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Como hace un año, el Covid les da fuerza al dólar y al Bitcoin

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Luis Varela 31 marzo de 2021

Por Luis Varela

Tal como ocurrió hace exactamente un año, cuando el mundo constataba que el Covid-19 se transformaba en una pandemia global, amenazando vidas y niveles de actividad económica, el nuevo rebrote del virus que se está viviendo en estas horas, con cepas nuevas, más veloces y agresivas, está generando el mismo movimiento: una huida de los inversores, abandonando activos más riesgosos o difíciles de vender, y tomando posición en activos muy líquidos, que sirvan para pagar cosas y que tengan garantía casi absoluta de que no van a dejar de pagarse.

Con esa condición, los bonos largos de Estados Unidos, con tasas a vencimiento del 0,9% en títulos a 5 años de plazo, del 1,7% en papeles a 10 años y del 2,4% a 30 años, se están convirtiendo en una verdadera aspiradora de capitales que, a contramano de todos lo que se decía hace tres meses, están convirtiendo al billete verde norteamericano nuevamente en un súper dólar, tanto que en Japón su precio saltó de 103 a 111 yenes, en la Unión Europea pasó de 0,80 a 0,86 euros, en Brasil de 5 a 5,77 reales e incluso se acaba de torcer en China, donde trepó de 6,42 a 6,57 yuanes.

Pero según advierten los analistas, este traspaso de capitales desde otras divisas fuertes hacia posiciones dólar no obedece únicamente al rendimiento de los bonos largos, sino también a otros factores. Por ejemplo, la presidencia de Joe Biden está vacunando a la población norteamericana a gran velocidad: ya lleva inoculadas a 145,8 millones de personas, el 44% de los habitantes del país. Y además, de ese claro avance respecto de muchas otras naciones, también acaba de avisar que subirá impuestos y que hará un gigantesco plan de obra pública para que el crecimiento de este año del PIB estadounidense sea todavía más grande que el notable 7% esperado.

Por supuesto, contra esa realidad hay un número que asusta: al cierre de ayer Estados Unidos anunció que ya lleva acumuladas por el Covid-19 564.083 muertes en dieciséis meses de pandemia, por lo que ese valor se está acercando a un número que hasta ahora era inimaginable: los 650.000 muertos que sufrió ese país por la pandemia de influenza, entre 1918 y 1920. Lo cual plantea que este súper dólar por ahora se ha transformado en un imán, pero habrá que ver si es un foco de atracción apenas temporal, que quizás no se pueda sostener en el tiempo.

Las commodities

Más allá de que muchos analistas sigan afirmando, como dicen desde diciembre, que en todo 2021 el dólar retrocederá contra otras monedas, en la foto de hoy está reinando. Y efectivamente en la coyuntura de ayer le propinó un golpe duro a casi todos los valores. Logró que el petróleo cayera 2%. Hizo que los metales preciosos se hundieran entre 1,5% y 2,2%. También afectó en igual medida la cotización de todos los metales básicos. Y le dio una estocada aún mayor a los granos, con achiques de precios que fueron desde el 1,5% en el maíz hasta el 2,6% en el trigo.

El único panel que se viene resistiendo con gran éxito a este momento de gran firmeza para el dólar internacional es el de las criptomonedas. Ayer el Bitcoin, valor estrella del sector, mejoró otro 2%, haciendo que vuelva a levantar cabeza. El bitcoin había llegado hace apenas dos semanas a su récord de US$ 61.300, luego cayó a US$ 49.800 haciendo que muchos millennials quedaran atragantados, pero ayer volvió a US$ 58.623, luego de que PayPal y Visa lo confirmaran que lo aceptarán para sus transacciones de pago.

¿Es esto sólido y permanente? Los analistas consultados afirmaron que Estados Unidos tiene espaldas como para realizar un impulso fenomenal a su economía y su moneda tiene el aval de media humanidad, ya que varias veces, cuando hubo inflación, llegó a subir sus tasas hasta niveles del 15% anual (en 1981 por ejemplo) y jamás dejó de cumplir ni un solo milisegundo en los pagos de sus compromisos. Con ese respaldo, los inversores van al dólar con los ojos cerrados, sabiendo además que tenerlos les garantizará tener valores para comprar todas las cosas que necesiten.

