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Lousteau, Macri y los K votan juntos contra los mileístas

En las democracias, el espionaje es controlado por los opositores. Sorprenden las críticas por consagrar ese principio republicano en el Congreso.

Lousteau, Macri y los K votan juntos contra los mileístas
Lousteau, Macri y los K votan juntos contra los mileístas
Oscar Muiño 22 agosto de 2024

A los peronistas nunca les gustó y los liberales gubernistas repiten argumentos de regímenes de facto a los que sus antecesores apoyaron.  Hablamos del control de los actos de gobierno, claro.

En las naciones democráticas los límites al Poder Ejecutivo corresponden al Congreso y a los tribunales. Secundariamente, a auditorías, tribunales de cuentas, representantes opositores en organismos públicos, etcétera.

Las zonas más oscuras son, muchas veces, los servicios de inteligencia. Todo republicano debiera festejar que la Comisión Bicameral de Fiscalización de los Organismos y Actividades de Inteligencia quede en manos de la oposición.

Que en los años anteriores no haya habido tal control parlamentario es un defecto que acaba de ser subsanado. Diversos presidentes buscaron triscar con discrecionalidad para fines habitualmente non sanctos. Fondos sin control que podrían ser desparramados hacia funcionarios, jueces, legisladores, otras áreas estatales, periodistas y trolls.

Los peronistas reclaman mejor República cuando están en la oposición, igual que muchos supuestos republicanos, cuya prédica institucional se esfuma cuando gobiernan sus amigos.

El único principio para un verdadero demócrata es admitir el control. No hay duda que una comisión tan delicada como la que sigue a los organismos de inteligencia debe estar en manos de la oposición. La única discusión debiera ser qué opositor.

La historia muestra que la UCR y la Coalición Cívica, al igual que el socialismo y algunas fuerzas menores, se han caracterizado por poner el énfasis en el respeto de los principios republicanos en el aparato estatal y la división de poderes. Tranquilizador que un radical presida la supervisión sobre el espionaje.

Desde el punto de vista práctico, además, el arte en todo Congreso pluripartidista es el armado de mayorías para aumentar el poder propio dentro de las posturas de principio y programáticas de su partido. Lo de Martín Lousteau es un éxito: con pocos votos propios, logró apoyos externos que le garantizaron ocupar ese lugar de importancia política e institucional.

La primera victoria que cosecha un radical. El otro camino ha venido siendo acompañar propuestas ajenas sobre programas ajenos con candidatos ajenos. Sin embargo, han estallado protestas airadas.

Las quejas del más acá

Funcionarios, congresistas, periodistas, empresarios y otras figuras de peso en la vida social se han escandalizado de no ver un oficialista en el control. Se promueve el siga, siga...

"Artero movimiento de pinzas" entre los K y la UCR repudió Perfil, habitual crítico del mileísmo y defensor de los equilibrios del poder. Un extraño comentario.

Los reclamantes rezongan por no haber elegido a legisladores complacientes ¡para controlar espías! Asombroso hasta dónde puede llegar el extravío cuando uno pierde noción de su espacio en el universo, su imaginario, y la representación social, política e ideológica a la que aspira.

En una democracia, todos los legisladores tienen idéntica representatividad. Y como democracia supone que nadie posee la verdad absoluta, se trata de juntar los votos, con inevitables concesiones al Otro.

Subyace una teoría extravagante -y antidemocrática - según la cual ciertos sectores no pueden hacer acuerdos que le están permitidos al resto. En este caso, el gobierno busca y consigue con frecuencia el voto de congresistas justicialistas. Pero no tolera que otro lo haga. Y exige, en veta autoritaria, que lo sigan legisladores ajenos, electos por el PRO o la UCR.

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El absurdo aumenta cuando supuestos voceros de un partido -en este caso, el radical- critican haber conseguido un cargo de importancia en la estructura institucional de control, tarea primordial de los partidos votados para estar en la oposición. En este caso, Lousteau no es criticado por sus defectos -que los tiene - ni sus errores -que existen- sino por marcar para su partido el lugar en que lo puso el voto popular. Y, al mismo tiempo, lograr acuerdos que permitan incrementar el poder de su fuerza.

Un grave error de Lousteau fue el inverso: promover a Rodrigo de Loredo como presidente del bloque de Diputados en lugar de Facundo Manes, una figura que puede competir por un liderazgo nacional con Lousteau, pero converge en la visión crítica hacia el gobierno de LLA. El error fue no advertir que De Loredo sostendría una política inversa a la del propio Lousteau. Y es el favorito de la propaganda mileísta para mantener el vasallaje sobre la UCR.

De Loredo lleva a la UCR a un seguidismo oficialista. Para sostenerse, la Junta Electoral que controla ha prohibido la participación de los anti-mileístas en la interna radical de Córdoba.

Sorpresivamente, a Lousteau le terminó dando la razón Mauricio Macri. Éste llamó a votar en contra del gobierno en un tema convergente: el enorme aumento del gasto para espionaje. El PRO afirmó: "Este DNU de $100.000 millones para inteligencia, en un contexto en el que ´no hay plata´, y sin aclarar el uso de los fondos, no es el cambio". 

Macri arrastró a las espadas más potentes de la bancada del PRO: Álvaro González, Luciano Laspina, Silvia Lospennato, Diego Santilli, María Eugenia Vidal. Así, la mayoría de los diputados del PRO y de la UCR votaron junto con los K.

La furia por la derrota llevó a Patricia Bullrich a una demasía: "Los diputados que votaron junto al kirchnerismo su rechazo, eligieron ponerse del lado de las mafias, los narcos y el terrorismo".

Tan extraviada está la política que los titulados liberales arremeten contra elementales principios republicanos y los decisionistas kirchneristas levantan las ideas liberales del control, mientras los radicales se quejan cuando su presidente aumenta la autonomía partidaria y su rival De Loredo prohíbe el deporte partidario por excelencia: la lucha interna.  

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