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Análisis

"Será muy difícil que la inflación en 2023 perfore genuina y permanentemente el 5% mensual"

El economista Pablo Goldin explica las causas del desorden macroeconómico actual y los "aditivos" inflacionarios

Pablo Goldin es Director de MacroView
Pablo Goldin es Director de MacroView
Ludmila Di Grande 04 enero de 2023

El hecho que el Gobierno haya cumplido con las metas del FMI para 2022 no es sinónimo de que la economía se esté ordenando ni garantía de que no habrá (mayores) sobresaltos cambiarios o inflacionarios en 2023.  

El economista Pablo Goldin (Director de Macroview) hizo referencia a la inconsistencia del programa macroeconómico del Fondo y afirmó: "De cumplirse, en el mejor de los casos serviría para encapsular la crisis cambiaria - inflacionaria. No es un programa para ordenar los desbalances, corregir precios relativos ni para bajar fuerte la tasa de inflación. Apunta desde el minuto 1 a transitar 2022 y 2023 sin pasar más sofocones".

Por más que el Indec confirme que la inflación perforó el 6% por segundo mes consecutivo (fue del 4,9% en noviembre), en términos anualizados cerrará por encima del 90%. Si bien no habría cruzado la barrera del 100%, el IPC del 2022 sería el más alto desde 1991.

"La inflación en Argentina tiene hoy como causa excluyente el desorden macro fiscal, monetario, bancario y cambiario. No hay vuelta que darle. Con la política fiscal, monetaria y cambiaria que se insinúan para 2023, será muy difícil que la tasa de inflación en 2023 perfore genuina y permanentemente el 5% mensual", explicó Goldin.

"Los Precios Justos pueden generar una desaceleración temporal pero la base macro que tenemos es para aproximadamente 5% mensual y 80% anual de inflación. Después vienen los aditivos: en 2022, el 80% de inflación base terminó en 95% por la invasión rusa que encareció los alimentos y la energía, por la corrida a la deuda en pesos de junio, la suba de tarifas, el deslizamiento más rápido del dólar oficial, la actualización de paritarias y el control de importaciones", consideró el economista. 

"En 2023, de nuevo habrá que estar atentos a los aditivos. Ni hablar si se produjera un salto cambiario. Parados a hoy y salvo una devaluación, la inflación de 2023 no andaría muy lejos de la de 2022, poco más o menos", sostuvo Goldin en diálogo exclusivo con El Economista.

Con los precios atados al dólar, es inevitable preguntarse qué sucederá con la divisa este año y qué política cambiaria llevará a cabo el Gobierno para evitar una corrida que siga debilitando el poder adquisitivo.

  • A octubre de 2022 (último dato disponible), los trabajadores del sector privado sufrieron una caída en su poder adquisitivo del 2,7% anual real, los del sector privado no registrado del 9,1% y los informales, que representan casi el 40% del trabajo asalariado, del 6,6% en los primeros 10 meses del pasado año.

"El mandamiento cambiario número 1 del Gobierno es no devaluar de golpe el dólar oficial para que la inflación no se acelere (más), aunque sí deslizarlo más o menos con la inflación. Los extraordinarios precios internacionales (pospandemia y posguerra) generaron un récord histórico de exportación que, junto con el súper cepo a la demanda de dólares, la pisada de pagos de importación y el invento del dólar soja, evitaron devaluar", afirmó Goldin al respecto. 

"El problema este año es la sequía que hará fracasar la cosecha y retraerá la oferta de agrodólares. Todavía está por verse el impacto macro - cambiario: dependerá de cuánto, dónde y cuándo llueva en enero. Si el impacto terminara siendo fuerte, será imposible compensarlo con exportación no agrícola o más cepo. Un escenario de seca fuerte conduciría inevitablemente a un ajuste importador clásico con caída de actividad", indicó el economista. 

"En el camino, no puede descartarse una corrección cambiaria impuesta por la realidad por más que el Gobierno no la quiera. Hay que estar atentos al clima y al estado de los cultivos", agregó.

"El mandamiento número 2 del Gobierno es que la brecha cambiaria no se escape. Este es un esquema que con brechas menores a 100% se 'sobrevive como se puede', con costos. Arriba de 100% la cosa se pone más espesa y 'hay que hacer algo'. El tamaño de la brecha estará atado a la magnitud del desorden fiscal y monetario, al devenir del mercado de deuda pública en pesos y también a los avatares políticos y electorales. 2023 será un año 100% económico pero también 100% político", continuó el economista. 

"Un dólar 'libre' (paralelo, MEP, CCL) en torno a los $350 de hoy cuaja con la inestabilidad macro y la incertidumbre política actuales. ¿Puede ir más arriba? Puede. Más abajo sería raro. No puede descartarse algún sofocón con la brecha", afirmó.

En este contexto, será difícil que la actividad en 2023 suba con la cosecha cayendo, la exportación retrocediendo, la importación ajustando y la inflación de nuevo alta comiendo los ingresos. 

"Posiblemente termine siendo un año recesivo. Cuán recesivo dependerá del impacto macro de la sequía y de cuán ordenada o desordenada sea la transición macro, el proceso electoral y el cambio de mando", concluyó Goldin. 

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