. 

La sociedad se ha atomizado en "compartimentos estancos" aislados que a su vez va destruyendo la capacidad de representación. ¿Cómo reconstruir la capacidad de representación en un sistema de aislamiento creciente? 

¿El aislamiento, la desconexión extrema, puede generar un sustituto de la estabilidad? ¿La estabilidad, en esas condiciones, es una consecuencia del aislamiento? 

Si miramos la economía y su supuesta relación con el Estado, abordamos el problema de la fiscalidad. Hay una economía de sostén que es posible, y logra su equilibrio en niveles de subsistencia, porque está en negro, es decir, al margen del Estado se sobrevive en los márgenes de la pobreza. 

En el otro extremo hay una economía de excedente, de abundancia, que - esté en negro o no - está al margen del proceso de acumulación. El "excedente de la economía" está aislado. No está conectado a la realidad económica que lo genera y - naturalmente - que lo necesita. ¿La economía expulsa al excedente? La exclusión es la norma social dominante. 

En estos años, aquellos en los que se abandonó, por una decisión del poder fáctico, el modelo de industrialización y pleno empleo, no sólo se derrumbó el empleo y el salario real y la productividad, sino que el excedente fugó fuera del sistema. 

La lógica del sistema es la acumulación reproductiva del excedente que se genera. De lo contrario la máquina se detiene y se genera la aislación entre el proceso de crecimiento de la población y la acumulación del excedente. Se multiplica el proceso de doble exclusión: exclusión de la pobreza y exclusión del capital que no se convierte en acumulación que, en economía, es la "desacumulación" para el retroceso.

No hay misterio: fuera del sistema se amontonan 400 mil millones de dólares. Si imagináramos una inversión de 100 mil dólares por puesto de trabajo, una simpática y exageradamente optimista manera de visualizar el impacto, estaríamos hablando de 4 millones de puestos de trabajo susceptibles de ser creados. Cien mil dólares no es el tamaño de inversión que hace un salto tecnología y productividad, pero es bastante más que una motocicleta para repartir comida. 

Entre la inmensa economía en bicicleta de reparto, que es un símbolo urbano, y los millones de dólares que van y vienen en la bicicleta financiera, más van que vienen, no hay conexión alguna y ese es el problema de "las islas" que de ese modo, en el aislamiento, van encontrando un estado estacionario que, a su vez, denuncia la inexistencia del Estado. 

Cuando el país fue capaz de un Estado gestionando, más allá de las orientaciones políticas de lo inmediato, con una visión de largo plazo, destinada a "construir la Nación, el Estado para construir la "Nación hogar" esas fueron fuerzas de inclusión. 

Desde la deserción de la idea de Nación, que tiene fecha origen y derrumbe, la exclusión ha sido, tal vez sin ser conscientes de ello, la única política de Estado. La única política que continuó a pesar de los cambios de gobierno: la administración de la pobreza, mal que nos pese, es una política de Estado. 

En estos 50 años (1974/2024) lo que ha dominado el Estado es el aparato del llamado peronismo, los increíbles recitadores (apropiadores de una marca) de "dónde hay una necesidad hay un derecho". Ellos, y por cierto no solo ellos, en realidad han realizado lo imposible: "dónde había un derecho han logrado una necesidad insatisfecha". 

Raúl Alfonsín, cuando inició la gesta de reconstruir las instituciones de la Constitución, creyó necesario recordar que la Democracia venía a recuperar los derechos básicos a ser educados, cuidados en la salud y debidamente alimentados, que estaban en proceso de extinción desde 1975. No lo logró la democracia. 

En estos 50 años Isabel, Menem, Duhalde, los Kirchner, Fernández, los apropiadores de la marca, acumulan 30 años a cargo del Poder, los siguen 7 años trágicos, imperdonables, de la Dictadura y otros de los demás - cuyas responsabilidades, por cierto, son inescindibles - han sido el complemento y la justificación para que los apropiadores de la marca acudan a aquél pasado - que no construyeron y que combatieron para retornar con la cabeza vacía y el corazón endurecido.

Pero lo importante es que estamos entrampados en la ausencia del Estado, básicamente por incapacidad: la burocracia instrumento insustituible en la democracia de alternancia está destruida en todo lo que es responsabilidad primaria del Estado. Quienes han ocupado el Estado han renunciado a formar una elite de pensamiento para diseñar el futuro deseable y auscultar el futuro posible: el Plan. 

Quienes hoy disputan el Poder en la política prefieren o parecen ignorar qué es lo que debilita el ejercicio del "poder verbo". No hay manera de ejercer el "poder" sin consenso para pensar y articular una estrategia de largo plazo hacia el futuro. Terminar con el "aislamiento" y la "desconexión" de las islas que han convertido a la sociedad y al espacio físico en un archipiélago de realidades aisladas. 

Acciones impostergables para reconstruir el Estado, la pobreza infantil que condena el futuro colectivo; la infraestructura que impide la ocupación del territorio, la consciencia de un patrimonio marítimo abandonado, la pobreza del conurbano que exige la redención vía el trabajo y reconectar con el paradigma dominante del retorno a la política de desarrollo industrial. 

"Sin industria no hay Nación", su destrucción es el origen del archipiélago y el naufragio del Estado. 

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