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Escalada militar

El peor momento en décadas de las relaciones China-Taiwán

Si bien la tensión en el estrecho de Taiwán ha escalado a un punto muy peligroso, ninguna de las partes está interesada en un enfrentamiento militar

El peor momento en décadas de las relaciones China-Taiwán
Patricio Giusto 03 noviembre de 2021

Diversos hechos han llevado últimamente las relaciones entre China y Taiwán a su punto de mayor tensión en décadas. Tanto el presidente chino Xi Jinping como la líder taiwanesa Tsai Ing-wen pronunciaron duros discursos con motivo del 110º aniversario de la Revolución Xinhai, que en 1911 derrocó a la última dinastía imperial china.

Si bien Xi evitó en su discurso la retórica militar de otras ocasiones y volvió a hablar de “reunificación pacífica”, enfatizó que esta “debe ser conseguida”. Sin especificar plazos ni medios para concretarla, hizo alusión a la “tradición gloriosa” de China contra el separatismo y criticó la injerencia de terceros países en este asunto. “Nadie debe subestimar la firme determinación, la firme voluntad y la fuerte capacidad del pueblo chino para defender la soberanía nacional y la integridad territorial”, dijo Xi.

Los medios oficiales se encargaron de magnificar sus expresiones, apelando al nacionalismo y al poderío militar de China frente al desafío de la “isla rebelde”.

Mientras tanto, Tsai hizo alusión en su discurso a la “creciente opresión política”, tanto en China Continental como en Hong Kong, acusando a Beijing de “alejarse del camino de la reforma y el desarrollo”. La líder del Partido Progresista Democrático destacó también la firme voluntad de Taiwán de defenderse y no ceder ante las amenazas chinas, haciendo referencia al apoyo internacional que mantiene la isla.

Actividad militar creciente en la región

Mientras se intercambiaban los discursos, un número récord de aviones de combate chinos sobrevolaban lo que Taiwán considera su zona de identificación de defensa aérea. El Gobierno de la isla no se quedó atrás frente las incursiones chinas, que son cada vez más frecuentes. Recientemente llevó a cabo una serie de ejercicios militares con EE.UU., Francia y Japón. Para complejizar aún más el escenario, el Reino Unido confirmó su participación en ejercicios navales en el lindero Mar de Filipinas.

La presidenta Tsai confirmó oficialmente la presencia de tropas estadounidenses en la isla, aumentando la ira de Beijing. En ese sentido, no caben dudas que Washington es hoy más que nunca el pilar fundamental en la estrategia defensiva de Taiwán. En EE.UU. hay amplio apoyo bipartidario sobre la defensa de la autonomía de Taiwán, aunque con la mira posada sobre Beijing. La histórica postura de “ambigüedad estratégica” de la diplomacia estadounidense respecto a la isla, a partir de la normalización de relaciones con Beijing en 1979, estaría quedando definitivamente archivada. Desde que asumió la presidencia, Joe Biden ha virado a una posición mucho más proactiva en favor de Taiwán, a la par del conflicto con China.

Desde el punto de vista de la ciudadanía taiwanesa, las encuestas muestran que hay preocupación, pero no miedo por la creciente amenaza militar de Beijing. Por otra parte, el apoyo taiwanés a la anexión por parte de China se encuentra en mínimos históricos, de alrededor del 13%. 

Un número cada vez mayor de ciudadanos, especialmente jóvenes, están inclinados por la declaración de la independencia. Esto incluso ha derivado en cambios hacia liderazgos más duros en el seno del Kuomintang, el partido opositor históricamente más proclive al diálogo con Beijing.

Logros y sinsabores en los esfuerzos diplomáticos de Taiwán

Tsai pudo anotarse en octubre dos triunfos diplomáticos en Europa. Lituania confirmó su intención de permitir la apertura de una representación oficial de Taiwán, mientras que el Parlamento Europeo votó por 580 a 26 la adopción de una resolución no vinculante sobre Taiwán. Esta recomienda que el bloque comience una “consulta pública y un ejercicio de exploración" sobre un eventual acuerdo bilateral de inversión con la isla. La resolución también otorga a Taiwán el estatus de observador en la Organización Mundial de la Salud (OMS) e Interpol. 

Pese a todas estas señales positivas para el Gobierno de Tsai, lo cierto es que actualmente apenas quince pequeños países reconocen oficialmente a Taiwán a nivel mundial. Al mismo tiempo, la isla sigue siendo muy dependiente del mercado chino, el cual representa casi el 30% de su comercio con el resto del mundo. Y en cuanto a la “Nueva Política en Dirección al Sur” de Tsai, para mejorar los vínculos con el sudeste asiático, se ha quedado a mitad de camino con magros resultados. 

Como nota de color, Tsai se ha visto en una posición muy incómoda frente a las revueltas democráticas en Eswatini, único aliado diplomático de la isla en Africa, donde impera una brutal monarquía absoluta. Un aliado tan pequeño como vergonzante.

La invasión china a la isla, un escenario altamente improbable

Si bien la tensión en el estrecho de Taiwán ha escalado a un punto muy peligroso, ninguna de las partes está interesada en un enfrentamiento militar. Respecto al posible uso de la fuerza por parte de Beijing, es una posibilidad altamente improbable, más allá de las circunstancias en las cuales se daría y sus eventuales justificaciones. En cualquier escenario de invasión de Beijing a la isla, hay coincidencias que esta debiera implicar necesariamente una fase anfibia de enormes proporciones, que derivaría inevitablemente en una cuantiosa pérdida de vidas humanas y recursos materiales, para ambas partes. 

Por otro lado, debido a la accidentada geografía de la isla, los taiwaneses sólo tendrían que defender unas pocas cabezas de playa selectas. La tecnología militar moderna favorece al defensor, que puede usar misiles de precisión para destruir con relativa facilidad buques de asalto anfibio, naves y cierto tipo de aviones.

Además, una invasión china implicaría un seguro y rápido involucramiento por parte de EE.UU. y, posiblemente, otras potencias regionales, como Japón y Corea del Sur. El eventual costo militar, económico y social para China sería incalculable, sin considerar el posible daño irreparable a su prestigio internacional.

Desde la óptica de Taipei, en las autoridades de la isla predomina el convencimiento de que China no atacará. Al mismo tiempo, consideran a Xi un actor racional, que además tiene demasiados problemas domésticos e internacionales que atender primeramente. Por eso, la posibilidad de una acción militar es vista como remota. No obstante, Tsai ha incrementado las adquisiciones de armamento y ha impulsado una renovación tecnológica integral de las fuerzas armadas, apostando fuertemente al apoyo de EE.UU., con compras récord en los últimos años.

En conclusión, la tensión diplomática y militar entre China y Taiwán ha escalado notablemente. Si bien por ahora prima la racionalidad, eso no implica que ambas partes estén exentas de peligrosos errores de cálculo que podrían precipitar los acontecimientos. Además, hay muchos terceros involucrados, con intereses y estrategias diversas. Sin dudas, se trata de un escenario geopolítico que amerita ser observado con muchísima atención por los tomadores de decisión.

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