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Situación económica

La sequía pone en alerta al Gobierno y presagia un 2023 con más tensiones cambiarias

El frente cambiario luce endeble. Massa consiguió que ingresaran US$ 700 millones del BID y sigue buscando alternativas de financiamiento para tapar baches. Lejos quedaron las ideas de un repo o algo similar para juntar más dólares. Todo conduce a más cepos.

Sergio Massa
Sergio Massa
Leandro Gabin 21 octubre de 2022

Hay serias dudas en el mundo financiero con la suerte del "Plan Llegar" que tiene el equipo económico con Sergio Massa a la cabeza. En lo cambiario, las medidas del tigrense son vistas como parches para esperar a que lleguen dólares de algún lado y más represión a la demanda. El nuevo Sistema de Importaciones de la República Argentina (SIRA), que vino a suplantar al anterior Sistema Integral de Monitoreo de Importaciones (SIMI), paralizó al mercado y dejó a casi todos los demandantes de divisas fuera de juego.

"Cuando te querés anotar te tira error y es imposible hacerlo para poder operar. Es una vergüenza que pase esto", reseñó un importador. Se aplican filtros que terminan bochando a todos y por eso el Banco Central dejó de perder dólares en el mercado y empezó tímidamente a comprar.

"Dada la escasez de divisas, los controles se continuarán profundizando para las importaciones en general, no observándose un margen de maniobra considerable, incluso luego de aplicado el dólar soja. Este recorte continuará teniendo consecuencias negativas directas sobre los precios y limitará el crecimiento de la actividad", explicó la consultora que fundara Martín Lousteau, LCG. 

Pero la preocupación mayor es que el año que viene haya una sustancial baja de la liquidación por la sequía y las heladas. Un informe de IES dice que si bien en las dos últimas campañas el impacto de menores precipitaciones con respecto al promedio no afectó el volumen final recolectado, el ciclo 2022-2023 comienza "con los peores perfiles de humedad en dos décadas, que afectará los rindes". 

"Asimismo, se espera una menor utilización de fertilizantes (por suba de sus costos) y de utilización de tecnología, un factor que había atenuado el impacto climático en las dos últimas campañas. Además, la fuerte suba de costos de siembra y menores precios reducirá la rentabilidad de los productores, con lo cual se combinará un menor volumen con menores precios internacionales, reduciendo los ingresos del sector", alertan. 

El temor es que la liquidación de dólares del año próximo sea sustancialmente inferior y termine provocando otra crisis cambiaria en un 2023 que será movido por el escenario electoral. "Ojo que a Massa le puede pasar lo mismo que a (Mauricio) Macri. Con la diferencia que acá no tenés margen para nada porque tenés al BCRA vacío", sostuvo un productor agropecuario. En el 2018 Cambiemos dejó de recibir alrededor de US$ 8.000 millones por la sequía, algo que forzó una devaluación. 

El clima empezó a jugar cada vez más en contra y en la secretaría de Agricultura se encendieron todas las alarmas. Juan José Bahillo escuchó de boca de la Sociedad Rural la preocupación del sector. La Bolsa de Rosario redujo otra vez sus estimaciones de cosecha de trigo a 15 millones de toneladas. Automáticamente se perderían algo así como US$ 800 millones. 

Así las cosas, el frente cambiario luce de lo más endeble. Massa consiguió que ingresaran US$ 700 millones del BID y sigue buscando alternativas de financiamiento para tapar baches. Pero lejos quedaron las ideas de un repo o algo similar para juntar más dólares. Los bonos argentinos valen US$ 20 y no existen como un colateral de un préstamo. El plan que nunca arrancó terminó de caerse. 

Para la consultora Mecronomic, pisar las importaciones seguirá siendo el mecanismo elegido para cuidar las reservas acumuladas por efecto del dólar soja. "Esta política no es ajena al enfoque global que el Gobierno viene aplicando en materia de implementación de su política económica que consiste, básicamente, en parches sectoriales y diferenciales para atender situaciones específicas, sin un plan integral que permite un real abordaje sistémico de la problemática", dice.

El Plan "Aguantar" o "Llegar" se viene profundizando con cada nueva medida y pareciera que Massa no tiene margen para hacer algo distinto. Algo similar a lo que ocurre con la inflación, el otro flanco débil de la gestión.

Sin ancla, el Gobierno le pone límites a los pedidos de paritarias descontrolados como Camioneros que pedía un incremento del 131%. Kelly Olmos salió a frenarlos pero desde algunos sectores del kirchnerismo ya empiezan a criticarla. Por ahora la orden es frenar esa clase de pedidos y lanzar bonos y ciertas ayudas que puedan contentar a los trabajadores y que no pongan en peligro que el sindicalismo amigo se canse.

La calle está demasiado tranquila para tener una inflación de 90% o más e índices de pobreza escandalosos. Cristina lo sabe pero ya empezó a esmerilar la figura de Massa y el ajuste del FMI. “No vamos a ponernos del lado de las empresas y del Fondo. Ese es un límite para nosotros. Si hay que subir las salarios porque hay inflación, es precisamente lo que hay que hacer”, explicaban desde un sector del cristinismo que entiende que sin mejora del poder adquisitivo, las chances del 2023 son nulas.

Como recuerda el politólogo Lucas Romero, la Argentina sufre uno de los procesos de deterioro del salario real más profundos de su historia, pero tenemos la paradoja de la conflictividad sindical más baja de los últimos 15 años en términos de cantidad de paros, huelguistas en paro y jornadas perdidas por paro. Massa busca preservar ese delicado equilibrio. 

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