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¿Qué pasa que los precios internacionales no traccionan?

Es el Estado, estúpido (que funciona muy mal)

Hacer funcionar bien al Estado es el más mayúsculo desafío que va a enfrentar el que asuma en diciembre del 2023

El precio internacional de la soja y el trigo vuela, pero no se observa que haya una bonanza como la del 2012.
El precio internacional de la soja y el trigo vuela, pero no se observa que haya una bonanza como la del 2012. Archivo
Jorge Colina 08 junio de 2022

Los precios internacionales de la soja y el trigo vuelan. La soja está en US$ 620, nivel que tuvo en agosto del 2012, momento culmine de la última bonanza. El precio del trigo está en US$ 380, nivel que es el segundo más alto de los últimos tiempos, asimilable al de febrero del 2008 (el más alto fue en marzo del 2008 con US$ 400).

Sin embargo, no se observa que haya una bonanza como la del 2012. El comercio exterior según datos del Banco Central, en el 1° cuatrimestre de 2022 está en exportaciones por US$ 27.000 millones, importaciones por US$ 22.000 millones y un balance comercial de US$ 5.000 millones. El año pasado, estos mismos números eran US$ 23.000, US$ 16.000 y US$ 6.000 millones, respectivamente. Aumentaron. Pero está lejos de ser una bonanza.

Es más, cuando se mira las reservas internacionales, la situación es hasta más precaria. Las reservas internacionales del Banco Central eran, en diciembre de 2021, de US$ 40.000 millones. En febrero, antes que Rusia invadiera Ucrania, habían bajado a US$ 37.000 millones. En mayo terminaron en el mismo nivel que febrero. O sea, no aumentaron nada a pesar de la enorme oportunidad que da la guerra de Ucrania

En rigor, la situación es todavía peor. Porque en marzo, el Banco Central recibió una entrada de US$ 6.500 millones desde los organismos internacionales (fundamentalmente, el FMI) y mayo cerró con US$ 4.500 millones de estos fondos. Por lo tanto, el Banco Central no sumó ningún dólar neto a sus reservas y se gastó US$ 2.000 millones de lo que le entró en marzo desde los organismos internacionales (FMI). 

¿Qué pasa que los precios internacionales no traccionan?

El Estado funciona muy mal. 

  • Botón de ejemplo: escasez de gasoil justo en el momento de la cosecha de la soja. Según la cámara de empresas transportistas (Fadeeac) en 8 provincias hay muy bajo o nulo suministro de gasoil (norte y Entre Ríos y Santa Fe), en 7 provincias el suministro es de 20 litros por camión, en otras 4 pueden llegar a cargar hasta 50 litros. Sólo en 5 provincias habría suministro normal, que son las de la Patagonia, pero allí no hay soja. Argentina era exportadora de combustibles y hoy importa gasoil por las malas políticas de combustibles.

El problema no se termina en la falta de gasoil. También están los Derechos de Exportación que, sumados al “cepo” cambiario, hacen que por cada dólar exportado el productor de soja reciba 37 centavos de dólar. Sobre este exiguo monto hay que aplicar la presión impositiva del resto de los impuestos (IVA, Ganancias, Ingresos Brutos, tasas municipales, impuesto al cheque, cargas sociales e impuesto a los combustibles) que llegan a ser 25% más. 

La propia existencia del “cepo” es el resultado de la impericia del Estado. Quiere que el dólar cueste $115 (por eso el “cepo”), cuando la emisión monetaria para financiar su desorden, que no la puede financiar con su alta presión impositiva, hace que cueste más de $200 en el mercado paralelo.  

Lo que termina sucediendo es que hay una intensa actividad de subfacturación de exportaciones y sobrefacturación de importaciones (para eludir el “cepo”) que termina filtrándose al dólar paralelo lo que explica que el blue esté tranquilo en $200. En el fondo, a pesar de la ineptitud del Estado, gracias a Ucrania, el dólar paralelo está quieto.

En el 2012 se descubrió Vaca Muerta. El consenso era que con esta bendición la Argentina iba a multiplicar su riqueza. Esto justificó la muy desprolija estatización de YPF. El gasoducto que llevará el gas de Vaca Muerta a todo el país y al mundo se llama “Néstor Kirchner”. Pasaron 10 años y el gasoducto tiene sólo el nombre y la culpa por el despido de un ministro de Desarrollo Productivo. 

Ministro que no fue despedido porque no hizo el gasoducto, sino porque sugirió que dentro de su Gobierno estaban planeando hacer preferencia por una empresa argentina en la compra de los caños para el gasoducto. 

  • ¿Qué fallo? Recuento: YPF se estatizó muy mal (a la larga costó más de los que la empresa valía), no se hizo el gasoducto y, por ahora, no hay perspectivas de que se haga. Viene una crisis energética mundial, Argentina tiene que importar el gas que, en teoría, tiene bajo la tierra. Explicación: hay Estado, que cobra muchos impuestos (ahora inventó otro que se llama a la Renta Inesperada), pero funciona muy mal. 

Se puede tener soja, trigo, precios internacionales que vuelan, reservas de petróleo y gas infinitas bajo la tierra, pero si el Estado funciona mal, la economía va a funcionar mal y la gente la va a pasar mal. Las sociedades no prosperan por sus riquezas naturales sino por la calidad de sus instituciones. Y a las instituciones de calidad las que tiene que hacer y proteger el Estado.

Bill Clinton le diría a los argentinos: “Es el Estado, estúpidos”. Habría que agregarle “… que funciona muy mal”. 

Hacer funcionar bien al Estado Argentino es el más mayúsculo desafío que va a enfrentar el que asuma en diciembre del 2023.

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