El Economista - 70 años
Versión digital

mar 21 May

BUE 13°C
Escenario

Crecimiento 2023: desafíos, resiliencia y perspectivas

Está claro que la economía argentina no mostrará un crecimiento en 2023, pero observamos que la evolución de la actividad económica ha superado las expectativas del mercado en tres de los últimos cuatro trimestres.

Crecimiento 2023: desafíos, resiliencia y perspectivas
14 julio de 2023

Por Francisco Ritorto y Christian Naud *

En el primer trimestre del año, el PIB en términos desestacionalizados mostro un crecimiento preliminar de aproximadamente 0,7%, a diferencia de las estimaciones iniciales que pronosticaban una caída cercana al 0,5% con respecto al último trimestre de 2022. 

Podemos decir que, con sequía de por medio, la economía logró evitar lo que formalmente se conoce como una recesión -definida como al menos dos trimestres consecutivos con caídas del producto- y pudo mantenerse en niveles similares al segundo trimestre de 2022.

La expansión del consumo privado (crecimiento de 6% interanual) fue el principal impulsor, ya que la inversión experimento una leve disminución de 0,6%. 

Por su parte, las exportaciones registraron una caída del 6% interanual y las importaciones un crecimiento del 2,9% interanual, lo que ayudó a amortiguar el impacto negativo en el producto, pero implicó una pérdida de US$ 3.002 millones de reservas durante dicho periodo. 

A pesar de esto, las expectativas del mercado desde principios de este año esperaban una desaceleración de la actividad económica, principalmente por el impacto bruto de la sequía en la economía.

Puesto en números, el impacto directo de la sequía llegaría a aportar en el segundo trimestre una caída aproximada de 9 puntos porcentuales del producto, impacto que se reduciría aproximadamente a 3 p.p. si se considerara el total del año, sumado al impacto indirecto sobre el resto de las actividades relacionadas.

Sin embargo, el resto de los rubros vienen mostrando signos de crecimiento. Tal es el caso del comercio o la industria y, contra todo pronóstico, la actividad económica ha respondido mejor de lo esperado, haciendo parecer que los resultados negativos estén tardando en llegar.

De hecho, uno de los sectores que ha mostrado una dinámica más sólida en comparación al resto es la industria manufacturera. En mayo de este año la industria acumula un crecimiento de 2,1% desestacionalizado en comparación al mismo periodo del año anterior.

En 2023, la industria manufacturera ha sido impulsada principalmente por tres sectores: industrias metálicas básicas (13,7% interanual), refinación de petróleo (12,1% interanual) y automotores (10,5% interanual).

Entre todos estos sectores, la industria automotriz ha experimentado un sólido crecimiento gracias a la creciente demanda tanto interna como externa. Según datos de Adefa, en comparación con el primer semestre de 2022, la producción aumentó 21,4% interanual, mientras que las exportaciones registraron un incremento del 8,6% interanual.

En general, la industria ha demostrado una resiliencia que ha superado las expectativas del mercado y ha contribuido, junto con otros factores, a mantener la actividad hasta ahora. Aun así, surgen señales mixtas que plantean dudas sobre la sostenibilidad de esta dinámica para el resto del año.

Por un lado, el consumo ha mostrado un buen desempeño hasta ahora. En efecto, vemos que los indicadores líderes del consumo como pueden ser la recaudación por IVA DGI y Créditos y Débitos acumulan una variación real positiva de 8% y 1,5% respectivamente en el primer semestre. 

Además, la confianza de los consumidores relevada por la UTDT presentó un crecimiento de 28% en lo que va del año y hoy se ubica en valores similares a julio de 2020. 

Sin embargo, en términos históricos, la confianza del consumidor se encontraba en niveles muy bajos, incluso por debajo del piso registrado en 2012. 

En tanto, la inversión, captada tanto por las importaciones en cantidades de bienes de capital (-12,2% acumulado a mayo de 2023 contra mismo periodo de 2022) como por el debilitamiento de la construcción, (-2,4% sin estacionalidad en comparación con el mismo periodo del año anterior), muestra tendencias opuestas a las de la industria manufacturera. 

Esto mismo comienza a reflejarse en los primeros indicadores de actividad de abril (EMAE) donde se registró una caída del 1,9% desestacionalizado en comparación con el mes anterior, principalmente por el efecto de la sequía, ya que es durante este trimestre cuando la actividad agropecuaria es más intensa.

Bajo este escenario, las perspectivas para el segundo trimestre muestran un deterioro ulterior del nivel de actividad en términos desestacionalizados. Podemos esperar que en el primer semestre del año la economía presente un ritmo cercano a cero y seguramente experimente una caída del producto en la segunda mitad.

No obstante, las perspectivas de crecimiento para 2023 parecen ser más pesimistas que la realidad y, por el momento, no resulta sencillo determinar si efectivamente la actividad se verá tan afectada como se prevé.

Igualmente, hay ciertos factores presentes que indican un probable freno en la actividad. 

La falta de generación de divisas en un contexto de escasez de reservas internacionales, aumenta las probabilidades de un agravamiento en las restricciones al acceso de divisas para importaciones. 

Estos elementos intensifican las tensiones cambiarias, especialmente en un contexto electoral donde la población es un demandante neto de divisas. Por ello mismo, es clave el acuerdo con el Fondo, de forma tal de evitar que esta dinámica afecte a los sectores industriales y consecuentemente, se arrastre a la actividad en general. 

Considerando las perspectivas negativas en torno al sector agrícola, resulta bastante probable que la economía se desacelere en este final de la primera mitad del año. Dado el escenario descrito hasta ahora, nuestra previsión de la actividad se sitúa en torno a una caída del 2,4%.

En este caso, la economía necesitaría recuperar un ritmo de crecimiento -desestacionalizado- en el segundo semestre de aproximadamente 3% trimestral para evitar una caída. Una posibilidad que, por el momento, resulta difícil de que ocurra dada las distintas restricciones a las que se enfrenta y enfrentará la economía en la segunda mitad del año.

En síntesis, está claro que la economía argentina no mostrará un crecimiento en 2023, pero observamos que la evolución de la actividad económica ha superado las expectativas del mercado en tres de los últimos cuatro trimestres.

¿Cómo sigue la puja desempeño versus expectativas? Para responder esta pregunta, habrá que monitorear las perspectivas de la cosecha de la campaña agrícola 2023/24 junto con la explotación de gas a partir del nuevo gasoducto que permitiría mejorar el balance comercial e implicaría una mejora en las expectativas de que entren divisas antes de lo esperado, aportando de manera positiva en el último trimestre.

Adicionalmente, la consolidación electoral debería estar jugando a favor de las perspectivas actuales. La puesta en escena de los candidatos más market-friendly en todo el espectro electoral presenta un horizonte más despejado gracias a los posibles resultados electorales, en donde el riesgo de un candidato anti-mercado son prácticamente nulos.

Las previsiones podrían ser mejores incluso si en el escenario electoral culmina con un candidato que presente un plan consistente, lo que podría implicar un anticipo de flujos de capitales logrando mejorar las perspectivas sobre la actividad para el cierre del año.

* Economistas de ACM

Seguí leyendo

Enterate primero

Economía + las noticias de Argentina y del mundo en tu correo

Indica tus temas de interés