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Votar con un invento medieval

Las excentricidades, como proponer la adopción del VDUSM, pueden llamar la atención de la prensa y los incautos. Pero es una pésima idea.

Congreso
Congreso Esteban Collazo
Miguel De Luca 19 enero de 2024

La votación de parlamentarios en distritos uninominales y a simple mayoría (en adelante VDUSM) la inventaron los ingleses en la Edad Media para seleccionar a los "dos caballeros por cada condado" y a la pareja de delegados por "cada burgo y ciudad" que debían conformar el Parlamento. Y con pocos cambios la usan hasta hoy, como mantienen la monarquía, el common law y el manejar con el volante a la derecha.

Tanta longevidad no descansa únicamente en el empeño por conservar tradiciones. La VDUSM hace gala de dos encantos políticos: simpleza y gobernabilidad. Hay una sola banca en juego y la gana quien saca más votos. Si los votantes no consagran una mayoría parlamentaria, el sistema se encarga de fabricarla. No hace falta un politólogo para explicar este par de ventajas.

Por eso no es casual que países con un pasado colonial inglés todavía usen la VDUSM para elegir a sus asambleas legislativas nacionales: Estados Unidos, Canadá, India y algunas islas del caribe como Barbados, Jamaica y Trinidad y Tobago. Pero fuera de este universo ligado por historia, política y cultura la VDUSM goza de mucha fama y poco éxito. 

La gran mayoría de las democracias del mundo votan actualmente con reglas de representación proporcional o con sistemas mixtos. Incluso más: antiguos dominios británicos hace tiempo abandonaron la VDUSM. 

  • Australia lo cambió por el voto alternativo en 1918, Irlanda por el voto único transferible en 1922, Nueva Zelanda por un sistema proporcional en 1993. Tampoco es moda dentro de las propias islas que lo idearon: no se usa para elegir a los representantes de los parlamentos de Escocia y Gales creados en 1999, ni de la Asamblea de Londres inaugurada en 2000.

En el Reino Unido en 2010 los Liberal-Demócratas le arrancaron a sus entonces socios de coalición, los Conservadores, un referéndum para reemplazar la VDUSM por el voto alternativo. Dos tercios rechazaron la propuesta en 2011, pero la asistencia a las urnas apenas llegó al 40%.

Y en diciembre de 2023 dos especialistas norteamericanos, Scott Mainwaring y Lee Drutman, publicaron un paper con este rotundo subtítulo: ¿Por qué la Cámara de Representantes de los Estados Unidos debe adoptar la representación proporcional?

En breve, en el mundo a la VDUSM no la ven. ¿Por qué? Porque es 2024. Los electorados ya no están compuestos por comunidades pequeñas, simples y homogéneas basadas en una economía agraria. Hoy votan millones de personas, con intereses, identidades y expectativas bien distintas, que esperan tener su voz en los parlamentos. La VDUSM premia con banca en cada distrito a uno solo, que a veces ni tiene el apoyo de una mayoría de electores. En cambio, los sistemas proporcionales reparten premios para todos los partidos: la cantidad de bancas refleja el porcentaje de votos conseguidos.

Y no es sólo una cuestión de representación, sino de pragmatismo político. Con VDUSM la competencia es a todo o nada: las victorias se festejan hasta el amanecer, pero las derrotas duelen un montón. Con representación proporcional, nadie gana ni pierde mucho en relación a los votos que obtiene.

El impresionante progreso de los medios de transporte y de comunicación y el cambio en los hábitos de residencia, trabajo y consumo también transformaron la relación entre política y territorio. Del correo y los largos viajes a caballo por caminos rudimentarios a autos, trenes, aviones, TV, celulares y redes. Ciudades dormitorio, home office y centros comerciales. Todos estos fenómenos interpelan a los sueños del "diputado propio, del vecino que conozco". Y, también, abren la oportunidad para debatir la misma idea de la representación (¿personal o de organizaciones partidarias?) y la función de los parlamentarios (¿delegado del distrito, fiduciario o político?, ¿generalista o especialista?).

La VDUSM porta otros problemas sobre los que puede profundizarse en bibliotecas especializadas o consultando a su politólogo de cabecera. Van dos de muestra.

Primero, imposibilita o dificulta la representación legislativa de las mujeres. Según datos actualizados de Inter-Parliamentary Union el porcentaje de mujeres diputadas en Argentina es 44,8%, similar a otros países que usan representación proporcional como Suecia (46,4%) y España (42,4%). En cambio, la presencia de mujeres legisladoras en países con VDUSM es bastante más baja (Reino Unido 34,5%, Estados Unidos 29,4% e India 15,1%). 

Segundo, con la VDUSM el trazado de cada distrito electoral puede ser objeto de manipulación partidaria para beneficiar a unos y perjudicar a otros. Lo que en la jerga se llama gerrymandering por Elbridge Gerry, el gobernador de Massachusetts que lo inventó en 1812. El gerrymandering provee de un próspero trabajo a miles de politólogos, demógrafos, geógrafos y abogados, pero genera conflictos graves en los tribunales y las legislaturas estaduales, que son las encargadas de aprobar cada nuevo dibujo de los distritos. 

La política argentina, en especial en términos de representación política, tiene algunas importantes complicaciones: por ejemplo, proliferación de micropartidos y de cuentapropistas políticos, derroche en el uso de fondos públicos, fragmentación a nivel legislativo nacional (pero no en el plano electoral). 

Sin embargo, ninguno de estos fenómenos se resuelve con una reforma del sistema electoral, sino con cambios en las leyes de partidos políticos y de financiamiento partidario y con modificaciones en los reglamentos de las cámaras del Congreso. 

Las excentricidades, como proponer la adopción del VDUSM, pueden llamar la atención de la prensa, de incautos y de esperanzados en el cambio de la política vernácula. Pero es una pésima idea.

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