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Foco en los movimientos de Batakis

La crisis cruzó la calle: de las finanzas pasó a la economía

El problema principal ya no es (solo) lo ligado a los números fríos de las finanzas sino a la circulación sanguínea de la economía real

Tras la asunción de Batakis, la crisis financiera siguió entregando datos preocupantes.
Tras la asunción de Batakis, la crisis financiera siguió entregando datos preocupantes. Archivo.
Luis Varela 07 julio de 2022

En un día febril, con empresarios, operadores, inversores e incluso ahorristas con el dedo en el "enter", esperando tomar decisiones según se fueran conociendo los movimientos de la flamante ministra de Economía, Silvina Batakis, la crisis financiera siguió entregando datos preocupantes y bien puede decirse que los problemas cruzaron la calle e impactaron todavía más en la economía real.

Sin tanto terremoto como los que hubo el lunes y el martes, las variables de las finanzas fueron negativas: los catorce dólares de Alberto volvieron a subir, los bonos cayeron más, el riesgo país trepó otras 114 unidades y llegó a otro récord post canje de 2.688 puntos básicos y las acciones argentinas también sintieron algunas heridas, sobre todo las que cotizan en la Bolsa de Nueva York.

Pero el problema principal del día ya no fue tanto lo ligado a los números fríos de las finanzas sino a la circulación sanguínea de la economía real: con la importación trabada, los mayoristas desconocían cuáles van a ser los precios de reposición, desaparecieron los precios de referencia y con eso los negocios minoristas no se animaron a vender con normalidad, porque no saben hasta dónde será la caída y si van a poder recuperar stock si salen a vender con precios actuales y, así, todo se paralizó.

La decisión unánime en todos los agentes económicos es una sola: huir del precio: no se sabe bien hacia dónde, si comprar dólares, bienes durables o lo que sea, pero sacarse de encima la moneda nacional, porque pierde valor a pasos agigantados y todo el mundo intuye, o supone, que se viene un gran riesgo de devaluación, o de mayor suba inflacionaria, en un mes de julio que puede llegar a tener un IPC superior al 7% mensual, lo cual llevaría a la suba de precios anual por encima del 90%.

De ese modo, todos estuvieron atentos minuto a minuto las designaciones de los funcionarios que acompañarán a Batakis. Y el centro de atención estuvo en una comunicación de la ministra con Ilan Goldfajn, el brasileño-israelí que coordina todo lo argentino en el FMI, y que ligó una comunicación con la titular del organismo Kristalina Georgieva.

Según se fue repitiendo en el mercado, la titular del Fondo manifestó que estuvo en conversación con Batakis: acordó que las metas firmadas con Guzmán no se mueven y entregó dos señales contundentes: dijo que las acciones dolorosas a veces son necesarias para cosechar beneficios y que si se quiere ayudar a los pobres no puede ser con una inflación galopante como la que se está viviendo en Argentina.

El kirchnerismo pesa más 

Completamente a contramano de esa comunicación si se quiere tranquilizadora para el mundo de las finanzas, aparecieron nuevos dardos venenosos que llegaron desde el kirchnerismo duro. El primero salió de la boca del dirigente social Juan Grabois, quien eligió un momento dramático como este para recordar que "hace un tiempo Cristina me dijo que estamos en riesgo de una hiperinflación". Y, junto con eso, también se conoció que Cristina Kirchner volverá a hablar este viernes en El Calafate tras los cambios en el Gobierno.

Desde la designación de Batakis, que se confirmó el domingo por la noche tras la tensa charla telefónica entre Alberto y Cristina, en el Gobierno se quiso deslizar que el nombre de la designada fue con acuerdo de ambas partes. Pero generó mucho resquemor que en la asunción de la ministra no estuvieran presentes ni Cristina ni Máximo Kirchner. Y ahora todos suponen que con la confirmación de Batakis de todo el mapa que tenía planteado Guzmán, Cristina puede llegar a salir a arrojar nuevas piedras sobre el camino elegido por el Gobierno.