El lugar de Argentina

Frente a esa situación de cumplimiento eterno, Argentina está colocada exactamente en las antípodas. Y ayer la jueza neoyorkina Loretta Preska, heredera de las causas del otrora tristemente célebre Thomas Griesa, revisó la causa por el pago de los cupones PIB de la deuda argentina, desestimando los argumentos con los que el país pretendía rechazar la demanda.

Resultado, mientras el Ministerio de Economía mantiene 25 cepos para que los pocos dólares no se evaporen, Martín Guzmán está logrando mantener una pax cambiaria que ya dura seis meses, con la menor brecha cambiaria en un año, pero con una condición muy peligrosa: ahora ajusta los dólares oficiales a un ritmo mensual del 2,3%, casi un punto y medio por debajo de la inflación, por lo que la Argentina está sumergida en este momento en una inflación en dólares que debilitará aún más exportaciones que siguen sin despegar.

Con esa condición, mientras las bolsas del mundo están lateralizando, viendo de qué modo se apaga o se extiende un virus todavía desconocido en muchas de sus facetas, la Bolsa de Buenos Aires logró ayer mejorar, desde precios que están en el décimo subsuelo, pero con volúmenes de negocios ciertamente insignificantes. Al tiempo que los bonos volvieron a perder precio, por lo que la tasa a vencimiento del bono más corto del canje ya roza un récord histórico del 22% anual, mientras el riesgo país saltó otros 17 puntos, logrando el cierre récord desde que se hizo la restructuración hace ocho meses: 1.607 puntos básicos.

En medio de esto, por supuesto, la gran preocupación del momento tiene que ver con el aumento de los contagios por las nuevas cepas, y la ola de contagiados y muertos que sufren los países vecinos, con hospitales en algunos casos colapsados. Al tiempo que a 18 semanas de las PASO, ayer el Gobierno convocó a un ala de la oposición a la Casa Rosada para postergar las elecciones, llevar las primarias a septiembre y las generales a noviembre.

Con el virus y las PASO en discusión, los números financieros pasaron a ser casi para el bostezo. En el exterior el dólar subió 0,5% en Japón, 0,4% contra el euro y 0,2% contra la libra, pero bajó 0,2% en Brasil y México y cedió 0,6% en Chile. Y a nivel local, mientras el BCRA adjudicó otros $287.893 millones de en Leliq al 38%, con los bancos pagando 37% por los plazos fijos, los dólares mostraron alguna variación, apenas. El dólar turista cerró sin cambios, a $161,06, el oficial cerró sin cambios a $97,61, el blue bajó $1 hasta $141 y el mayorista subió 5 centavos hasta $91,96.

El Banco Central sumó US$ 50 millones en las reservas que ahora llegan hasta US$ 39.521 millones. El dólar MEP saltó $1,91 hasta $140,61 y el contado con liquidación subió 89 centavos hasta $147,05. La brecha entre el dólar oficial y el blue fue del 44,4% y la del CCL con el mayorista fue del 59,9%. Y, medidos en pesos, el real subió 6 centavos hasta $15,96, la libra bajó 23 centavos hasta $126,27 y el euro bajó 39 centavos hasta $107,75.

Conocida la baja de los bonos, la bolsa de Nueva York mostró una baja de apenas 0,2% en sus índices, mientras que las Bolsas latinoamericanas estuvieron un poco mejor, porque los precios de las materias primas bajaron pero todavía son altos. Y en el mercado bursátil local, con pocos negocios, $489 millones operados en acciones y $1.137 millones en Cedears, la Bolsa de Buenos Aires logró subir 1,8%.

En suma, la situación financiera argentina parece estancada. El mercado cambiario está bajo control, con Guzmán gastando reservas o bonos cada vez que los dólares muestran los dientes. Hoy debería haberse producido el vencimiento del impuesto a la riqueza, pero ese pago fue postergado hasta el día 16, y ya se acerca el momento de la gran liquidación de la cosecha gruesa, lo cual le dará más fuerza para enfrentar cualquier embestida a favor del dólar.

Por lo que se ve, la gran discusión que centrará las cosas de acá a cuando se hagan las elecciones, el día que se hagan, será por supuesto la inflación, y no el dólar. Pero el gran tema de fondo será la ausencia de empleo nuevo. Sin cambios de política económica de ningún tipo, la inversión privada sigue mirando para otra parte. Y sin inversión, no habrá empleo.

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