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“La industria nuclear está en un momento muy interesante”

El Economista dialogó en exclusiva con Rafael Grossi, actual Director General del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), sobre la situación global y el caso argentino.

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Damián Cichero 24 noviembre de 2020

Por Damián Cichero

Rafael Mariano Grossi, diplomático argentino de carrera, es el actual Director General del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), la agencia nuclear más importante del mundo, que depende de las Naciones Unidas. Grossi, primer latinoamericano en liderar este organismo, explicó, en una entrevista exclusiva con El Economista, sus funciones y profundizó sobre la situación particular de Irán y Corea del Norte. Además, analizó pasado, presente y futuro del programa nuclear argentino.

¿Cuál es el papel del OIEA en el Acuerdo Nuclear con Irán y qué consecuencias tuvo la salida de los Estados Unidos?

El acuerdo fue firmado en 2015, durante la presidencia de Barack Obama, y el anuncio del retiro unilateral de EE.UU. se dio en 2018, durante la presidencia de Donald Trump. Debemos aclarar que el OIEA no es parte del acuerdo, sino que es el verificador del mismo. Nuestros inspectores deben monitorear una serie de compromisos y obligaciones que Irán aceptó cumplir, desde la limitación muy estricta del volumen de uranio enriquecido que pueden tener hasta su nivel de enriquecimiento. En 2019 Irán anuncia oficialmente que, como respuesta a la medida de EE.UU., dejarían de cumplir ciertas obligaciones en forma de protesta. Se basaron en uno de los artículos del acuerdo que especifica que, si una de las partes contratantes deja de cumplirlo, la otra también puede hacerlo. A partir de allí, el OIEA continuó inspeccionando el cumplimiento y el no cumplimiento de las metas de control. Por otra parte, son los países los que deciden si el acuerdo es bueno o no, mientras que nosotros le damos la credibilidad de que está siendo cumplido. La interpretación de EE.UU. es que el acuerdo es insuficiente y, por otro lado, el resto de los participantes consideran que debe ser preservado. 

¿Cuál fue el motivo de su viaje a Irán a mediados de este año?

Desde hacía unos meses nos habíamos encontrado con ciertas dificultades para que los inspectores del OIEA tuvieran acceso a ciertos lugares que solicitamos. Por eso decidí trasladarme a Teherán para negociar directamente con el Gobierno iraní, tratar de destrabar esta situación y permitir la regularización de nuestro proceso de inspecciones. Afortunadamente, luego de reuniones con el presidente Hasán Rohaní y el ministro de Relaciones Exteriores, Mohamad Yavad Zarif, logramos que nuestros inspectores reanudaran su trabajo. 

¿Cuál es la situación actual en Corea del Norte?

Los inspectores del OIEA fueron expulsados de allí en 2009. Sin embargo, a través de información de inteligencia y de imágenes satelitales, podemos determinar lo que está sucediendo. Si bien no tenemos un conocimiento del balance material, sí sabemos qué tipo de actividades se están desarrollando. Paralelamente a eso, estoy trabajando para que los equipos de inspección estén preparados para el momento en que se llegue a un acuerdo. Este va a tener que ser verificado por el OIEA, como sucedió siempre, y por eso la idea es que podamos desplegar a nuestros inspectores casi de manera inmediata. La situación del programa nuclear coreano resulta sumamente preocupante, es un programa que continúa creciendo. Actualmente, poseen entre 30 y 40 ojivas nucleares, y tienen nuevas instalaciones. En ellas siguen con su línea tradicional de trabajo, es decir hacer artefactos nucleares con plutonio; pero ahora también están yendo por la otra vía, que es la del uranio enriquecido. Cuando podamos regresar, va a ser un momento muy desafiante porque nos vamos a encontrar con un país mucho más desarrollado en este rubro y con muchos nuevos lugares para inspeccionar. 

Recientemente, Corea del Norte sugirió que podría retomar sus ensayos nucleares, pausados en 2017. ¿Se puede aplicar algún tipo de sanción al régimen de Pyongyang?

Lamentablemente, no. Porque ellos se retiraron del Tratado de No Proliferación cuando el OIEA los encontró en incumplimiento de los acuerdos y envió un informe al Consejo de Seguridad de la ONU. Tampoco son parte del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares, de modo tal que es un país que está aislado. Debemos preocuparnos porque tienen armas nucleares, pero ellos actualmente apuestan todo a una negociación bilateral con EE.UU. que alivie las sanciones que les fueron impuestas. La relación bilateral tuvo una fase inicial sumamente antagónica, en donde intercambiaron amenazas. Después de eso, se pasó a una negociación, con dos cumbres, en Singapur y Vietnam, y finalmente a un intercambio epistolar entre ambos líderes. Sin embargo, las conversaciones se vieron interrumpidas.

