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Tras el salto de diciembre, ¿cómo continúa la inflación en 2024?

Al elevado arrastre inflacionario se le sumó una segunda tanda de corrección de precios relativos: prepagas, naftas y transporte público, los cuáles trepan en enero 40%, 47%, y 26%, respectivamente.

Tras el salto de diciembre, ¿cómo continúa la inflación en 2024?
12 enero de 2024

Por Lorenzo Sigaut Gravina y Gonzalo Carrera*

El Indec confirmó la brusca aceleración de la tasa de inflación mensual esperada para diciembre, la cual llegó a 25,5% acumulando una suba de 211% en 2023, la cifra anual más alta desde 1990. La corrección cambiaria y liberación de precios de las primeras semanas de la administración Milei impulsó el alza de varios precios por arriba de 30%, fundamentalmente los dependientes del tipo de cambio (importados y alimentos y bebidas).

Ahora bien, ¿la peor parte de la película ya pasó? Enero arranca con un arrastre estadístico elevado: 9,2%. Es decir, la inflación promedio de enero será el resultado de comparar el promedio de precios del mes contra el promedio de precios de diciembre. Pero como estos sufrieron un fuerte salto discreto a mediados de diciembre, incluso suponiendo que desde el 31 de diciembre al 31 de enero ningún precio suba, el alza promedio de enero daría 9,2% frente a diciembre, mes que incluye dos semanas previas al impacto de la devaluación, con precios significativamente más bajos. El salto cambiario posterior a las PASO (14 de agosto) puede servir de ejemplo: dejó una inflación de 12,4% para agosto y 12,7% para septiembre.

Al elevado arrastre inflacionario se le sumó una segunda tanda de corrección de precios relativos: prepagas, naftas y transporte público, los cuáles trepan en enero 40%, 47%, y 26%, respectivamente. 

Según estimaciones de alta frecuencia de Equilibra, comparando con cuatro semanas atrás para evitar el efecto estacional de principio de mes, la primera semana de enero mostró un alza de 30,2% y la segunda se desaceleró a 28,1%. Pese a que esperamos que esta trayectoria descendiente continúe, el alza del IPC Nacional de enero sería similar a diciembre, dejando una inflación bimestral entre 55%-60%. 

Febrero estará marcado por fuertes subas de las tarifas de servicios públicos (especialmente energía y transporte público), mientras que en marzo vendrán fuertes aumentos en educación y ropa (inicio y cambio de temporada). Por ende, todo indica que la inflación del primer trimestre será elevada promediando 20% mensual, incluso si el gobierno sostiene la apuesta de deslizar el tipo de cambio oficial al 2% mensual.

Terminado el fogonazo inflacionario de los primeros meses del Gobierno de Javier Milei, la pregunta del millón es si la inflación seguirá bajando o se consolidará en una tasa superior al dígito mensual producto de la elevada inercia existente en el proceso inflacionario. Es muy difícil pensar que esta vuelva al dígito mensual sin un plan de estabilización integral que logre coordinar a la baja la suba de las principales variables nominales para romper la inercia existente. Esto requerirá que uno o varios precios relevantes de la economía funcionen de ancla para "contener" las expectativas de los agentes. 

En la economía argentina es difícil que esta coordinación se produzca sin anclar el tipo de cambio oficial (lo cual contiene el precio de combustibles, tarifas energéticas y de transporte y transables) y acordar un sendero de incremento de paritarias que mire al futuro (en vez del pasado).

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Dos elementos dificultan este proceso: es probable que, para marzo, tanto el tipo de cambio oficial como los salarios se encuentren atrasados. Si el dólar oficial sigue deslizándose al 2% mensual dejaría a fin de marzo un tipo de cambio real rozando los niveles de atraso pre PASO (que el FMI consideraba entre 15-20%). 

Con atraso cambiario y reservas netas en terreno negativo, el ancla cambiaria del futuro plan de estabilización no sería sostenible, pues al utilizarse para frenar la suba de los restantes precios, el atraso se profundizaría afectando la acumulación de reservas y la brecha.

Suponiendo que los salarios no recomponen la pérdida real de diciembre (-10,5%) pero logran empardar a la inflación en los primeros tres meses del año, estos llegarían a marzo con una caída de 15% i.a. y más de 30% respecto a marzo de 2018 (antes del inicio de un proceso de caída del salario real). Difícil pensar que puedan seguir siendo el ancla -rezagarse frente a los demás precios- en el segundo trimestre. De hecho, es probable que para el otoño el plazo de las paritarias se haya recortado a la frecuencia mensual y/o indexado a la inflación pasada.

En síntesis, incluso pensando un 2024 sin shocks externos negativos ni grandes dificultades políticas (en el mejor de los casos), al programa económico le faltaría una nueva corrección cambiaria que probablemente extienda la inflación por encima del dígito mensual durante el segundo trimestre. El acortamiento de los plazos y/o la indexación de contratos a la mínima frecuencia mensual mantendría elevada la inercia y, por ende, la tasa de inflación hasta que se implemente un plan de estabilización que ataque las diversas aristas del problema inflacionario. Cabe destacar que la baja de la inflación sería sostenible, si y sólo, si se eliminan los desequilibrios gemelos (fiscal y externo).

 

* Economistas de Equilibra

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