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Taiwán y unas elecciones que podrían cambiar el curso de la historia

Este 13 de enero, unos 19 millones de personas estarán habilitadas para votar en las elecciones presidenciales de Taiwán. Sin embargo, pese a ser un asunto interno, el resultado será trascendental tanto en el vínculo de Taipéi con China como en la disputa global entre Pekín y EE.UU.

Taiwán y unas elecciones que podrían cambiar el curso de la historia
Damián Cichero 11 enero de 2024

Este sábado 13 de enero se llevará a cabo una de las elecciones más importantes del año, y quizás del siglo XXI, cuando miles de taiwaneses asistan a las urnas para elegir a su nuevo presidente. 

Lógicamente, Taiwán en sí no representa uno de los grandes poderes del Sistema Internacional. Sin embargo, debido a su tensa relación con China, los comicios de este fin de semana serán determinantes de cara al futuro del orden mundial, fundamentalmente por los buenos vínculos que Taipéi mantiene con Estados Unidos, principal adversario de Pekín. 

Y para tomar conciencia de lo que este suceso representa, hay que tener en cuenta que China comunicó púbicamente que los comicios son una elección entre "guerra y paz, o prosperidad y decadencia".

Una tensa historia 

A excepción de tan solo 13 países, entre ellos Paraguay, la mayoría de la comunidad internacional apoya la política de "una sola China". ¿Pero qué significa esto?

En 1949, el Partido Comunista Chino de Mao Zedong obtuvo un contundente triunfo en la guerra civil china sobre los nacionalistas del Kuomintang. Lejos de rendirse, los integrantes de este partido decidieron escapar y refugiarse en la isla de Formosa, hoy conocida como Taiwán. 

Durante décadas, el gobierno taiwanés fue reconocido como el representante de la verdadera china. Sin embargo, todo cambió en la década de los 70, durante la Guerra Fría entre EE.UU. y la Unión Soviética. 

En ese momento, Washington necesitaba presionar aún más a la Unión Soviética y se percató del sisma comunista que existía entre Moscú y Pekín.

Por ello, con Henry Kissinger a la cabeza, decidió crear su famosa mesa de tres patas: dejó de reconocer formalmente a Taiwán como la "verdadera China" y le dio ese estatus al país continental.

Así, las tensiones entre EE.UU. y la propia China se redujeron notablemente, mientras que la URSS no tuvo más remedio que enfrentarse a los dos gigantes al mismo tiempo, lo que la debilitó notablemente.

Por su parte, Taiwán tuvo que ceder su asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU, aunque Washington no los dejó a la deriva: a través de la "Ley de Relaciones con Taiwán" (1979), se comprometió a proveerle armas para su defensa. 

China no olvida 

Aunque la tensión en torno a la cuestión de Taiwán nunca desapareció, ha aumentado considerablemente en los últimos años como consecuencia de que, desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca en 2017, la relación entre Washington y Pekín empeoró marcadamente. 

Pero la crisis llegó a su máximo punto a mediados del 2022, cuando Nancy Pelosi, hasta ese momento presidenta de la Cámara de Representantes de EE.UU., visitó Taiwán, convirtiéndose en la funcionaria norteamericana de más alto rango en viajar a la isla de Formosa desde 1997.

Para Pekín, esto representó una clara ofensa, por lo que terminó rodeando la isla y realizando ejercicios militares. 

Además, desde ese momento, el Gigante Asiático, en un discurso muy similar al de Rusia con Ucrania, ha dejado en claro que la intervención de EE.UU. en la región es una línea roja que no está dispuesta a tolerar.

Asimismo, en el discurso de Nochevieja, el presidente Xi Jinping insistió con que "la reunificación de la patria es una inevitabilidad histórica".

Una elección trascendental 

Si bien la crisis parece todavía estar contenida, las elecciones de este fin de semana podrían marcar un antes y un después debido a la radicalización de los propios comicios. 

En total, los candidatos son tres: el actual vicepresidente Lai Ching-te, del oficialista PPD; Hou Yu-ih, del Kuomintang; y Ko Wen-je, del TPP.

Según los sondeos, Lai es el que más chances tiene de imponerse en los comicios, aunque Hou Yu-ih se ha mantenido bastante cerca. Por su parte, Ko Wen-je no tendría posibilidades reales de ganar. 

Lai es un claro defensor de la independencia formal de la isla e insiste en que solo el pueblo de Taiwán puede decidir su futuro, lo que le ha valido duras críticas tanto desde Pekín como desde el Kuomintang. 

La Oficina de Asuntos de Taiwán de China informó en un comunicado que Lai es un "obstinado trabajador por la independencia de Taiwán. Esperamos sinceramente que la mayoría de los compatriotas de Taiwán reconozcan el daño extremo de la línea de 'independencia de Taiwán' del PPD y el peligro extremo de que Lai Ching-te desencadene una confrontación y un conflicto a través del Estrecho, y que tomen la decisión correcta".

Por su parte, el Kuomintang sostiene que ambos territorios pertenecen a una sola China, pero que cada actor puede interpretar lo que eso significa bajo algo llamado "consenso de 1992", un entendimiento tácito alcanzado entre ambas partes ese año. 

Por ello, el candidato a vicepresidente del histórico partido, Jaw Shaw-kong, dijo que, si Lai gana, las tensiones probablemente aumentarían: "Tsai Ing-wen (actual presidenta del PPD) es más discreta, no grita todos los días 'Estoy a favor de la independencia de Taiwán' y el Estrecho de Taiwán ya está muy tenso. Si gana Lai Ching-te, ¿crees que la situación a través del Estrecho será mejor?". 

Y como era de esperar, desde el PPD no esquivaron las críticas: "Lo único en lo que Jaw Shaw-kong está pensando es en la unificación" con China, dijo el portavoz Tai Wei-shan.

Un dato clave es que, si el PPD obtiene el triunfo, por primera vez gobernaría durante tres mandatos consecutivos, lo que dejaría en claro qué piensa la mayor parte de la población de Taiwán. 

candidatos
De izquierda a derecha: Lai Ching-te, Hou Yu-ih y Ko Wen-je.

El rol de Estados Unidos

Históricamente, Estados Unidos ha difundido un mensaje de compromiso y apoyo con las democracias, aunque no es ninguna sorpresa que siempre ha tenido intereses ocultos detrás de cada conflicto. 

Para empezar, actualmente Taiwán produce más del 60% de semiconductores en todo el mundo y más del 90% de los más avanzados. En su territorio se encuentra TSMC, el mayor fabricante de chips del mundo, que en 2021 registró un valor de US$ 100.000 millones. 

Estratégicamente hablando, y teniendo en cuenta las políticas chinas, no caben dudas de que una potencial reunificación representaría un importante dolor de cabeza para Estados Unidos y sus socios occidentales, ya que seguramente perderían acceso a este tipo de tecnología clave para los países, tanto en la actualidad como en el futuro que se viene. 

Además, Taiwán forma parte de la "primera cadena de islas", una barrera geográfica que va desde el sur de Japón, pasa por Taiwán, Filipinas y termina en el mar del Sur de China.

La mayoría de estos países son aliados de EE.UU. Pero si Taiwán pasara a formar parte de China, Pekín podría proyectar más su poder en la región del océano Pacífico, representando una amenaza real para bases militares estadounidenses como las de Guam y Hawái.

Por ello, para Washington, la independencia de Taiwán es una cuestión casi de vida o muerte, y muy difícilmente esté dispuesto a dejar de apoyar a la isla con armamento, o incluso con tropas si China la invade.  

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