La clave es política

Esta incierta situación, que está más ligada a una crisis política que a una situación estrictamente económica o financiera -más allá de la ausencia de gasoil y de la gran falta de dólares que hay en el Banco Central y en todo el mercado interno- terminó generando inquietud en las empresas, y también inseguridad en los inversores, que esperan ansiosos que este sábado 9 de julio empiecen a acreditarse los US$ 700 millones por los cupones de los bonos iniciado en el canje de agosto de 2020 que hizo Guzmán.

Es tanta la inseguridad que las cotizaciones de los catorce dólares de Alberto volvieron a subir y el BCRA volvió a verse obligado a utilizar reservas y a hacer todo tipo de maniobras con los bonos para que la corrida cambiaria no se siga espiralizando. Al final del día, con la importación prácticamente cerrada, los dólares libres anotaron subas de entre $3 y $8, con el blue a $255, el MEP a US$ 269,72, el CCL a $277,32 y el Senebi en la punta de la pirámide a $284,33.

Eso se dio, además, con un mundo que funcionó ayer en una suerte de pausa: se conocieron las minutas de la Fed, hubo datos sobre empleo en EE.UU., se duda de que Powell pueda subir tanto la tasa de interés, pero como los problemas económicos van creciendo en todas partes, los commodities en general estuvieron estacionados y ante el temor por lo que viene los inversores volvieron a volar hacia el dólar.

Así, mientras las tasas largas de los bonos de EE.UU. subieron y se aplanaron (en 2,9% anual a 5 años, 2,9% a 10 años y 3,1% a 30 años), el billete verde mejoró contras prácticamente todas las monedas del mundo. En el exterior el dólar subió 0,9% en Chile, 0,8% contra el euro y el mexicano, 0,7% contra el real y 0,3% contra la libra; no cambió contra el yen.

En ese contexto, mientras bonos investment grade internacionales de empresas privadas tienen rendimientos del 4% o el 5% anual en dólares, los bonos argentinos son algo que está completamente fuera del menú de los inversores internacionales. Así, los papeles públicos locales volvieron a anotar un fuerte descenso de más del 4%, y el riesgo país se empinó a niveles impensados.

Riesgo de recesión

La sensación internacional de que la economía mundial va, como mínimo, a una recesión, estacionó aún más los precios de las principales materias primas. El petróleo bajó otro 1%. Los metales tanto preciosos como básicos actuaron mixtos. Los granos también tuvieron subas y bajas, con resultados muy diferentes en Chicago y Rosario, por la sequía local y la falta de gasoil y de fertilizantes. Y las criptomonedas abandonaron la suba porque siguen apareciendo cripto-empresas con problemas que no pueden pagar sus deudas.

Con semejante escenario, las bolsas se movieron en un sube y baja durante todo el día. La Bolsa de Nueva York finalmente cerró con subas del 0,3% promedio, muy en línea con lo que sucedió tanto en San Pablo como en México. Y en Buenos Aires, con $1.545 millones operados en acciones y $4.779 millones en Cedear, el índice Merval en pesos logró subir 2,6%, pero eso fue neutralizado por la suba del dólar. Por lo que los ADR argentinos en Nueva York tuvieron un buen resultado para Loma Negra, Central Puerto y TGS, pero siguieron las bajas sobre todo para Despegar, Cresud, Francés, Bioceres, Galicia, Telecom, IRSA y Supervielle.

¿Cuál es la sensación del mercado? Ver para creer. La nueva ministra está diciendo lo que el mercado espera escuchar. Pero al Presidente se lo ve bastante contrariado. Y se teme por lo que anuncie Cristina el viernes. Esto pone a los inversores en situación defensiva: compran dólares, buscan tener liquidez, la inflación de julio puede ser récord. Hasta ahora los importadores traían cosas a $130, ya no lo pueden hacer y tienen que traerlas a $270…  ¿qué van a hacer? Remarcar. Y esto sucede porque nadie sabe qué quieren hacer Alberto y Cristina, posiblemente ni ellos saben, quizás quieren dividirse el país, tener todo loteado. 

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