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La guerra fría tecnológica que estremece al mundo

Norteamericanos y chinos están inmersos en un conflicto de proporciones en donde los semiconductores son la principal arma

China cuenta con unas ventajas comparativas indudables en esta carrera por la hegemonía tecnológica
China cuenta con unas ventajas comparativas indudables en esta carrera por la hegemonía tecnológica
Agustín Barletti 10 mayo de 2023

En su camino en dirección al liderazgo mundial, la tecnología es una herramienta clave para Pekín. 

Dirigida, como todas las cosas, desde el Partido Comunista de China, el país trazó una estrategia a mediano plazo asentada sobre un colosal programa de inversiones en investigación y desarrollo de la telefonía móvil 5G, automatización y robotización de procesos productivos y servicios, computación cuántica, internet de las cosas, gestión de los datos en la nube, biotecnología, nanotecnología, e inteligencia artificial.

La meta prevista en el programa "China: visión 2035" es superar a Estados Unidos y alzarse con la copa como primera potencia mundial.

En este escenario, norteamericanos y chinos están inmersos en una guerra fría tecnológica, en la que los semiconductores son las principales armas.

China cuenta con unas ventajas comparativas indudables en esta carrera por la hegemonía tecnológica: planificación estatal a largo plazo con propósitos de acción concretos y cifrados, presupuestados y monitorizados; financiación pública prácticamente ilimitada; enorme mercado doméstico reorientado hacia el consumo interno; así como una estricta disciplina social. 

Como resultado de su planificación y de su esfuerzo sostenido, China se encuentra hoy a la vanguardia de las nuevas tecnologías con plataformas digitales y operadores internacionales que encabezan los rankings mundiales, tanto de tecnologías "habilitadoras" como las relativas a la información y la comunicación (China Telecom, China Mobile Ltd.). También en el nuevo internet, y los servicios de telefonía móvil (Huawei, ZTE), y en determinantes tecnologías "finalistas" como la inteligencia artificial. 

Por otro lado, monopoliza la producción del 85% de las llamadas "tierras raras" que se utilizan en el mundo. Se trata de los 17 escasos minerales esenciales para la producción de aparatos tecnológicos como teléfonos móviles, computadoras, semiconductores, baterías, y cámaras fotográficas. 

Para Occidente, de cumplirse este vaticinio, el avance tecnológico chino representa una severa amenaza.

La Ley de Inteligencia Nacional de China obliga a todas sus empresas a cooperar con los servicios de inteligencia del país. Al no existir los controles habituales en los regímenes democráticos, como la Justicia imparcial, partidos de oposición, o prensa libre, todo es manejado a discreción por Pekín.

Barletti es autor del libro
Barletti es autor del libro "El Hambre del dragón. El plan de China para comerse al mundo" 

Este modelo, ya se utiliza dentro de China continental, donde los ciudadanos son vigilados día y noche por unos 540 millones de equipos de CCTV (circuito cerrado de televisión). Si se tiene en cuenta que la población china es de 1.460 millones, existen 372,8 cámaras por cada 1.000 personas. A esto se suma un sofisticado sistema de localización de datos desde los teléfonos celulares captados por los escáneres in situ.

El último esquema de control en línea impuesto por China aplica un seguimiento más rígido sobre los comentarios que se publican en Internet, lo que se traduce en más recortes a la libertad de expresión.

Esta normativa se emplea, principalmente, en las secciones de comentarios de sitios y aplicaciones vinculados a la información. Asimismo, obliga al prestador de servicio en línea a "evaluar el crédito de los usuarios en función de su comportamiento en materia de comentarios", según reza el texto.

De tal suerte, los que sean calificados como "gravemente desacreditados" por sus mensajes "serán colocados en una lista negra" que les prohibirá continuar escribiendo en línea, incluso desde nuevas cuentas.

Esta misma tecnología es la que China ofrece en el exterior y que muchos países no dudan en adoptar. 

Quedará ver entonces lo que puede suceder cuando una ciudad o incluso un país entero adquiere por ejemplo el sistema de TV de circuito cerrado y herramientas de vigilancia para mejorar el transporte y la seguridad, a través por ejemplo de la iniciativa "Ciudades Inteligentes" de China.

La información que la empresa está obligada a compartir con Pekín, y que seguramente comunicará con gusto porque sus directivos también son miembros del Partido Comunista de China, podría vulnerar la seguridad interior y afectar los derechos humanos de los usuarios.

Para los gobiernos autoritarios, esta posibilidad quizá les venga como anillo al dedo. Un caso alegórico es el llamado "Carnet de la Patria", documento de identidad electrónico creado en 2017 por el Gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela, con el fin de regular el acceso a alimentos y artículos de primera necesidad adquiridos a través de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP). 

Con tecnología china, sirve también para monitorear, premiar y castigar a ciudadanos a través de un sistema de vigilancia digital. De hecho, la tecnología que adoptó Venezuela es un calco de la que China utiliza en la provincia de Xianjian para perseguir y controlar a la minoría musulmana de los uigures.

Durante los diez años de la presidencia de Rafael Correa, entre 2007 y 2017, China logró una tremenda penetración en distintos ámbitos.

En 2011, se instalaron en todo el país 4.300 cámaras de fabricación china, las que transmiten imágenes a 16 centros de monitoreo en todo Ecuador, que emplean a más de tres mil personas. 

Esta réplica a pequeña escala del programa chino, según el gobierno de entonces, tenía por única finalidad el control policial.

No obstante, las grabaciones también terminaban en la temida Agencia de Inteligencia Nacional, que en tiempos de Correa registraba penosos antecedentes de persecución y ataque a opositores políticos. 

Hoy gobierna el país Guillermo Lasso, pero Inteligencia sigue recibiendo los videos de las cámaras de vigilancia.

Ecuador y Venezuela son entonces una prueba más de cómo la tecnología construida para el control interno de China es utilizada, y a veces abusada, por otros gobiernos. 

"Sin caer en la paranoia, cabe preguntarse si la ciencia de un régimen autoritario puede considerarse fiable, transparente e independiente. Recordemos que, al principio de la pandemia, se acusó a China de retrasar la información de la secuencia del genoma del SARS-CoV-2", aseguró en 2018, en la publicación Foreign Policy, el físico Yangyang Cheng.

"Para el Partido Comunista de China, la palabra ciencia es prácticamente sinónimo de políticamente aprobada", asegura Marie Lambert-Chan en un artículo que lleva por nombre "El imperialismo científico de China", publicado en 2020 en la revista canadiense Quebec Ciencia.

Para esta autora, "la ciencia sólo puede florecer en un entorno que promueva la transparencia, la apertura, la libertad de expresión, la integridad y el rigor. Mientras China se niegue a adherirse a estos valores, saboteará sus posibilidades de convertirse en una verdadera potencia científica".

Mezclar intervencionismo y proteccionismo en el desarrollo tecnológico es una verdadera bomba de tiempo. Peor aún si además se suma la limitación impuesta a las inversiones extranjeras en sus empresas para que el Partido Comunista de de China nunca pierda el control.

Barletti es autor del libro "El Hambre del dragón. El plan de China para comerse al mundo" (De los Cuatro Vientos. 2023)

Barletti es autor del libro
"El Hambre del dragón. El plan de China para comerse al mundo" (De los Cuatro Vientos: 2023)

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