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Situación económica

¿Aterrizaje suave afuera y estanflación adentro?

Los inversores ya perdieron el "boom". Bajaron los bonos y subió el riesgo país. Y la Bolsa de Buenos Aires volvió a ser la peor de todas.

A costa de una gran pérdida de reservas y de emisión sin fin, Sergio Massa logró frenar la corrida parcialmente.
A costa de una gran pérdida de reservas y de emisión sin fin, Sergio Massa logró frenar la corrida parcialmente.
Luis Varela 06 febrero de 2023

Con volatilidad extrema, casi todas las bolsas del mundo cerraron el viernes pasado a la baja, con los cierres en los peores precios del día, con los inversores pidiendo la hora, para que terminara una montaña rusa que se parecía cada vez más a un tren fantasma.

La composición de la tendencia de las cotizaciones obedeció a varios factores. Con una inflación global que baja, pero muy lentamente, los bancos centrales ajustaron un poco más el cinturón. La Fed subió su tasa corta en 25 puntos básicos, hasta 4,75% anual. El BCE subió su tasa corta en medio punto hasta 3% anual. Y el Banco de Inglaterra la subió en 50 puntos básicos, hasta el 4% anual.

Casi todas las tasas cortas de los principales bancos centrales del mundo están en máximos desde 2008, el año de la última gran crisis financiera global (provocada por la burbuja inmobiliaria y eclosionada por la quiebra de Lehman Brothers, uno de los bancos de inversión más grandes de EE.UU., que operaba desde 1850, tras 158 años de historia.

Luego de la nueva suba de tasas cortas, los inversores especulativos siguieron convencidos de que con la última masa de despidos de las empresas más grandes, el pico del costo del dinero estaba cerca, por lo que podría ser altamente probable que la recesión se evitara, y no les creyeron a los jefes de los bancos centrales cuando dijeron "la suba de tasas va a seguir".

Un dato sorpresivo

Pero el viernes cayó un baldazo de agua fría. El viernes se conocieron impresionantes datos de empleo en EE.UU. Las nóminas no agrícolas aumentaron en 517.000 puestos de trabajo en enero, tras un incremento de 260.000 puestos en diciembre. Fue un número que estuvo casi tres veces por encima de lo pronosticado. Y si a alguien le quedaba alguna duda, los pedidos de ayuda por desempleo bajaron de 186.000 a 183.000, el nivel más bajo desde abril de 2020. Y la tasa de desempleo norteamericana cayó al 3,4%, la menor en 53 años.

Al mismo tiempo, durante jueves y viernes entraron balances trimestrales con cierre a diciembre en general mediocres, algo mejores de lo esperado, pero con las grandes empresas confirmando despidos masivos y perspectivas ("guidances" o guías) en general débiles, con muchos sectores ya sufriendo recesión, y con la amenaza de recesión global cierta.

Esta conjunción de tasas más altas, balances chatos y empleo a todo vapor plantea al menos dos posibilidades: que puede venir para la economía norteamericana un aterrizaje suave, quizás sin recesión. Pero a la vez el empleo firme puede derivar en inflación resistente, lo que puede obligar a la Fed a subir más la tasa corta y a mantenerla ata durante más tiempo. Hay operadores que ahora plantean que la tasa corta puede subir hasta 5,5% anual, lo cual es enemigo de todo valor que haya por ahí, incluso de los bonos privados y especialmente los emergentes.

Con esta nueva radiografía, varios bancos de inversión ratificaron sus últimos informes, el índice bursátil más diversificado del mundo, el S&P 500 de Wall Street, puede bajar de los 4.136 puntos actuales hasta 3.500 como mínimo, y si aparecen bancarrotas posiblemente hasta 3.000 puntos, si es que la crisis frena ahí, dependiendo de aparición de otros cisnes negros, entre ellos Putin, los globos chinos y el ataque de Afganistán a Pakistán.

De movida, todo ese combo provocó un inmediato cambio de tendencia en las tasas largas. El viernes esos valores se afirmaron : se pagó 4,8% anual a 1 año, 3,7% a 5 años, 3,5% a 10 años y 3,6% a 30 años. La tasa a 10 años de EE.UU. había bajado de 4,3 a 3,3% anual en 90 días, y acaba de volver al 3,5%. Y su impacto en las monedas fue inmediato: en el balance semana el dólar global abandonó su caída de más de dos meses y subió 2,9% contra la libra, 1,1% contra el yen, 0,7% contra el euro, 0,6% contra el franco suizo y 0,4% contra el real. Y atención que entre las monedas consideradas duras que más se debilitaron fueron la libra y el euro, cuyos bancos centrales esta vez endurecieron sus tasas mucho que la Fed.

Los activos en Argentina

En el mercado argentino, por supuesto, la película fue diferente. La inflación real no está siguiendo el relato de los precios justos de Massa o de la medición particular del Indec, que incluye esos precios justos que no están en las góndolas y ni siquiera llegan a los comercios de cercanía. El futuro billete con las caras de Grierson y Carrillo son unos US$ 5 de hoy, alcanza para comprar una hamburguesa con papas fritas. El temor de la gente aumenta, hay retiros de depósitos de los bancos, y la corrida cambiaria permanece intensa.

