Los cortocircuitos entre los dirigentes de San Lorenzo, los nuevos dirigentes, y Rubén Darío Insúa no eran desde ahora; venían desde hacía rato. Lo curioso es que Marcelo Moretti, el presidente del "Ciclón", se valió de la figura del "Gallego" para ganar las elecciones. Y hasta hipotecó económicamente al club al firmar un contrato por dos años que ahora deberá pagar como corresponde (se habla de más de US$ 600 mil).
Nadie le pedía tanto a Moretti. Si bien era lógico renovarle el contrato a Rubén, la sobreactuación de hacerlo hasta diciembre de 2025 era innecesaria. Y mucho más si cuatro meses después de la firma lo terminó echando por tres derrotas consecutivas (Boca, Defensa y Justicia e Independiente del Valle de Ecuador).
Aquella firma por dos años fue jueguito para la tribuna y ahora le saldrá carísimo al club. O sea que el presidente arrancó mal pisado su gestión, que comenzó en diciembre del año pasado.
¿Era el momento para despedir a Insúa? Claramente no. Más allá de que el equipo arrancó mal el año, esta no era la oportunidad para cambiar al capitán del barco. San Lorenzo está jugando la Copa Libertadores después de cinco años de ausencia (lo clasificó el "Gallego") y le quedan cuatro partidos para resolver el grupo. Hasta ahora había disputado dos: el empate injusto con Palmeiras de Brasil (en el mejor partido que el equipo jugó en el año) y la derrota ante Independiente del Valle (en el peor partido que el equipo jugó en el año).
Todavía todo estaba abierto. Le quedaban dos partidos con Liverpool de Uruguay y uno con Palmeiras (de visitante) e Independiente del Valle (como local) en la Libertadores. Con ocho puntos de los 12 que quedan en juego, pasaría de ronda. O sea que todavía se podía enderezar la clasificación, más allá de que ahora está complicada.
¿Por qué no era el momento de cambiar? Porque nada garantiza que un nuevo entrenador le dará a San Lorenzo un cambio de aire. Por ahí Luis Zubeldía, Ariel Holan o Gabriel Heinze, los nombres que suenan como candidatos para reemplazar al "Gallego", consiguen algo bueno, pero no hay certezas.
La decisión evidentemente responde más a cuestiones políticas que a futbolísticas. Y eso es grave. Que a un entrenador se le renueve el contrato o se lo eche por asuntos políticos no está dentro de los parámetros para juzgar su trabajo. Y el destino de Insúa se decidió por asuntos que poco tenían que ver con lo que pasaba en la cancha. Fue una decisión de Moretti. Y cuando se toman de esta manera, todo tiende a irse al demonio. Porque los presidentes no son los dueños de los clubes. Los socios le prestan el poder por un rato.
En esto anda San Lorenzo ahora. A la deriva con un partido decisivo dentro de diez días. El próximo martes 23 se juega su futuro en el torneo continental ante Liverpool como visitante. Un mal resultado lo deja afuera de la Copa Libertadores y puede marcar el futuro de la presidencia de Moretti de aquí en adelante. Echarlo a Insúa fue una jugada arriesgada. En un club que tiene la mecha corta para tolerar los caprichos de los dirigentes.