En 2021 finaliza el acuerdo entre EE.UU. y Rusia denominado New START, que limita sus arsenales nucleares. ¿El organismo tiene alguna injerencia en las negociaciones para prorrogarlo?

En este caso, no. Nosotros las seguimos, tenemos contacto con los equipos técnicos de ambos países, pero es una negociación estrictamente bilateral entre Rusia y EE.UU. Tampoco tenemos ningún tipo de responsabilidad de verificación del acuerdo. En este momento, las negociaciones no están completamente interrumpidas y siguen habiendo intercambios entre ambos países para prorrogarlo.

Una de las principales funciones del organismo es el uso pacífico de la energía nuclear. ¿Cómo afrontan las disputas ideológicas o de poder entre los países?

Eso es algo muy delicado, pero hay que aclarar que, más allá de las grandes tensiones existentes, hay una profunda y arraigada convicción en todo el mundo de que la labor del OIEA es indispensable. Sin el OIEA, la posibilidad de proliferación nuclear y de un mundo completamente inestable sería inevitable. Nosotros estamos controlando casi 450 reactores y cientos de instalaciones vinculadas a ellos. La naturaleza humana es la que es y, por lo tanto, sin controles, la tentación de los países de desarrollar armas nucleares sería altísima. Más allá de las presiones y críticas, hay una convicción de que, si el OIEA no existiera, habría que inventarlo de nuevo. Es recurrente ver que ciertos organismos internacionales son severamente cuestionados, pero el OIEA es bastante intocable. Esto no es porque seamos mejores, sino porque nuestra tarea es indispensable. Un mundo sin esta agencia sería más complejo de lo hoy en día es.

¿Cuál es su opinión respecto a la Agencia Brasileño-Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares (ABACC)?

En los años previos a la creación de la ABACC, existía una gran rivalidad entre ambos países. En noviembre de 1983, en vísperas de la asunción del presidente Raúl Alfonsín, Argentina anunció que había dominado la técnica de enriquecimiento de uranio. Esto generó un temblor en nuestro país, y uno todavía mayor en Brasil por el temor a que se desarrollara un arma nuclear. Sin embargo, los presidentes Alfonsín y José Sarney dieron un paso histórico. Comprendieron que tener una carrera armamentística en países tan desprovistos de lo mejor para sus pueblos en salud y educación habría sido un gran error. Sabían que debíamos dejar de lado ese recelo que había existido por décadas y unirnos a través de un sistema que diera confianza al mundo. Primero debimos generar la confianza mutua, lo cual se hizo a través de declaraciones de políticas nucleares comunes, visitas presidenciales y trabajo en conjunto de los expertos. Después se firmó la declaración de Foz de Iguazú y, luego, ya en las presidencias de Carlos Menem y Fernando Collor de Melo, se fundó la ABACC, que es un organismo de inspección conjunta. Pero, para que esto generase confianza en la comunidad internacional, debía hacerse a través del OIEA. Por ello se hizo un acuerdo cuatripartito con Argentina, Brasil, la ABACC y el OIEA. Y esto posibilitó avanzar hacia el Mercosur. Sin un acuerdo nuclear, no habría existido ningún tipo de integración. En 2021 se van a cumplir los 30 años del establecimiento de la ABACC. Espero que Argentina la apoye y le de los recursos que necesita, porque lo que le brinda al país, en credibilidad y seguridad frente a la comunidad internacional, vale mucho más que el dinero que requiere.

¿Cuáles son las posibilidades a futuro de Argentina en ese ámbito?

La industria nuclear está en un momento muy interesante porque, con la enorme preocupación que existe por el cambio climático, hay una renovación muy clara del interés hacia ella. La energía nuclear posee casi nulas emisiones de CO2 y gases de efecto invernadero. En ese marco, existe una tendencia hacia reactores de nueva generación como los medianos y pequeños, que ofrecen a los países una alternativa rápida y fiable de energía ininterrumpida y sin efectos que perjudiquen al medio ambiente. Argentina, a través de INVAP y de CONAE, es uno de los pocos países que ha apostado mucho por este tema. Actualmente, se está construyendo un reactor modular pequeño denominado CAREM, y puedo decir con seguridad que no pasará una semana en que funcionarios de distintos países muestren su interés por este tipo de reactores. Si Argentina es capaz de culminar exitosamente el modelo piloto del CAREM, se va a generar un salto impresionante de las capacidades nacionales de exportación con altísimo valor agregado y tecnológico. Si yo pudiera darle un consejo a mi querido país, sería que apueste a eso, porque allí hay actualmente una demanda cierta.

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