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El Kun Agüero y los impuestos al patrimonio

El impuesto al patrimonio es solo una de las herramientas que el Estado tiene para recaudar y nivelar oportunidades. Y quizás no es la mejor.

El Kun Agüero y los impuestos al patrimonio
El Kun Agüero y los impuestos al patrimonio .
Paolo Rizzo 20 febrero de 2022

La semana pasada se hizo viral un video del Kun Agüero criticando el impuesto al patrimonio. Su postura generó rechazos y aprobaciones. Algunos políticos salieron a bancarlo, otros a cuestionarlo. Luego, en un segundo video, el Kun volvió a expresar su posición: el impuesto al patrimonio es injusto. 

Ahora, más allá de las posiciones políticas y de las ideas de cada uno, hay que reconocer que el (lamentablemente) exfutbolista sabe de lo que habla. Brinda una definición clara y puntual de lo que es el patrimonio: “Todo lo que vos tenés en el mundo”. Remarca la diferencia entre patrimonio e ingresos y, sobre todo, entre impuestos al patrimonio y a los ingresos. En fin, subraya como algunos países recaudan el impuesto al patrimonio y otros no. 

Gracias a su fama, el Kun abrió una discusión en la política y en la sociedad argentina. Sus frases no deberían generar polémica sino empujar a analizar el tema. ¿Para qué sirve el impuesto? ¿Es útil o no? ¿Cuantos países lo cobran?

Antes de la pandemia solo tres países latinoamericanos tenían un impuesto al patrimonio: Argentina, Colombia y Uruguay. Luego, según un estudio de 2018, entre los 38 países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), solo 4 tienen un impuesto al patrimonio: Francia, Noruega, España y Suiza. Pero en 1990 los países que lo cobraban eran 12. Austria, Dinamarca y Alemania eliminaron el impuesto al patrimonio en la década de los '90. Holanda, Finlandia, Islandia, y Luxemburgo en la primera década de los 2000. 

Para explicar porque la mayoría de los países occidentales ha decidido no cobrar el impuesto al patrimonio es necesario entender cuál es su objetivo. Según muchos, el impuesto sirve para recaudar más y, sobre todos, para redistribuir la riqueza. A tal propósito, merece subrayar que la gran desigualdad económica del mundo no es la desigualdad de ingresos sino la desigualdad de patrimonios. Así que, según muchos, recaudar impuestos sobre el patrimonio ayudaría a abordar la desigualdad de riqueza. Sin embargo, la evidencia sugiere que existen algunos problemas asociados con el impuesto a la riqueza. 

  • Primero, los ingresos fiscales provenientes del impuesto sobre el patrimonio representan un porcentaje muy bajo de ingresos fiscales totales. En 2016, representaban 0,48% en Francia, 0,54% en España, 1,13% en Noruega y 3,7% en Suiza. En los países de América Latina esta cifra fue del 0,25%. Se trata entonces de un impuesto que no genera grandes beneficios para el Estado. 
  • Segundo, es difícil recaudar un impuesto al patrimonio porque es difícil definir cuál es el monto del patrimonio de cada uno. Algunos bienes personales podrían estar registrados como propiedad de otras personas o de otra entidad. Hasta podrían ser escondidos o fugados al extranjero para pagar menos impuestos. Luego, aunque se llegara a conocer el listado completo de los bienes, sería difícil evaluarlos y entonces determinar el impuesto a pagar.
  • Tercero, un impuesto al patrimonio genera un problema de doble imposición. El patrimonio acumulado deriva generalmente de las ganancias sobre las cuales ya se pagan impuestos. O podría derivar de herencias, sobre las cuales ya casi todos los países cobran impuestos. Entonces un impuesto al patrimonio estaría recaudando impuestos sobre bienes los cuales ya pagaron sus impuestos. Se generaría así un problema ético y una distorsión del ahorro y de la inversión ya que las personas serian incentivadas en gastar sus ahorros para pagar menos impuestos.

En fin, no existe evidencia de que el impuesto al patrimonio esté realmente incentivando una mayor equidad social. Nadie duda de la necesidad de nivelar la desigualdad económica y cobrar impuestos sobre el capital. Pero el impuesto al patrimonio podría no ser la forma mejor de hacerlo. 

De hecho, vale la pena subrayar que el impuesto al patrimonio es solamente uno de los posibles impuestos sobre el capital. Existen impuestos sobre la transferencia de capital, en particular el impuesto a la herencia o el impuesto sobre las transacciones financieras. La gran mayoría de los países de la OCDE prevé estos impuestos: también Francia, España y Suiza. Por otro lado, Noruega no cobra ningún impuesto sobre la herencia. Recaudar un impuesto sobre una riqueza que no se ha contribuido a formar podría ser más equitativo y fácil de implementar para el Estado. Además, contribuye en nivelar las oportunidades entre los jóvenes. 

Existen, luego, impuestos sobre algunos bienes personales. Por ejemplo, todos los países de la OCDE cobran impuestos recurrentes sobre bienes inmuebles. Estos impuestos gravan sobre una parte del capital de los contribuyentes y no sobre la riqueza neta total. Sin embargo, los inmuebles representan la principal forma de riqueza en todos los países de la OCDE. Además, el impuesto a la vivienda es el menos perjudicial para el crecimiento económico a largo plazo, es fácil recaudarlo y difícil de evadir. 

Luego, los países prefieren imponer un impuesto sobre el ingreso que el capital genera y no sobre el ingreso que podría generar. Es decir que, si el capital no genera valor, el sistema tributario no recauda impuestos. Pero significa también que el impuesto es directamente proporcional al ingreso que se genera y si el capital genera un ingreso mayor, pagará un impuesto mayor. De ser así, el sistema cobra un impuesto sobre el ingreso que se ha generado (base de realización) y no sobre lo que se supone podría generar (base devengada). Es decir que para el contribuyente el impuesto es un costo variable y no fijo. 

En definitiva, el impuesto al patrimonio es solamente una de las herramientas que el Estado tiene para recaudar impuestos y nivelar oportunidades. Quizás no es la mejor herramienta para recaudar recursos y redistribuir la riqueza. Gravar impuestos sobre las herencias, las transacciones financieras, los bienes inmuebles y los ingresos del capital podría ser más eficaz.

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