Con el mercado cambiario absolutamente intervenido, encepado, el BCRA perdió la semana pasada reservas por US$ 1.241 millones, y en las últimas cuatro semanas se le esfumaron US$ 3.812 millones. Se venían perdiendo reservas por US$ 857 millones por semana y entre lunes y viernes pasado volaron US$ 1.241 millones, 44,8% más. El caso es que Massa resolvió anclar el dólar y parar los dólares libres porque la inflación se va de cauce, y los ahorristas se tragan todos los dólares que el Gobierno entregue, sin importar el precio. Por eso la semana pasada el dólar MEP (el de las cajas de seguridad o del colchón) subió 1,3%, mientras que circunstancialmente lograron bajar 1,8% al blue y 2% al contado con liquidación. Pero van a tener que entregar muchos más dólares para que el tapón no vuele por los aires.

Caída de las commodities

Pero más allá de lo que pasa en el reducido mercado local, la circunstancia internacional le devolvió un repunte temporal al dólar global y volvió a aplastar a casi todo. El refugio principal preferido por los millennials actuó apenas sostenido: el bitcoin tuvo una suba semanal del 0,8%. Los refugios tradicionales se hicieron puré: el oro cayó 3,4% y la onza de plata se desplomó 5,9%. Y a pesar de la apertura china, el petróleo se hundió 7,3%. Y los metales básicos también sufrieron: el níquel cayó 5,8%, el cobre perdió 3,8% y el aluminio achicó 2,6%.

Con los granos operando con gran dispersión. Estuvieron débiles en Chicago, con la soja 0,4% abajo. Pero probablemente lo más particular fue lo sucedido en la Bolsa de Rosario: con los ecos de la sequía todavía en curso, llegaron las lluvias, se retienen animales, suben fuerte los productos para alimentarlos, se restringe la oferta para engorde, sube fuerte la carne, y venimos con un contexto en el que falta leche y harina, por lo que la carne y el pan enloquece al repetido plan de Massa. ¿Cuál fue la locura que tuvieron los precios de los granos en Rosario? El sorgo saltó 16,1%, el maíz trepó 6,6%, el trigo casi no operó, la soja (operada a futuro, ahora con lluvias) se hundió 7,3% y el girasol se desplomó 9,3%.

En la foto de este momento, a nivel internacional la tasa de interés corta sigue siendo negativa (en EE.UU. 4,75% contra 7% de inflación). En Argentina la tasa de los plazos fijos también es negativa: el BCRA insiste con que la tasa efectiva anual (si el dinero se renueva y se deja en el banco para siempre, sin sacar un centavo, paga 107% contra 95% de inflación). Pero los plazos fijos promedio tienen ahora una extensión de 39 días, ninguno llega a esa tasa efectiva, y por mes el plazo fijo paga 4,8% contra un IPC del Indec estimado en 5,8%. 

Massa, respaldado por el FMI, dice que por el freno en la economía este año la inflación será del 60%, pero los economistas invitados por el BCRA para que armen el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) ven para 2023 una inflación anual más alta que la de 2022, con el BCRA manteniendo las tasas al menos 20 puntos licuando todo.

Con esa estructura, se cortó el rally de los bonos: tras una suba notable, la semana pasada bajaron 0,6% y el riesgo volvió a subir 1.845 puntos, es el más alto desde el 20 de enero. Cuando anunció que recompraba deuda por US$ 1.000 millones, Massa dijo que era para bajar el riesgo país, y desde que lo dijo logró ponerle un tapón a algunos dólares libres (no a todos), pero el riesgo país subió. Y para ver si lograba parar el incendio, lanzó otra versión de precios  justos.

Bolsas a diferentes ritmos

Por encima de todo este enjambre, de la mano del ChatGTP (inteligencia artificial) que usan las tecnológicas y que les da más ventaja sobre las empresas de la economía real, las bolsas mundiales actuaron la semana pasada en consecuencia: el tecnológico Nasdaq subió 3,3%, Frankfurt avanzó 2,2%, Madrid 1,8% y Tokio 0,5%. Pero el Dow Jones Industrial de Wall Street cedió 0,2%, Chile bajó 0,7%, México perdió 1,3% y la Bolsa de San Pablo se desplomó 3,4%, con capitales privados saliendo de las primeras medidas de Lula. Y en los mercados centrales en permanente rotación, haciendo bajar las empresas de la economía real y sosteniendo las tecnológicas, con muchos cierres de movimientos en corto que complican aún más las cosas.

Y dentro de toda esa kermese, la Bolsa porteña fue la peor de todas. Tras un rally que viajó para el índice S&P Merval medido en dólares desde 337 a 473 puntos desde que renunció Guzmán hasta que Cristina dijo que no será candidata, y que luego (sin CFK) saltó de US$ 473 a US$ 663, la semana pasada la Bolsa de Buenos Aires cayó 5,9% en pesos o 4,1% en dólares. ¿Qué pasó? Además de la inflación y de las variables que se desequilibran, entraron los primeros balances trimestrales locales con cierre a diciembre: y sobresale una realidad, los resultados se van achicando, la baja en la actividad va afectando a las empresas. Mientras en el mundo la inflación cede y dudan si habrá recesión, en Argentina ya estamos en estanflación.

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